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Lo malo de ser un estudiante en la universidad, es ser un estudiante que ama la procrastinación. Y en su caso, él era un estudiante de universidad que amaba la procrastinación, tenía muchos traumas de la infancia, le gustaba el arte y era dueño de sus actos, en todo momento para su desgracia, ¿Qué podía salir mal? Ah, sí, pues cosas muy sencillas como que era probable que reprobase una materia ese semestre, tenía que entregar en dos días una investigación y un trabajo final que eran nota líquida, de los cual solo llevaba la mitad de todo hecho. Naruto estaba consciente de que no estaba bien.

A veces tenía algo que él solía llamar, en su insistencia de burlarse de si mismo, "deficiencias". Traducción a: bajones de depresión. Pues ahí estaba, Naruto sabía que su casa era todo un desastre en ese momento, pero no podía hacer nada, o al menos se sentía así respecto a todo. La cocina tenía platos que estaban haciendo montañas en el fregadero, ollas sucias sobre la estufa y el piso era negro por las huellas diarias de sus zapatos. La sala estaba empolvada, con los sillones llenos de lana por Kurama y jarros del desayuno por doquier, junto a un montón de libros y cuadernos que usaba cuando estudiaba o hacía tareas y dejaba olvidados ahí. En la lavandería había un montón de ropa limpia y acumulada en desorden, lista para doblar, mientras que en el tendedero habían sábanas colgadas desde hace días. El patio era un tiradero de basura, pues no había regado el césped y no había limpiado los desechos de una semana de Kurama, que comenzaban a acumularse como la ropa y los platos. Pero su cuarto era el peor, sin duda. Ropa sucia en cada esquina del suelo, platos de comida en los estantes, cajones mal abiertos y cerrados, el piso manchado de mugre y pintura seca, mientras la cama llevaba las mismas sabanas de hace dos semanas puestas, en las cuales Naruto estaba enrollado como un bebé en ese mismo instante, con Kurama acostado en sus pies. Parecía que hasta el perro podía sentir la caída de su dueño, y había optado por acompañarle en silencio y con la cabeza apoyada a su cuerpo.

Naruto estaba consciente del mal que estaba haciendo. Ya era la cuarta vez en el día que veía una película que se había visto millones de veces antes en Netflix. Sabía que tenía trabajos de la universidad pendientes, que tenía que sacar a su perro a pasear, que debía organizar el horario de trabajo como su jefe le había pedido. Pero llevaba desde la mañana haciendo lo mismo, y las únicas veces que se había parado de la cama fueron las que necesitó para ir al baño y traer comida a la cama. Ni siquiera había desayunado u almorzado realmente, se despertó tarde y cuando le dio hambre, ni siquiera cocino, solo agarró envases de la alacena y una Coca Cola del refrigerador antes de regresar a la posición donde estaba actualmente, mientras veía quizá por quinta vez en el año Avatar: The Last Airbender.

Estaba como ido.

Chequeaba su celular constantemente, como un robot en automático, y mientras bajaba por Instagram, y se sentía cada vez más solo y cansado que antes, sin entender del todo como eso era posible. E inevitablemente pensaba que siempre era así, que debía de permanecer siempre así, aunque no quisiera. Bien podría haber intentado llamar a Sasuke o alguno de sus amigos, pero no lo había hecho, no había ni siquiera intentado. Una voz en su interior le decía que no había caso, que solo molestaría o se vería patético. Así que enfocaba de nuevo en la televisión, y aún así, con su mirada perdida y vaga en la pantalla grande, pensaba fuertemente y con insistencia que no debería estar haciendo eso, que debería estar haciendo algo productivo y sus pendientes. Sin embargo también se rendía inmediatamente luego de pensar aquello, y eso le llevaba al ligero desprecio que a veces podía llegar a sentir por sí mismo. Patético, eso era, así como un idiota.

La ansiedad le consumía de recordar su casa, la universidad, su perro acostado en sus pies; pero nos hería hacer nada, saber de nada. Y era como si a apagase su cerebro y lo reiniciase de nuevo para calmarse un poco, pero el ciclo se volvería a repetir en unos minutos.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora