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Habían pasado un par de semanas desde que Hinata había tenido su primer encuentro oficial con Naruto, por así decirlo. Y después de eso, no había vuelto a tener ninguna clase de acercamiento directo con el chico. Lo veía pasar por en frente de su casa a veces, sin embargo, solo era cada vez que sacaba a pasear por un rato a Kurama. Si Hinata se hallaba por casualidad en su porche haciendo algo, Naruto no dudaba en alzar su mano en forma de saludo, con su típica sonrisa radiante en el rostro, y seguir su camino. Entonces Hinata solo meneaba la mano y seguía con lo suyo, aunque a veces se debatía en sí debía tratar de decir algo más. Tal vez empezar otra conversación como la que habían tenido ese día. Pero terminaba por simplemente desechar la idea y quedarse callada.

Ya no miraba tampoco mucho a la ventana, no solo porque, ahora que había tenido un encuentro con Naruto, y había incluso hablado con este lo suficiente, le hiciera sentirse incómoda acerca de espiarlo, sino que también tenía otra razón muy importante de por medio. Había creado una barrera entre ella y su ventana a propósito, desde hace una semana y media las cortinas de su habitación permanecían cerradas y ni una gota de sol había logrado entrar por su alcoba.

¿Por qué?

Pues Hinata no había estado bromeando cuando dijo que era competitiva y gran parte de su personalidad se basaba en la validación académica. Ella estaba hablando muy en serio en ese entonces, y eso perduraba. Los exámenes del primer parcial habían estado pasando durante esos días, y ella había comenzado a estudiar tres días antes, incluso haciendo uso de sus fines de semana. Había jurado por todos sus personajes ficticios favoritos, que no perdería su primer puesto en la clase. No ante Ino Yamanaka, su única rival y, a la vez, la única persona con la capacidad de superarla. Era una rubia con cerebro de robot, cuya vida se basaba en conseguir créditos extra (aun cuando no los necesitaba) e incluso corregir a los profesores en clase de inglés. Hinata pensaba que era una copia de Paris Geller, pero más sociable. Y no la mal entiendan, ella no odiaba a Ino, de hecho eran muy buenas amigas, siempre que no fuera temporada de exámenes, claro. Pero cuando se encontraba en juego el primer puesto, ambas no temían declarase la guerra abiertamente. Tan solo ayer se habían lanzando una encima de la otra para poder echar un vistazo, mutuamente, a sus resultados en historia. Hinata tenía nervios acerca de esa materia, el profesor era particularmente detallista y había puesto ciertas preguntas trampa de las cuales dos no estuvo segura de haber respondido bien. Era exactamente por eso que Hinata no había querido distracciones durante su tiempo de arduo estudio. La concentración era todo, y no podía arriesgarse a nada que la desenfocara de aquello. Y eso incluía al increíblemente guapo de Naruto que debía conseguirse unas cortinas por cierto.

¿Sufrió? Mmm, tal vez sí. Notó que se le estaba haciendo un hábito levantar a cada rato la cabeza para ver si estaba Naruto ahí, y chocarse con el morado de la tela que cubría todo le resultó bastante frustrante las primeras veces. Tal vez con esto podía iniciar los pasos para quitarse un mal habito, eso de hacer algo por treinta días seguidos y así ¿Admitió su frustración en un principio? No, porque recordar la cara de Ino proclamándose ganadora le afectó más sobre los bíceps de Naruto. Y, además, ya había dejado en claro que no se sentía correcto seguir espiando a su vecino, de hecho no lo estuvo desde un principio. Pero Hinata ya había crecido, su yo de hace dos semanas era una completa estúpida. Aún así eso no era lo importante, la pregunta real aquí era, si después de iniciar el camino para quitarse malas mañas, noches de desvelo entre libros, cafes y bebidas energéticas; más haber hecho pasar a su cerebro una terrible tortura, rellenándolo con información que probablemente nunca le iba a servir en el mundo real: ¿Había valido la pena hacer todo ese esfuerzo? Y la respuesta era sí, diablos que sí, porque oficialmente estaban contemplando a la mejor chica de la clase y aún con promedio perfecto.

Hinata casi estampó su boleta de calificaciones en la cara de Ino, quien apenas alcanzó a atraparla en sus manos, antes de que esta se levantara de su silla y saliera corriendo donde Toneri, que acababa de llegar con sus calificaciones también en la mano, y parecía feliz con ellas. Ambos se abrazaron y comenzaron a dar pequeños brincos ante la mirada divertida de algunos y la indiferencia de otros, que estaban más ocupados examinando sus propias hojas.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora