Final del capítulo 1

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Al medio día volvieron a la casa de su Padre, Atenea no probó bocado en el almuerzo y se dedicó a jugar con su tenedor. Ingrid fue la que intentó animar la comida mientras hablaba con Arturo, cuando ya estaban terminando de comer el padre pregunto sobre la visita de la mañana al departamento y mientras Atenea mantuvo fija la mirada en el plato, Ingrid le quitó tención a la situación contando de forma jocosa lo acontecido.
_Tengo el número de teléfono de una decoradora que es genial, experta en feng shui en el hogar_ comentó Ingrid mientras se llevaba su último bocado a la boca._ Si querés te lo paso, esa casa necesita limpiar las malas energías.
Esa tarde fueron a la peluquería, A pesar de las pocas ganas que tenia Atenea de salir de su casa paterna fue igual. Y a decir verdad cuando salió de la peluquería con los reflejos que hacían más rubio de lo que ya era su cabello, el brushing hecho y las uñas arregladas a la perfección, hizo que algo adentro suyo se sintiera un poquitito mejor.
Cuando volvió a la casa de su padre, sobre la mesa de luz encontró una tarjeta y una nota, agarro la nota y la leyó.
"Me alegro que hayas ido a la peluquería, te dejo la tarjeta de una amiga que es psicóloga, creo que te va a hacer bien.
Te quiero. Euge"
A pesar de sentir que todo el mundo intentaba manejar su vida, sabía que lo hacían porque la querían. Agarró la tarjeta y leyó el nombre, ella era una defensora de la terapia, y ya lo había pensado pero como estaba en un momento donde le faltaban fuerzas hasta para pensar, agradeció que su hermana le haya brindado el dato de un profesional. Sin embargo seguía sin tener ganas de hablar al respecto, por lo que decidió que por el momento prefería no sacar turno.
Eran las 7 de la tarde, salió al patio a tomar un poco de aire, aun era de día, se sentó en el borde de la pileta y metió los pies dentro del agua. La pregunta que giraba en su cabeza constantemente era, que haría con su vida de ahora en más, cómo empezaría de cero. En dos meses cumpliría treinta y dos años y nunca se le había cruzado por la cabeza la posibilidad de estar sin Pablo. Ahora entendía porque hace ocho meses cuando ella le planteo la idea de empezar a buscar un bebé él le dijo de esperar un tiempo más. Se le hizo un nudo en la garganta, y las lágrimas le inundaron los ojos, pero se esforzó por no derramar ninguna. Sentía mucha bronca y no quería darle el gusto de llorar, tenía la sensación de que se le había reído en la cara.
Cuando ya estaba oscureciendo se paró y prendió las luces de la pileta, buscó el celular que había dejado en la mesada de la cocina y le escribió un whatsapp a Ingrid. "Pasame el número de la decoradora". De inmediato Ingrid estuvo en línea y luego de enviar el contacto escribió "cuando reinaugures tu casa tengo una botella de Cachaça esperándote para brindar".
Dos días después se contactó con Pilar, la decoradora, y acordaron una cita para la tarde en un café cercano al edificio. Cuando Atenea llegó puntual a la cita, no tardo en detectar a la persona que estaba buscando, Pilar era una mujer de aproximadamente cincuenta años, de tez muy blanca, ojos muy claros y el pelo completamente cano cortado a la altura de los hombro de forma recta. Llevaba un vestido en tono beige y sandalias que hacían juego con la cartera que colgaba del respaldo de la silla.
_ ¿Pilar?_ preguntó cautelosamente.
_ Y vos debes ser Atenea. Que nombre más hermoso, tiene una fuerza sobrenatural.
Atenea sonrió ante las elocuentes palabras, se sentó en la mesa y la invito con un café, sin embargo Pilar optó por un Té de frutos rojos que había leído en la carta. Cuando el pedido estuvo servido sobre la mesa, Pilar saco un anotador y un bolígrafo de su cartera y empezó a hacer unas cuantas anotaciones, hasta que levantó la cabeza y dijo. _Bueno, vamos a comenzar... antes de ver la casa me gustaría que me cuentes por qué has decidido realizarle cambios a tu hogar._ volvió a anotar algo en su cuaderno y tomo un sorbo de Té.
Atenea tomó aire antes de comenzar a hablar, sin embargo sintió que era más fácil contarle lo sucedido a un extraño que a sus conocidos. A lo largo del relato, Pilar sólo se dedicó a escuchar, hacia cada tanto anotaciones y afirmaba con la cabeza en señal de estar comprendiendo lo que decía su interlocutora.
Cuando finalizó el relato, la decoradora dejo el bolígrafo a un lado y le devolvió una sonrisa sincera a Atenea, quien en ese momento sintió que la colmaba una paz interior que no había podido sentir en la última semana.
_Vamos a ver el departamento entonces._ exclamó Pilar, mientras hacía señas al mozo para que trajera la cuenta.
Caminaron las pocas cuadras que las separaban del edificio. Al llegar, Pilar preguntó si el departamento daba al frente, a lo que Atenea contesto que el decimo balcón era el de su casa. Ambas mujeres miraron al cielo y cada una localizo por su cuenta el balcón.
Esta vez las manos no le temblaron cuando insertó las llaves en la cerradura, se sintió aliviada por eso. Cuando entró, tuvo la sensación de oler el perfume de Pablo, tal vez había estado en el departamento buscando más cosas, pero después de un momento se dio cuenta que solo lo había imaginado. Recorrieron todas las habitaciones, en cada una Pilar dedicaba unos cuantos minutos a hacer anotaciones mientras Atenea le comentaba lo que antes tenía cada una.
Terminaron en el balcón, donde se sentaron en dos pequeñas banquetas que sorprendentemente Pablo no se había llevado. Contemplaron unos segundos la vista en silencio hasta que Pilar abrió su cuaderno y comenzó a hablar.
_Bueno, en esta casa hay mucha tensión, vamos a tener que utilizar la energía del color para poder lograr un equilibrio energético. Quiero centrarme en que puedas recobrar la motivación y el entusiasmo, centrarme en los colores yang. El blanco es muy lindo, da sensación de pureza, pero en esta casa está en exceso, lo que tiende a generar frialdad en las relaciones... ¿Tienes interés en mantener los muebles que han quedado?_ pregunto finalmente, sin dejar de mirar el cuaderno.
_ No_ Atenea dijo sin bacilar. _No quiero nada que me recuerde a Él.
_Perfecto, creo que es una excelente decisión_ dijo la mujer levantando la mirada del cuaderno y devolviéndole una sonrisa a Atenea. _ Entonces esta misma semana comienzo con los bocetos y apenas los termine me comunico con vos para arreglar una nueva cita, supongo que será en aproximadamente dos semanas.
Una vez que despidió a la encantadora mujer en la puerta del edificio comenzó a caminar hacia la casa de su padre. Le costaba pensar en otra cosa que no sea en el divorcio, considero positivo el hecho de no haber tenido hijos ya que eso habría hecho todo mas difícil, pensó en sus suegros, quienes seguramente aun no estaban enterados de la situación, Pablo no mantenía una relación fluida con sus padres quienes se habían divorciado el año anterior a que él comenzara la universidad. Es más, Atenea estaba segura que la decisión de Pablo de estudiar una carrera a 135km de su ciudad era más que nada para escapar de la realidad familiar en la que estaba envuelto. 

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