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Había pasado algo extraño.

Ese jueves por la mañana, fue hace una semana exactamente. Y había sido algo raro, realmente, había pasado algo que no se esperaba, ni en sus mejores sueños. Ni siquiera en los peores.

Justo en aquel momento, había estado de camino a la escuela, como de costumbre. Iba algo más cansado de lo habitual, no había dormido anoche haciendo una tarea, y por eso, ahora le estaba pasando factura. Fue entonces que Hinata vivió la experiencia más, poco común, de su entera existencia. Algo que ni en un millón de años y si los vampiros fuesen reales, habría deducido.

— Hinata, no olvides traer la tarea, la necesito, por favor— le suplicaba la voz de TenTen desde el teléfono. Casi y un poco más que lloraba.

Se encontraban en medio de una llamada telefónica, que había iniciado desde antes de que Hinata saliera de su casa, quien por cierto, sentía que se le cerraban los ojos de nuevo mientras atravesaba su patio delantero, demasiado exhausta para notar lo que había a su alrededor, y los vecinos que la querían saludar. Definitivamente no había podido dormir bien la noche anterior, y Naruto no había colaborado, la había distraído bastante de sus deberes, discutiendo sobre algún tema que ahora ya no recordaba con claridad. En sus sueños, quería patearlo por bobo.

— Sí, sí, la traigo conmigo — dijo Hinata, tratando de no bostezar. Tapó su boca.

—¡Bien! Llegaré temprano hoy para poder copiarla a tiempo.

—Deberías intentar hacer el trabajo por ti misma — sugirió, ya seriamente, estando a punto de pasar frente a la conocida morada de donde vivía su vecino —. No es tan difícil.

— Eso dices tú, porque eres una de las mejores alumnas-

— ¡Hinata Hyuga!

De repente alguien gritó, haciendo que la chica en ese momento se frenara en su puesto. No mentiría, se había asustado, y parte del sueño se le había ido. Automáticamente dejó de prestar atención a lo que TenTen decía, y miró a los lados, buscando con sus cansados ojos quién le había llamado. Digna fue sorpresa, cuando finalmente encontró al culpable. A esa persona, no la había tratado más de dos veces, y no esperaba hacerlo una tercera. Esa misma persona, había comenzado acercarse a ella de manera decidida y confiada, caminando como siempre, como un maldito modelo cuya belleza solo aumentaba las probabilidades de que realmente lo fuera. Parecía más intimidante hasta cierto punto, mucho más que de costumbre, o tal vez solo lo parecía porque Hinata aún seguía medio dormida. Sea como sea, ya estaba casi en frente suyo.

Debía ponerse en guardia y no dejarse engañar por la belleza fría del chico.

— TenTen, más tarde nos vemos — fue lo último que le dijo a su amiga, antes de colgar y dejarla con las palabras en la boca.

Para el tiempo en que hizo eso, se puso recta como una tabla sobre su puesto, y el chico que la había llamado, ya oficialmente había llegado hasta ella. Él cargaba su típica expresión estoica, una sudadera de marca, que parecía quedarle un par de tallas más grande, y su inolvidable mirada neutra enfocada solo en ella y nadie más. Bueno, no había muchas personas en la calle tampoco, así que no era como si tuviese a quien más ver. Sin embargo, parecía indagarle hasta el fondo del alma. Y como siempre, eso puso algo nerviosa a Hinata.

Y es que sí, Hinata Hyuga tenía una vez más, sin realmente quererlo en verdad, en frente suyo, al nada más y nada menos, que mismísimo Sasuke Uchiha, quien era mejor amigo de Naruto, y con quien ella, muy pocas veces en su vida, se había cruzado antes, y casi todas habían sido experiencias un poco tensas.

Topárselo a primeras horas de la mañana no era exactamente un buen comienzo de día.

— Buenos días, Sasuke — saludó, tratando de no balbucear algo estúpido. Mezclar cansancio matutino con nervios no era bueno. Pero no podía culparla, ese chico tenía algo que la hacía sentir un poco más pequeña, casi como una hormiga — ¿Cómo estas?, ¿Vienes por Naruto?

— Buenos días — correspondió este, guardándose las manos en el bolsillo, y pudo notar que le echó una rápida mirada por completo —. La verdad, no vine aquí por Naruto. Quiero hablar contigo — informó.

El metro de confusión de Hinata estaba alto, casi por las nubes ¿Por ella?, ¿Estaba aquí por ella?, ¿¡De qué diablos quería hablar con ella!?

— Eh, sí, claro — dijo Hinata, tratando de mantener la calma. Escondió sus manos en los bolsillos de su saco, de repente, el frío de la mañana había crecido — ¿Qué pasó?

— Vengo a ofrecerte una oferta de trabajo.

— ¿En serio?

Vaya, eso no lo esperaba.

— Sí — confirmó Sasuke.

— ¿Y qué tengo que hacer?

— En dos semanas habrá un concurso de exposición del arte, necesito que modeles para mí, y yo te pagaré por cada sesión que necesite.

Y eso se lo esperó mucho menos.

¿Hablaba en serio?

Hinata entró en shock.

— Es importante — continuó Sasuke —, por eso vine a buscarte enseguida, pero no tenía como contactarte — admitió—. Así que necesito tu respuesta lo más pronto posible, ya para ir planeando lo que haré, ¿Me ayudas o no? —

Okay, Hinata pensó que con "lo más pronto posible", Sasuke le daría al menos un día o dos para pensarlo. Pero no, se refería a justo aquí y ahora. Eso no la ponía en tan buena posición, porque realmente no sabía qué pensar sobre todo aquello. No le caería mal tener dinero propio, porque con sus gustos caros, apenas le alcanzaba la mesada de sus padres. Pero Sasuke, él era casi que un extraño, sin contar que le daba un poco de miedo. Incluso ahora, con ese tono y personalidad exigente que usó, ella tenía miedo de decir no, aunque el chico ni siquiera se había movido de su lugar, y no hacía más que mirarla fijamente a los ojos.

¿Modelar?, ¿Concurso? Necesitaba más información y que la dejasen asimilar un poco. Sin duda.

— ¿Qué exactamente quieres que haga? — dijo, algo atontada, tal vez también era efecto por la falta de sueño.

Sin embargo, Sasuke tomó aire y se dio tiempo de decirle esta vez las cosas con más calma, y más contenido en la información.

— Va a ver un concurso, es de la universidad. — explicó— Voy a participar, y Naruto también lo hará. Siempre lo hacemos, y hay una apuesta de por medio también. Voy a aplastarlo — eso había sido muy directo — Y para eso, se me ha ocurrido que me ayudes modelando y tomando un par de fotos. Lo pensé mucho y definitivamente me pareces la más adecuada — Sasuke sonaba a como cuando un profesor le hablaba su alumna más responsable y menos idiota del grupo del sexto grado —. Solo serán dos días, y te pagaré la hora veinte dólares. Puede que te necesite dos o tres horas por día, así que me parece que es dinero que ganaras fácil, ¿Aceptas?

Hinata no supo cómo, pero aparentemente había dicho que sí o eso al menos le dio a entender al chico, porque cuando este se marchó, ya habían estrechando manos e intercambiado números. Debía de aceptarlo, la avaricia le pudo más que el miedo.

Así que dos días después, dudosa y con ayuda del gps de su teléfono, se dirigió a la mansión de Sasuke Uchiha, que por cierto, la dejó deslumbrada. Todo parecía brillar, tenían incluso tres sirvientas, y para llegar a la puerta principal, tuvo que casi recorrer un bloque entero del patio de enfrente. Realmente esto podía confundirse con un castillo en medio de la nada, y probablemente jamás hubiese llegado de no ser porque tuvo que llamar a Sasuke para que la fuera a recoger al exterior. Se sentía dentro de un cuento de hadas, literalmente hablando. Solo faltaba que un unicornio saliera desde la zona de los bosques que había alrededor, y que solo le daba más ambiente romántico a la mansión.

— Ah, y una petición más — le había dicho Sasuke, antes de empezar ese día —. Necesito que lo mantengas confidencial. Ni una palabra de esto a Naruto.

— ¿Por qué?

— Es una sorpresa. — le dijo, sacando al patio un montón de equipo fotográfico — Debes cumplir eso, si quieres la paga de veinte dólares por hora.

Aceptó, aunque presentía que se acaba de meter en algo muy grande.

Hey, vecino [Naruhina] En edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora