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En sus 18 años de vida Hinata Hyuga había aprendido muchas cosas, como por ejemplo: a mentir cuando no quería verse involucrada en problemas, abrir las puertas del auto cada vez que su padre olvidaba las llaves dentro, y la más importante de todas, que con la clase de amigos que tenía todo se compartía. Sea mínimo o no.

Y cuando hablaba de todo, significaba todo.

Incluyendo obsesiones hormonales que acabarían con ella viviendo bajo un puente si no la dejaban enfocarse en las tareas y exámenes que tenía por delante. Era por eso, que justo en ese momento, le estaba mostrando a su mejor amiga, Cho TenTen, al aparente, y como dicen los libros de ficción romántica que leía en su tiempo libre, "Dios griego" que vivía a su lado, al mismito Naruto Uzumaki que parecía estarse preparando para ir a algún lado, porque ese día en especial, lucía más guapo y arreglado de lo común. Ambas se escondían como viles ratas detrás de un basurero, excepto que realmente estaban detrás del escritorio de Hinata, acuclilladas, con la cabeza levemente en alto, y lista para volverla meter en caso de que a Naruto se le ocurriese voltear hacia un lado y pudiera atraparlas infraganti, espiándolo mientras se alista. Estría en todo su derecho de llamarlas pervertidas si lo hiciera.

— ¿Podrían cerrar las bocas? — alguien gruño con voz baja, pues Hinata había advertido sobre el gran nivel de resonancia entre ambas distancias, especialmente con las ventanas abiertas. Aunque Hinata había mantenido la suya cerrada por esta ocasión, igual había querido no correr el riesgo — Les esta saliendo baba.

Hinata volteó a ver a su mejor amigo. Y sí, porque también habían arrastrado a su mejor amigo hombre, Toneri Otsutsuki, dentro de toda esa retorcida exhibición, y que definitivamente hoy estaba en la habitación de Hinata en contra de su voluntad y sin ganas de apreciar por igual al guapo, y últimamente famoso, Naruto, quien sorprendentemente no notaba la mirada de ninguno de los tres mientras se terminaba de abotonar una camisa de cuadros roja y negra. Hinata le sacó la lengua, obviamente muy madura, y lo mandó a callar. Y Toneri no tenía más opción que aguantar el alborotamiento acerca de este chico Naruto, que no podía importarle en lo más mínimo en realidad, si es que esperaba algún día empezar a hacer la tarea grupal que les habían asignado esa mañana como grupo. Y de saber que se encontraría haciendo esto en cambio, Toneri hubiese negado hacer la actividad ese día y se hubiera ido a otro lado a pasar el tiempo, pero prácticamente lo habían arrastrado a la fuerza hasta la camioneta del padre de TenTen hasta la casa de Hinata, y ahora no tenía escapatoria.

— Toneri, ¿Puedes callarte y apreciar? — dijo TenTen en susurros, sin hacer intento de mirarle pero claramente denotando molestia en su voz.

— Me van las niñas, no tengo nada que apreciar.

— Entonces deja apreciar al resto en silencio, ¿Quieres? — esta vez Hinata ordenó, igual de hipnotizada con el radiante set de anillos que Naruto estaba colocándose en ese momento. Tenía unas hermosas manos. ¡A la mierda eso! tenía manos sexys, con la venas levemente marcadas porque se estaba arremangando sus mangas.

Ambas no podían quitarle la mirada de encima. Toneri rodó los ojos y se devolvió.

— Mejor duermo una siesta — murmuró, berrinchudo, para irse directamente a la cama de Hinata. Se sacó los zapatos, el blazer que la escuela los hacía usar lo tiró hacia una esquina, y se aflojó la corbata sin mucho cuidado antes de echarse, y tan pronto su rostro chocó contra la almohada, cayó rendido y comenzó a roncar.

Por otra parte Hinata y TenTen seguían felices y embobadas mirando a Naruto, con dolor en las rodillas por mantenerlas tanto tiempo flexionadas y alerta cada vez que el chico giraba haciéndolas asustar, y preguntándose internamente cómo es que el sol podía enfocarlo a él tan perfectamente, como si hasta esa estrella estuviese de su lado para hacerlo lucir hermoso, ¿Acaso era un puto Dios? No lo sabían, pero no irían en contra de esa lógica tampoco. Hinata, que ahora estaba ciertamente de buen humor e ignorando sus tareas de nuevo, se sentía algo agradecida de haber elegido esta habitación primero cuando recién se mudaron allí.

— Woah — ambas dejaron salir un susupiro, cuando notaron a Naruto ya completamente listo y con el outfit completo, para lo que sea a lo que estuviera yendo. Él se veía realmente increíble con una parte de su cabello peinada correctamente y la otra cayendo en desorden, pero de manera grácil sobre la parte izquierda de su rostro, tenía piercings y tres argollas pequeñas de color gris colgaban sobre una oreja y la otra tenía un solo pendiente más pequeño, del mismo modo que una cadena del mismo color descendía en la mitad de su pecho y por encima de la camisa manga larga a cuadros roja. Había completado su look con unos jeans negros sencillos, y unas botas del mismo color, ya cargaba un par de anillos en cada mano, y por último, solo estaba echándose algo de loción en la barbilla y cuello.

Definitivamente tenía estilo.

Sin embargo pronto ambas chicas se dieron cuenta de que su show estaba por acabar. Cuando vieron al vecino tomar su celular y billetera en mano, guardarlas en sus bolsillos para luego dar media vuelta hacia la puerta, y atravesar toda su alcoba para finalmente desaparecer por completo del campo de visión de ambas por el resto del día al cerrar su puerta tras de sí, con un fuerte chasquido; fue el final de todo. Nuevamente Hinata pensó que fue un tiempo muy corto, pero bien merecido, al menos para ella. TenTen suspiró feliz a su lado por igual.

— Vaya, Hina — comenzó está —. De haberlo sabido antes habría venido más seguido de pijamada — bromeó, tratando de molestarla, picándola con su codo y haciendo una mirada pícara mientras subía y bajaba una ceja con diversión, pero Hinata solo terminó riéndose mientras negaba con la cabeza.

— Te lo enseñé por confianza, pero tu ya tienes con quien divertirte. — comentó, poniéndose de pie, y estirando las articulaciones que ahora le dolían seriamente por haber estado varios minutos de esa forma tan incomoda.

— Eres una tacaña. — TenTen refunfuñó, dejándose caer, sentada en mariposa y cruzándose de brazos.

Hinata se encogió de hombros.

— No me arrepiento. — canturreó, mientras ambas volvían a sus puestos, caminando y gateando, hasta la cama de Hinata, donde habían estado antes de que Naruto apareciera y robase su atención— Tú ya tienes a mi primo, literalmente son como dos garrapatas. No pidas más.

— ¡Hey!, no le digas garrapata a Neji, él es como un perrito más bien.

— Sí, lo que sea — Hinata dijo rodando los ojos.— Tenemos tarea que hacer, ya concentrémonos, ¿Sí?

— Okay, pero hay un problema.

Siguiendo el dedo que TenTen había levantado para señalar, Hinata descubrió que su tercera compañía se hallaba plácidamente durmiendo sobre su cama en ese momento y, además,  babeando su almohada de manera descarada. Dios, no lo habían dejado tanto tiempo solo como para que él se instalase a dormir así como así. Tan solo dos minutos atrás aún estaba quejándose como cacatúa vieja en su oreja.

Ahora no sabía si despertarlo o no, ya que por una parte se veía adorable durmiendo, aun con la baba y todo sobre su almohada, que definitivamente iba a meter en la lavadora cuando se fueran.

— Podemos hacerlo otro día — sugirió TenTen, como leyéndole la mente. Se conocían desde hace muchísimo tiempo, a Hinata no le sorprendió que en algún momento su amiga desarrollara esa capacidad para hacerlo—. Si Toneri es muy torpe estando en sus cinco sentidos, no nos ayudará en nada estando recién levantado. Mejor empecemos mañana.

Hinata asintió dándole la razón. Igual, no se sentía con ganas de hacer tarea en esos momentos, ver al vecino la dejaba con su cerebro pasmado, en estado vegetal. Y así, era igual de inservible que Toneri adormilado.

— Hinata — llamó TenTen al rato.

— ¿Sí? — contestó ella un poco ida, aún con un par de imágenes mentales de su vecino en la cabeza que disfrutaba repetir como un disco rayado.

— Está vez límpiate la baba, en serio, se te está cayendo.

— Oh, diablos.

Tener vecinitis tenía graves efectos, sin duda.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora