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Si Hinata tuviera que elegir una palabra para describir lo que estaba pasando en ese momento, definitivamente sería: incómodo, claramente incómodo como el demonio.

Naruto por otra parte estaba fumando con cierto enojo el cigarrillo en su porche, mientras observaba demasiado indignado a la traidora de su vecina.

Okey, ambos estaban exagerando un poquito. Pero de nuevo, tenían sus razones para ello.

— Hola — había dicho Hinata, mientras se acercaba hacía él, sonriendo inocentemente. O eso trataba. La verdad estaba demasiado preocupada de que Naruto realmente se haya enojado con ella.

Habían pasado aproximadamente tres días desde el incidente del concurso, y no habían hablado para nada desde entonces. Y es que Hinata había perdido todo el coraje, el cual fue poco desde un principio, y había salido corriendo de ese auditorio tan pronto como se entregaron los primeros y segundos lugares, porque quedarse ahí para contemplar el rostro claramente sorprendido e indignado de Naruto, no era una opción. No, no lo era.

Sasuke, por otra parte, estaba más que feliz con todo, hasta había invitado a Hinata a comer para a celebrar. Y ni qué decir de Gaara, él había disfrutado absolutamente todo, hasta burlarse de la desgracia de ella.

Hoy, en el tercer día en que Hinata aún no tenía las pelotas para enfrentar a su vecino, simplemente ya no lo pudo postergar más. Y es que no era posible cuando este se había dedicado a bombardear su teléfono con mensajes, durante toda la mañana y tarde, y hasta hace cinco minutos, había comenzado a lanzarle los juguetes de Kurama a la ventana para que le hablase de alguna vez. Por el bien de Kurama, y de que Naruto no cometiera la locura de intentar saltar a su lado, era mejor confrontarle ahora. Así que finalmente se dignó a abrir el chat que compartían, y le dijo para verse en el porche de Naruto en unos minutos. Y este ahora la miraba serio, la verdad, más que serio, ni siquiera le sonreía con ironía.

— Quiero que me digas porque estabas en la pintura de Sasuke, y porque no me lo dijiste — fue lo primero que dijo, sin rodeos, dando otra pitada.

Un día de estos, Hinata juraba que se iba a tirar una piedra a la cabeza, por ser tan imbécil.

Se dirigió rápidamente a las escaleras del porche y se sentó a lado de Naruto, y juntando sus manos en un sincero "Lo siento" comenzó a contarle todo.

— Sasuke vino el otro día y me lo pidió — dijo—. No tenía idea de que llevabas mucho tiempo tratando de ganarle, o que su pintura sería buena, ni si quiera me la mostró.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — Naruto cuestionó, viéndola fijamente con sus ojos azules hechos hielo.

— Él me dijo que no lo hiciera, a cambio del dinero que me prometió como paga para ayudarlo — contestó completamente sincera.

Naruto enarcó una ceja y desechó el cigarrillo al suelo.

— ¿Me estás diciendo que te contrató? — preguntó.

Hinata asintió.

— Ese maldito — murmuró él — Me costaste mi victoria, ¿Sabes cuánto la esperé acaso? — preguntó, fingiendo estar realmente mal por todo aquello. En el fondo, Naruto lo había superado una hora después del suceso en sí. Solo estaba un poco cabreado porque Hinata no le había dirigió la palabra en días.

— Ya, en serio lo siento — dijo Hinata —. Juro que no tenía esa intención.

— ¿Y por qué me evitabas?, ¿Eh?

—  Me sentía realmente mal por todo esto. Y quería darte espacio a que te enojes y se te pase.

Naruto negó, rodando los ojos.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora