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Las cosas habían mejorado, ciertamente.

Hinata debía de admitir lo estúpida que se había sentido durante todo el tiempo en que no se habló con Naruto, cosa que ella misma inició, pero es que a veces, su naturaleza tonta le fallaba en su contra. Podía obtener la mayor nota en clase, pero nadie la había preparado para enredos amorosos de la vida real. Y en su defensa, se había pasado dieciocho años de su vida sin ningún tipo de romance, ¿Así que qué esperaban? Era obvio que resultaría una torpe si no tenía nada de experiencia previa. Mientras la mayoría de las personas van poco a poco descubriendo y experimentado, ella estuvo tranquila y a la vez frustrada en su soltería, para que de la nada, alguien tan ridículamente perfecto como Naruto, que básicamente cumplía con casi todos su estándares, le dijera que también le gustaba, ¿Entienden?

Era mutuo ¡Mutuo! Eso solo pasa en libros, películas y a las personas que nacieron tocados de la mano de Dios, si es que existe un ser divino, claro. Y ella, hasta ese momento no se había considerado tan bendecida como para eso, porque con la clase de suerte que usualmente se cargaba, era una fortuna que no haya enloquecido hace tiempo.

A ella le gustaba Naruto, le encantaba, era perfecto, lindo y lo que sea, pero ya se estaba oyendo y tenía ganas de revolcarse en la cama por la vergüenza que se provocaba así misma con sus propios pensamiento. Todo lo que Naruto le hacía sentir ya lo había confirmado. Pero tenía sus dudas respecto a otras cosas, dudas que se había prometido hablar, esta vez en serio, con el chico. Y es que, de nuevo, ya sabía que la forma de resolver aquello no era evitando a su vecino. Hinata ahora sabía que eso había sido el acto más bobo de su vida desde la vez en que ayudó a Gaara a conseguir un descuento en un taller de arte, todo fingiendo ser enamorados que tomaban el curso juntos. Esto de fingir ser pareja le estaba sumando credibilidad a sus dotes actorales, ya que en el colegio seguían pensando que eran algo, a pesar de que ya no se esforzaban tanto en parecer cariñosos. Pero, hablando de Gaara, debía agradecerle a ese idiota también, porque si no hubiera sido por él, no hubiera podido reunir el valor para hablar con Naruto el día después de que este la confrontó en su ventana.

Hinata se había dado cuenta, desde el minuto en que Naruto había comenzado a hablar, que las cosas no estaban bien, y que en gran parte era su culpa. Se sintió fatal luego de eso, y sin realmente tener una idea de qué hacer exactamente, llamó a Gaara. No sabe por qué lo hizo, por qué lo escogió a él; tal vez fue porque desde que se habían hecho amigos, había sentido esa conexión instantánea entre los dos, porque a parte de TenTen, él la entendía cuando hablaba de Naruto, pero también la obligaba a escuchar razones a parte de las suyas propias. Sea lo que sea, Hinata agradeció infinitamente que Gaara le hubiese abierto los ojos a través de su conversación por teléfono. Claro, fue a base de sarcasmos, un poco de gritos y hasta la obligó a hacer videollamada para explicarle su estupidez por medio de una pizarra que Gaara había tenido a la mano. No pregunten ni cómo ni por qué, pero habían terminado riéndose.

Aun Hinata no tenía idea de cuándo ni cómo podría plantearle a su vecino las inseguridades que tenía. Repasando, esas eran la relación que este tenía con Sakura y la proyección que quería de ellos juntos. Pero lo haría, se las diría y hablarían. Por ahora estaban bien charlando casualmente como habían hecho antes de todo el embrollo, aunque había sido un poco incómodo volver a adaptarse durante los primeros minutos charlando, pero volvieron rápido al mismo ritmo de siempre. Hinata aún no olvidaba que tenían algo pendiente, y sabía que en el fondo Naruto tampoco. Podía decirlo por la forma en que él la miraba cuando fingía estar distraída, y las veces en  que sus manos se rozaban a propósito al ir caminando juntos por la calle, enlazando sus meñiques sin atreverse a unir todos los dedos, aunque lo deseaban.

— Son tan tontos y tiernos que no se si pegarles para que se junten de una vez, o vomitar sobre su relación — había dicho Gaara cuando Hinata les comentó su situación actual.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora