Ely
La mañana estaba siendo un poco agotadora. Llevaba desde las nueve de la mañana en la tienda del centro comercial, y mi turno no acababa hasta las dos de la tarde. Apenas eran las once de la mañana, y ya estaba deseando salir. No era un trabajo que me desagradase, es más, me encantaba ver la de ropita que traían para colocar en el escaparate, y como las madres venían ilusionadas con los niños a probarles de todo. Pero estos días notaba que no estaba en mí, como si mi cuerpo actuara de forma automática en muchas situaciones mientras mi mente viaja por sabe dios donde. Y eso de alguna forma me estresaba y hacia que no estuviera al cien por cien con todo.
Atendí a una mujer mayor, que buscaba algo de ropita para su nieto. El cual por lo visto había nacido hacia poco, por lo que esa mujer de quizás setenta años estaba en el paraíso. Tras colocarle su elección de un bonito conjunto de pantalón y camisa en un tono azulado en una de nuestras bolsas con el nombre de la tienda, se marcho con una sonrisa de oreja a oreja. Y no sé porque, pensé en mi madre. En el hecho de lo bonito que de alguna forma hubiera sido que al igual que esa mujer, hubiera comprado algo para su nieta. Pero sus acciones la privaron de eso.
Comencé a hacer la cuenta de los ingresos del día, al menos hasta el momento, así adelantaría trabajo y quizás podría salir antes, cuando nuevamente el sonido de la puerta me hacia quitar la vista del cuaderno de cálculo y dirigirlo a la puerta. ¿Habéis escuchado alguna vez eso de que en lo que te centras, lo atraes?, pues ahí estaba, mi madre. Una leve sonrisa salió de sus labios, y yo no sabía muy bien cómo responder ante ese gesto. Guardé el cuaderno, y me levanté de la silla del mostrador. Se acercó con una actitud un poco extraña, y con la ausencia de mi hermana junto a ella, y al llegar al mostrador, rompió el silencio.
- Ely, esperaba encontrarte aquí – dijo sin hacer desaparecer esa sonrisa de su rostro – Carl me dijo que estabas trabajando en esta tienda – pronunció mirando a su alrededor, inspeccionando el lugar.
- ¿Qué te hizo venir? – pregunté llamando su atención para que me mirase.
- Pedirte perdón – dijo rápidamente, mirándome a los ojos – Ayer estuve mal acertada contigo, y quiero pedirte perdón. Después de todo este tiempo, no supe como actuar respecto a ti, y quiero disculparme.
- Si es un perdón verdadero, aceptado – dije mirándola con duda.
- Claro que lo es mi niña - respondió posando una de sus manos en mi mejilla y sonriendo aun más que cuando entró por la puerta.
- Eso espero – pronuncié resoplando en mi interior y haciendo una pausa – Porque quiero que Abby conozca a Theresa.
- Estupendo, le hará mucha ilusión y compañía de juego. Además, así podré conocerla, ¿Verdad? - preguntó con un tono triste.
- Si – dije afirmando con la cabeza al mismo tiempo.
- Me hace muy feliz esa decisión Ely. ¿Qué te parece si os invito a ti y Logan a cenar en mi apartamento? – dijo para mi sorpresa.
- De acuerdo – respondí sonriendo levemente.
- Veniros mañana, hoy pasa la noche conmigo Carl. Me gustaría que estuviéramos solo nosotros en esa cena – dijo poniéndose seria en esta ocasión – Respeta mi decisión esta vez.
- No me parece bien, pero vale. Solo por esta vez – dije en un tono tajante.
- Te mandare la ubicación – dijo tras darme un beso en la mejilla inesperado, para después marcharse.
¿Qué había sido eso?, eso me pregunté durante el resto de mañana. Por un lado, me sentía aliviada en cierto modo. Había reconocido su trato, y había pedido disculpas. Cosa que me facilito mucho el decirle que quería un encuentro entre mi hermana y mi hija. Y para sorpresa, esa invitación de cena para Logan. Seamos realistas, hubiera venido igualmente conmigo tal y como hablamos ayer, pero ahora estaba invitado. Eso me desconcertó, pero me estaba desconcertando todo. Ese era el otro lado, esa duda de si todo esto estaba siendo sincero, si debía de confiar plenamente, sin arriesgarme a sufrir un nuevo daño por su parte.
Cuatro horas después de ese encuentro con mi madre, estaba llegando a mi casa, que bien sonaba joder. Logan hoy no trabajo, por lo que estuvo parte de la mañana arreglando un poco más la vivienda, sobre todo la planta superior. Aun así, tal y como me dijo en su último mensaje, quería que la habitación de Abby la arreglásemos juntos, mano a mano. Por lo que a eso iba, a almorzar junto a él y terminar por definir nuestro hogar.
Logan
Hacia como media hora que acabábamos de hacer nuestra primera compra de comida. La casa estaba por fin terminada, y no tuve que insistir mucho para convencer a Ely de pasar ya nuestra primera noche entre esas paredes. La planta superior quedó estupenda, y que decir del cuarto de mi pequeña princesa. Decorada con sus colores favoritos y con dibujos y muñecos de sus dibujos preferidos, incluso añadimos una pequeña cama para que Lala, su fiel amiga, durmiera en su cuarto.
Ayude a Ely a meter la compra en casa, y me volví a dirigir al coche, recogería a Abby de casa de mis padres y volvería. No podía faltar nuestra pequeña en nuestra primera cena y noche en nuestro hogar. En el trayecto en coche, me tome tiempo para procesar la invitación de la madre de Ely a su apartamento. La verdad, era algo que jamás me hubiera imaginado. Pero tenía ciertas ganas por ir, tenerla cara a cara, poder escuchar de primera mano todo lo que tuviera que decir, y si tenía ocasión, preguntar por qué esa actitud suya con su propia hija, el porqué de esa enemistad a mi persona sin ni siquiera conocerme. Eran cosas que quería, y tenia la necesidad de saber. Jamás hice daño a esa mujer, ni Ely, por supuesto.
Una hora después, volvía a entrar por la puerta de casa con Abby a mi lado, y Lala detrás nuestra, oliendo todo rincón de la entrada a su nueva casa. Al entrar, un olor exquisito a carne asada llego hasta mí, y no tuve más remedio que sonreír. Cerré la puerta, y me dirigí con Abby a la cocina, donde estaba Ely, removiendo unas verduras en una sartén.
- Te he echado de menos hoy pequeña – dijo al acercarse a Abby para cogerla en peso.
- Huele muy bien – dije sin poder borrar la sonrisa de mi cara al ver esa imagen de Ely con Abby en brazos, y en una casa que podíamos llamar nuestra.
- Había que estrenar la cocina en condiciones, y que mejor que con una rica carne al horno con verduras – respondió haciéndole guiños a nuestra pequeña.
La noche estaba siendo especial, así la definiría. Especial y única, y como no deje constancia de la noche con algunas fotos. Tras ayudar con los últimos toques en la cena, nos sentamos los tres en una pequeña mesa que coloqué en el jardín. Hacia una noche espectacular, como si los dioses, la vida, o el universo, la hubieran hecho acorde con nuestra situación. Por lo que cenamos ahí, bajo una suave brisa de fin de verano, y con un cielo en el que se podían distinguir algunas constelaciones. Ely puso empeño en aquella carne al horno, porque había salido super tierna y jugosa, y nuestra pequeña la disfrutó llenándose toda la mejilla de la salsa de esta. Tras cenar, nos tomamos unas piezas de fruta como postre, recogimos un poco, y como una familia, llevamos juntos a nuestra niña a su cuarto. Iba a echar de menos su balbuceo bien temprano, o el levantar la vista y verla tumbadita en su cuna. Pero iba creciendo, y necesitaba acostumbrarse a su propia habitación, además, nosotros necesitábamos esa intimidad de pareja.
- Parece que no va a costar mucho acostumbrarla a su nuevo cuarto – dije al ver como Abby terminaba por dormirse, tranquila, sin miedo ante esas nuevas paredes a su alrededor.
- Sabe que esta es su casa, y que no le va a pasar nada – respondió Ely en un susurro para no molestar el sueño de la pequeña – Sacó la inteligencia de su madre – dijo sin poder evitar una suave risa.
- Eso y esa sonrisa que me tiene en una nube – dije saliendo del cuarto de Abby de manera silenciosa.
- Sabes – interrumpió Ely abrazándose a mi cuello – Jamás pensé que llegaría a tener esta vida, a ser tan feliz.
- Ni yo – dije para silenciar el ambiente con mi boca sobre la suya.
- Me apetece estrenar cosas – susurro en mi oído.
- Me han dicho que hay una cama nueva, bastante cómoda, y amplia – respondí en un susurro – Anda mira, si es aquí – dije entrando en nuestro cuarto.
Su risa me erizo la piel, y es que jamás podría superar ese encanto que me provocaba verla y escucharla reír. Se tumbo encima mía, y entre risas, y besos, me jure a mi mismo no dejar nunca de hacerla feliz, de conservar y proteger la vida que tenía, una vida junto a ella, junto a mi hija, y los hijos que viniesen. Eran la esencia de mi vida, y a estas alturas no sería nadie sin ellas.
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Ely Williams [P.2]
Teen FictionSegunda entrega de Logan Clifford. Tras una bonita relación pese a los problemas y los kilómetros que los separaban, Logan y Ely llegaron a su fin. Y todo por la inesperada aparición de Ann. ¿Cómo superaran la ruptura con el amor de su vida?. Logan...