Pasaron seis días desde aquella noche en el que me besó Hugo. La verdad es que se sentía bastante bien, sus labios eran cálidos y muy suaves, lo malo es que creo que sentí algo...
Me levanté de la cama tras sonar el despertador a las once.
Hoy era el día, el día en el que mi "hermana" se casaba.
Me duché, desayuné y fuí a ponerme mi vestido de dama de honor.
Era un vestido color salmón con escote corazón hasta las rodillas, era un poco ajustado de cintura para arriba, pero de cintura para abajo era más suelto.
Me puse los tacones de cuatro dedos a juego con el vestido, me maquillé y me hize un moño no muy alto y dejé que varios mechones de pelo salieran del moño. Ya terminado me puse una pinza con una mariposa blanca de adorno en el pelo para que pareciese que me sujetaba con eso el moño.
Cojí mi bolso blanco donde metí una barra de labios rosa, mi móvil y las llaves de mi casa.
Las damas de honor habiamos quedado con la novia en su casa, yo fuí la primera en llegar. Su madre me abrió.
-Hola Amelia, pasa, está arriba, yo me voy ya a la iglesia, ella ya está preparada- dijo casi llorando.
-¿Se encuentra bien?- le pregunté poniéndole la mano en el hombro.
-Si si si...-dijo secándose con un pañuelo las lágrimas- es que... mi hija se va a casar... y... ai...
-Tranquila, no pasa nada, está en buenas manos, Jaime es un buen chico- dije sonriéndole.
-Si, gracias, por cierto, estás preciosa.
-Gracias, igualmente.
La madre de Ana se marchó a la iglesia. Su padre tenía que venir con nosotras ya que tenía que llevarla al altar.
Subí a la habitación de Ana, llamé a la puerta y escuché que me daba permiso a pasar, abrí la puerta y me la encontré vestida de blanco con un vestido ajustado, con cola arrastrando y un belo también arrastrando. El vestido era de manga corta y casi sin escote, pero le quedaba muy bien. Llevaba un moño sin ningún pelo fuera de su sitio, bien maquillada y con un ramo de flores rojas.
-Dios mio...- me tapé la boca con una mano
-Amelia, estoy muy nerviosa- dijo mirándose el vestido- ¿Cómo estoy?
-Preciosa... muy preciosa...
-¿Si? Menos mal...
-Tranquila va a salir todo a la perfección.
-Si- me sonrió.
Me salió una lágrima por la emoción de que mi mejor amiga desde la infancia se iba a casar y puede que ya nada sería como antes.
-No llores Amelia...- dijo abrazándome.
-No lloro... es una mota de polvo...- mentí secándome las lágrimas.
-Ya claro...- rió.
Me miró y me cojió de los brazos.
-Te prometo que aunque me case, seguiremos siendo amigas y "hermanas", nada va a cambiar.
-¿nada?
-Nada, eres mi mejor amiga, gracias por tu apoyo durante todos estos años- dijo abrazándome.
-Lo mismo te digo Ana, no cambies nunca ¿vale?
-Vale- me sonrió.
-Bien, faltan cinco minutos para irnos y aún faltan las otras dos damas de honor.
-Lo sé...
De repente llamaron al timbre, eran Sofía e Isabel, las damas de honor que faltaban. Eran nuestras amigas desde secundaria, siempre nos habiamos llevado bien Ana y yo con ellas, saliamos todos los viernes, hasta que Sofía se marchó a una ciudad a estudiar música e Isabel teatro. A veces venían una vez cada mes a vernos y al día siguiente se iban. Pero las vimos hace unos pocos días y se quedaron aquí durante una semana para arreglar detalles del traje de dama de honor.
-Ya están aquí ¿Lista?- le pregunté.
Tras suspirar afirmó con la cabeza y bajamos a reunirnos con Isabel, Sofía y el padre de Ana para irnos a la iglesia.
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Amor con Odio
Roman d'amourAmelia, una chica lista, simpática y educada tenía un amor en el instituto llamado Hugo, él apenas sentía algo bueno por ella, era un chulo, egoísta, pasota y creido. Él desapareció de una manera que con sus palabras hirieron a Amelia, de tal maner...