Pasó cuatro días desde aquel día de la promesa.
Fuí a trabajar y cuando salí fui a ver a mi primo que había empezado a trabajar de policía.
Entré en la comisaria y estuve hablando solo media hora con él ya que tenía mucho trabajo que hacer.
Cuando iba a salir de la comisaria vi a Hugo entrar, él no me vió así que pensé en que cuando saliera le saludaría, porque ahora mismo parecía ir con prisas.
Hugo entró en una habitación donde se podía ver tras las ventanas que estaba su tio Mario. Ya Hugo dentro echaron las cortinas y de lo serio que estaba Mario supuse que no sería algo bueno.
Me acerqué a la puerta para oir lo que decían, y aunque parezca difícil pude oirlos sin que notaran mi presencia tras la puerta.
-Hugo, tengo que decirte algo, siéntate.
-¿Qué pasa?- dijo sentándose.
-Veras, antes de ayer fui a tu trabajo y te alisté... para...- suspiró.
-Tio, me estás poniendo nervioso, dímelo ya.
-Te alisté al ejercito, irás a la guerra pasado mañana.
En ese momento sentí un gran dolor en el pecho, me dolió tanto que se me soltó alguna que otra lágrima... No puede ser... ¿Por qué él?
-¿¡Qué!?- dijo Hugo casi chillando levantándose de la silla.
-Hugo, tranquilo.
-¿¡Por qué hiziste eso!? ¿¡Por qué no me has consultado antes de hacer nada!?
-Hugo, te recuerdo que tu padre dijo que hasta que no tuvieras 22 años no serías mayor de edad para él así que para mí tampoco, y que yo sepa tienes aún 20.
-¡Pero no es justo! ¡No estoy preparado para convatir!
-Si lo estás, por algo eres un oficial.
-Pero aquí lo tengo todo, soy feliz con mi trabajo, mis amigos, ¡mi novia! ¿Por qué lo has hecho?¿Por qué me has alistado?
-Porque quiero que me conozcan como el tio del gran oficial.
-¡No lo veo justo!... ¡si mi padre estuviera aquí...!
-¡¡Pero no está, y yo mandó en tí hasta tus 22 años!!
-Si esque no me matan en la guerra...
-Vas o vas.
-No tengo opción ¿verdad?
-Exacto.
Hugo suspiró y cuando ya había abierto la puerta me vió salir corriendo de la comisaria y me siguió.
-¡Amelia! ¡Espera!
No me detuve, quería despistarlo así que giré y pasé por un callejón que me llevaba a casa.
Cuando llegué a casa entré corriendo.
Ya dentro dejé mis cosas por el suelo y me eché en mi cama boca abajo a llorar con la cara pegada a la almohada. No podía dejar de llorar, hasta que a los 20 minutos llamó Hugo a la puerta.
-Amelia, abre por favor...
-¡Déjame!
-Por favor...
-¡No!
Abrió la puerta con la llave de repuesto que siempre dejo en una losa suelta al lado de la puerta , aunque no sé como podía saber de esa llave y del escondite porque nunca la había utilizado.
Me buscó y se guió por mis sollozos. Entró en la habitación y se sentó a mi lado.
-¿Nos escuchastes?- me preguntó poniendo su mano en mi espalda.
-Tú que crees...- dije mientras lloraba.
-Amelia, yo... no sé que decir...
Hugo me abrazó y estuvimos así un cierto tiempo mientras hablábamos.
-Lo siento... ojalá hubiera otra solución pero mi tio no me dejará hasta que no cumpla los 22... tal y como quería mi padre... de verdad que lo siento, me quiero quedar aquí, contigo, pero ya estoy alistado y tengo que ir si o si.
-Por favor, vuelve, no dejes que te maten, regresa junto a mi- dije aún llorando entre sus brazos.
-Descuida, volveré a tu lado. Mañana pasaremos todo el día juntos si quieres.
-Si por favor.
Me besó en la cabeza y me cojió de la barbilla para verme la cara y me secó una lágrima que me estaba cayendo por la mejilla.
-No me gusta verte llorar, aquella vez te dí una flor para que dejarás de llorar pero espero que aceptes esto.
Tras decir eso me besó. Me dejé llevar y le seguí el beso.
-Eso también te lo acepto- le dije.
Sonreimos y nos volvimos a besar.
Pasó una hora y llamó a Jaime y Ana para contárselo.
Pasado mañana estariamos todos en el aeropuerto para despedirnos de él. Tenía que ir a una zona de África a combatir. Todos eramos conscientes de que podriamos perderlo pero Hugo no tenía opción, pero si a él le llegara a pasar algo no sé si sería capaz de soportarlo...
ESTÁS LEYENDO
Amor con Odio
RomanceAmelia, una chica lista, simpática y educada tenía un amor en el instituto llamado Hugo, él apenas sentía algo bueno por ella, era un chulo, egoísta, pasota y creido. Él desapareció de una manera que con sus palabras hirieron a Amelia, de tal maner...