El miércoles 5 de agosto Atenea se despertó a las 6 de la mañana, revisó su celular, el cual había quedado cargando durante la noche, y descubrió que tenía mensajes en su WhatsApp sin leer.
Facu Arriola 05:30
¡Hola! ¿Soñé con vos... venís a nadar hoy?
Atenea Vionnet 06:05
¡Hola! ¿Como andas? ¿Si, voy a las 7... que soñaste?
Atenea esperó que la respuesta llegue, sin embargo, su celular no volvió a sonar. Cuarenta minutos más tarde comenzó su recorrido hasta el club, a las siete menos cinco minutos ya estaba preparada para dirigirse a la pileta, pero los nervios no le permitían salir del vestuario. Se dijo a si misma que ya estaba bastante grande como para comportarse como una tonta y envolviéndose en la toalla salió caminando sin pensar en quien se encontraba en el sector al que ella se dirigía.
Cuando llegó al borde de la pileta pudo ver que sólo había tres personas dentro de la gran pileta y una se disponía a salir en el momento en el que ella comenzaba a bajar los escalones de la escalera que permitía el ingreso. Pudo distinguir al entrenador de Facundo en el borde de la pileta observando como el nadador que se encontraba frente a él realizaba sus movimientos, mientras en su mano sostenía lo que Atenea supuso era un cronómetro. Así que, seguramente, el nadador era Facundo, sólo que Atenea no lograba identificarlo por la velocidad que este mantenía dentro del agua.
Comenzó lentamente con su rutina, trataba de no pensar en nada mientras nadaba, una buena técnica era pensar en canciones que le gustaban, era un buen ejercicio para conseguir un poco de tranquilidad. La concentración se cortó cuando iba por la quinta pileta, en el momento en el que a través de sus antiparras pudo ver que alguien se encontraba justo por donde ella tenía que nadar. Frenó prácticamente un metro antes de chocar con la persona que se interponía en su camino, imaginándose de quien se trataba.
Lo único que Atenea lograba mantener fura del agua era su cabeza ya que se encontraba cerca de mitad de pileta y aun no hacía pie a esa altura. Pensó que su estilo perrito se debía estar viendo muy ridículo y no había ninguna chance de verse sexy en esa situación.
La sonrisa pícara de Facundo la desencajó, no esperaba encontrar un rostro tan sexy y fresco a esa hora de la mañana luego de terminar con su primera jornada de entrenamiento.
_ Me gusta tu estilo pecho. Fue lo primero que dijo el joven cuando vio que Atenea ya lo podía escuchar.
_ Me inhibe un poco nadar frente a alguien que acaba de clasificar para los próximos juegos olímpicos.
En ese momento notó la sorpresa en los ojos del adolescente para luego percibir un toque de vergüenza en su sonrisa.
_ Viste las publicaciones en mi face?
_ Si. Mintió Atenea, no podía decirle que había googleado su nombre.
_ Anoche soñé con vos...
_ Si, te respondí el mensaje, pero seguramente ya estabas nadando. Las piernas de Atenea comenzaban a cansarse de tanto intentar mantenerse a flote y cada tanto tragaba un poquito de agua. ¿Qué soñaste?
Facundo cortó la poca distancia que los separaba para tomarla de los codos y ayudarla a mantenerse a flote. Era inevitable que los cuerpos de ambos se rocen.
_ Una locura, estabas en una fiesta que organizamos con mi curso.
_ ¿Y por qué es una locura? ¿Pasaba algo más?
Facundo procesó la respuesta evitando hacer contacto visual, para luego responder.
_ supongo que no te dan ganas de ir a lugares llenos de pibes de mi edad...
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No hay edad
RomanceAtenea, una abogada de 32 años debe comenzar de nuevo su vida luego de un terrible divorcio, lo que no imaginaba es que sea de la mano de un joven de 18 años. Pero... ¿Hasta que punto uno debe guiarse por la pasión? ¿Es posible una relación con esta...