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Resultó que la distancia fue aún más larga de lo que esperaron.

Al parecer, ese cansancio extraño que sintió Hinata el día de la llamada, fue solo un indicador de que se avecinaba un resfriado terrible. Y sí, dos días después, Hinata empezó a sentirse con la nariz tapada y la garganta ronca. Pero decidió ignorarlo y vivir a base de té caliente y abrigos para el frío, debido a la cercanía de los parciales. Y es que según ella, no era tiempo para enfermarse.

Gaara, TenTen y Toneri la tenían vigilada. Pues la chica parecía a punto de caer muerta en cualquier esquina de la escuela, a pesar de que esta se negaba a aceptarlo. Y todo hacía que empeorara su condición, especialmente con el comienzo de cambio de clima. Tan solo ayer habían tenido una pequeña llovizna, pero aún así, con lo malo que era mojarse un poco y luego pasar directo al aire acondicionado de las aulas, Hinata se negaba a creer.

Naruto también se había enterado del mal estado de su novia. La había visto un día de camino a al escuela, y está, lucía como un vampiro, porque hasta pálida estaba. Se preocupó obviamente, pero, apara su desgracia, no podía estar cerca todo el rato. Después de todo, ya faltaba poco para que sus padres llegaran y aún no terminaba de decorar la casa ni poner el árbol, sin contar que las cosas en el trabajo habían incrementado y aún seguía insistiendo en la cuota que debían algunos de sus familiares. Estaba estresado. Pero aún así, había intentado ir a charlar con Hinata varias veces, pero la verdad es que la chica se sentía tan mal, que salir de su cuarto era como la peor cosa que le pudieran pedir en esos momentos, y prefería que Naruto no la fuese a ver porque sino se terminaría contagiando, y eso era lo último que los dos querían. Y es que, ella, apenas iba al colegio por su propia fuerza. Y es que siendo sinceros, Hinata estaba tan mal, que su padre comenzó a llevarla en auto a la escuela, para que no tuviera que caminar en esos días fríos y lluviosos. Porque sí, así de grave se sentía para llegar a eso.

Y la semana de parciales fue casi un veneno mortal. Hinata no tenía ni la más mínima idea de si le va ir bien o mal, y es que, honestamente, a este punto nada le importaba ya. Ni siquiera sabe cómo hizo para ir todos esos días y no morir frente a la hoja de los aportes, o que el cerebro no le explotara con tantos números y letras de por medio. Lo único que si sabe, es que tan pronto dio el último aporte, su cuerpo finalmente levantó la bandera blanca, y colapsó tal base militar bombardeada. Le dio una fiebre terrible al día siguiente, cabe decir, que en mitad de horario de clases. Y se sintió tan pésimo, que su madre tuvo que ir a sacarla del instituto para llevarla a un médico y, luego, directo a descansar en su casa por el resto del día. Ni siquiera asistió a la última semana de clases, porque estaba ocupada tratando de no morirse en su cama.

Aparentemente el sobre esfuerzo que hizo solo había empeorado su condición, y eso hizo que sintiera todo mil veces peor de lo que una gripe común era, hasta que llegó a la misma fiebre alta.

Naruto quiso visitarla todo ese tiempo, pero simplemente no hallaba el momento. Siempre le surgía algo nuevo, y evitaba que fuera verla, y eso, sinceramente, comenzaba a fastidiarle con creces. Solo hablaba con Hinata por medio de mensajes o llamadas, donde podía escuchar sus voz baja y ronca a través de la línea, y ni siquiera podían verse por la ventana como antes, pues el frío de la noche probablemente haría que Hinata empeore de nuevo. Se sentía un mal novio, aunque Hinata le aseguraba que exageraba.

Y oficialmente la distancia se alargó aún más durante los últimos días, cuando ni siquiera pudieron hablar absolutamente nada. Pues sí, los padres de Naruto llegaban a la mañana siguiente, y Naruto se había matado los últimos tres días tratando de que todo estuviera en orden. No decía "perfecto" porque sabía que no había caso si su madre estaba presente.

Eso lo llevó a la mañana siguiente a estar parado en el aeropuerto, a espera de ver una cabeza rubia y otra roja, caminando hacia él. Cuando lo hizo, y vio las grandes y pesadas maletas que ambos llevaban, esos solo hizo que el ánimo de Naruto decayera a los suelos.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora