Preámbulo.

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En un mundo donde la corrupción y violencia, nos obligó a crecer y convertirnos en vengadores de nuestro propio destino.

Corea del Sur - 1992.
Guerra interminable entre el Norte y los revolucionarios del Sur.
Sangre inocente decoraba las calles.
Gente oculta por miedo.

El llanto de una recién nacida se escucha de manera estridente en el subterráneo. Su madre, ahogaba los gritos que amenazaban con salir de su garganta, para no ser descubierta después de que su esposo saliera a buscar provisiones para los próximos días.

El país había sido invadido por tropas del Norte, amenazando a la gente y sometiéndolos, hace dos años. Ella y su esposo eran parte de la revolución, pero después de un año, quedó embarazada. Así que tuvo que ocultarse en el refugio y ver cómo los demás peleaban.

—Está bien, ya ha nacido —dijo la mujer, que le ayudo en el parto—. Está sana.

La nueva madre, sonrió. El sudor bajaba en pequeñas perlas por sus mejillas y su cuerpo, se sentía muy cansado. Aún así, tomo a su bebita en brazos y depósito un beso en su frente.

— No te preocupes mi pequeña. Prometo que tú crecerás en un país libre — susurró a la bebé.

Acompañada solo por la mujer que le ayudo, el subterráneo era desolador. Todos se habían ido a un enfrentamiento a las afueras del refugio, cerca de la casa azul, donde se encontraba el dictador, mientras ella y su esposo traían al mundo una nueva vida. Esto marco una grande determinación en ellos, lucharían juntos para brindarle un futuro a su bebé y los niños que nacieron en los próximo años.

Así, transcurrió el tiempo en el que mucha sangre se derramó, por la causa. Miles de rebeldes morían al día, pero la determinación de los sobrevivientes fue mucho más fuerte, que la misma muerte.

Para el año 1994, habían logrado algunos avances. Algunas ciudades y partes lejanas a la central, habían cesado en ataques, dando un poco más de libertad.

El líder de los rebeldes, luchaba con todas sus fuerzas para acabar con las tropas del Norte, mientras protegía a su esposa e hija.

Un gran deber para todo el país. Un héroe sin igual para Corea. Un lucha constante... Por la libertad.

Ese fue el combustible para soportar y luchar, hasta perder toda su vida por los demás.

MurderersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora