Capítulo 11- Nada es como parece ser

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Hugo me recogió a la hora acordada y me llevó a la casa de su tio. Antes de entrar me dió un consejo.

-Amelia, te daré un consejo.

-Me vendría muy bien la verdad- dije nerviosa.

-Cuando hables con mi tio háblale si saca el tema de... como decirlo... le gusta saber mucho del cuerpo humano, sobre todo de los huesos, investiga crímenes y es policía al mismo tiempo. Si te pregunta sobre huesos o tipos de... calmantes... u otra cosa síguele el rollo. Si no lo haces pensará que eres una ignorante y ahi ya no le caeras bien.

-¿Quieres que si saca el tema hablemos de huesos?

-Si, más o menos, mi tio es... un tanto especial. Le conozco bien y siempre que habla con álguien saca ese tema y ha pasado más de una vez que la gente no ha sabido que decirle y mi tio les da la espalda por eso.

Tragé saliva y abrí los ojos hasta no poder más.

-Tu tio es un poco...

-Si... lo sé, vamos- dijo cojiéndome de la mano y llamando al timbre.

Cuando nos abrió me quedé impactada, era un hombre de unos 50 años o puede que un poco menos de ojos iguales a los de Hugo y con el pelo largo suelto que le llegaba un poco por debajo de los hombros, parecía mi padre, serio y con cara inexpresiva. Vestía con unos vaqueros y una camiseta blanca, no parecía ser muy mala persona.

-Hola tio- dijo Hugo estrechando su mano.

-Hola sobrino y esta preciosa chica debe de ser ella.

-Si, es ella, mi novia.

-Buenas, encantada de conocerle, me llamo Amelia.

-¿Amelia González?- preguntó.

-Si- dije algo sorprendida.

-¡Valla! No me puedo creer que mi sobrino esté saliendo con la chica conocida por graduarse en medicina tan joven- dijo mostrando una sonrisa enorme.

-Por lo visto, han hablado bien de mi- dije sonriendo.

-Y tanto, pasad- dijo.

Entramos al salón y nos sentamos en el sofá.

Mientras se hacía la comida me preguntó sobre mi familia, amigos, como nos conocimos Hugo y yo, y más.

-Y dime... ¿Como crees que se les llaman a las personas que por algún motivo pueden llegar a matar a su familia?- me preguntó.

En ese momento Hugo me guiñó el ojo dándome a saber que este era el consejo del que me había hablado antes.

-Pues vera, para mí, que una persona mate a su familia con motivos o sin ellos se les llama desequilibrados mentales.

-Mm... bien dicho, se nota que sabes- dijo tocándose la barbilla.

-Por algo es médico- dijo Hugo con una sonrisa mirándome.

-Ui la comida, que se quema- fue corriendo a la cocina dejándonos solos a mi y a Hugo medio minuto.

-Bueno, espero que te gusten los fideos, o como lo llaman ultimamente, ramen.

-Si, me gustan, gracias.

Nos pusimos a comer y cuando terminamos dejamos de hablar de mí.

-¿Puedo preguntarle una cosa? em..

-Llámame Mario querida.

-Bueno, ¿Puedo preguntarte una cosa Mario?

-Claro, adelante.

-¿No está casado?

-Pues no... me gusta vivir solo... no tengo ni pareja, ni amigos, ni familia, bueno, aún me queda a Hugo como familia.

-¿Y puede soportar esta soledad?

-Si, es raro lo sé, pero siempre me ha gustado la soledad.

-Ya veo... bueno, si eres feliz así que mas da lo que digan.

-Ahí le has dado- dijo sonriéndome.

-Vamos yendonos- dijo Hugo levantándose del sofá.

-¿Ya?- preguntó su tio mirándole.

-Si, Amelia tiene que estar cansada y yo tengo que trabajar hoy.

-Bueno, pues ya nos veremos, adios-dijo despidiéndose de mí con un abrazo.

-Si, adios- dije.

Cuando salimos Hugo me acompañó a casa.

-¿Trabajas hoy?- le pregunté dudosa ya que era navidad.

-Si, pero es solo para hacer unos papeles, después iré a casa de mi tio a ayudarle a mover unas cosas de su garaje y si quieres por la noche vengo y cenamos juntos.

-Vale, me encantaría que vinieras.

-Bien pues aquí estaré, sobre las nueve y media más o menos.

-Vale.

-¿Te ha caido bien mi tio?

-Es muy simpático.

-Cuando quiere, aunque le has caido muy bien, y es muy raro en él.

-Pues que suerte tengo.

-Ya lo creo- dijo riéndose- me voy a trabajar, adios.

-Adios- dije después de besarle.

Entré a casa y puse el calefactor de la casa ya que cada vez hacía más frio. Me puse mi pijama y me eché a dormir un poco la siesta, ansiosa de cenar a solas en mi casa con mi novio, se me hacía raro llamarle así.

Mario, el tio de Hugo, no sé por qué pero no me había caido muy bien la verdad, pero en parte era simpático.

Amor con OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora