Capítulo 19-Una visita inesperada

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Ya era tarde, volví a casa sin que me vieran salir de la comisaría sin dejar ni un solo papel fuera de su sitio.

Decidí volver a casa, eran las nueve y media pasadas, entré en casa y dejé las cosas, tiré las llaves a la cama de mi habitación y me eché boca arriba aún perpleja, no me podía creer lo que había averiguado solo por una carta... espero que Mario no se diera cuenta de que la ví si no... es capaz de... ¡No! No puedo pensar en lo peor, tengo que pensar positivo.

El sonido del timbre me sacó de mis pensamientos, lo raro era que el timbre sonaba sin parar así que me apresuré a abrir la puerta.

-¡Si, si! ¡Ya voy!- dije corriendo a abrir.

Cuando abrí me quedé como una estatua... no puede ser... será... ¿un fantasma?

-Hu-Hugo...- dije casi llorando.

-Espero... n-no molestarte...- dijo cansado sujetándose el brazo izquierdo.

-¿Qué...qué te ha pasado?- dije mirando su brazo ensangrentado.

-Es una larga historia...

-Pasa.

Cuando pasó le dije que se quitase la camiseta, fui a por el botiquín que guardo siempre en el baño, se sentó en el sofá sin la camiseta y pude ver una herida causada por un cuchillo o navaja bastante grave. Empezé a curarle la herida y no se quejó ni una sola vez, pero su expresión lo decía todo.

-Empieza a contarme- dije mientras le curaba.

-¿Qué sabes?

-Muchas cosas...

-¿La carta esa de que morí en batalla?

-Si, empieza por ahí.

-Verás... cuando terminó la guerra, que salí ileso, al día siguiente entró un hombre a mi habitación diciendo que era un buen amigo de mi tio, cuando le abrí y le dejé pasar me golpeó y me amenazó con una navaja... conseguí huir. El Martes, el día que supuéstamente regresaba a casa, el comandante no me encontró en la habitación y vió la sangre, entonces pensó que estaría muerto y mandó la carta. Hize lo que pude para volver durante cinco días y hoy llegué aquí de madrugada pero el que me intentó matar me vió y me acorraló con dos amigos suyos en un callejón y me golpearon varias veces y después sacaron los cuchillos y uno me dió en el brazo y este corte pequeño en la mejilla y otra vez... conseguí escaparme y vine aquí ya que Jaime no estaba en casa... era por no meterte a tí en el problema...

-Hablando de meterme en problemas... tu tio fue quien...

-Asesinó a mi familia y contrató a esa persona para matarme solo para quedarse con la empresa de la familia... lo sé... lo ví todo claro... me sonaba la figura del que ví junto a los cadáveres de mis padres... y era él, mi tio...- dijo interrumpiéndome.

Le conté todo lo que leí en la comisaría del asesinato de su familia y no se sorprendió.

-Ya sospechaba de él... no se preocupaba por mí- dijo.

Le vendé la herida y le puse algo de pomada en los moratones.

-Me alegro de que estés vivo- dije cojiéndole de la mano.

-Siento haberte preocupado- dijo poniendo su mano en mi mejilla.

-No sé si perdonarte... me ha dolido no saber nada de tí- dije con una sonrisa pícara.

-¿Y así?- dijo besándome despacio.

-Mm... así si- dije sonriendo y volviendo a besarle.

-¿Qué vamos a hacer? Es un asesino, no se puede ir de rositas habiendo matado a su propia familia.

-Mañana iré a hablar con él, quiero ver la cara que pondrá cuando me vea vivo.

-Iré contigo.

-No.

-¿¡Qué!? Pero...

-No quiero que te pase nada, iré yo.

-Pero es que...

-Amelia... por favor...

-...Vale... Vamos a cenar, tienes que estar hambriento.

-La verdad es que si.

Cuando cenamos le dije que tenía que dormir para recuperar fuerzas, no me rechistó, se acostó en mi cama y abrió su brazo derecho para que me recostara junto a él y me dormí encima de su pecho.

Amor con OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora