Alrededor de las nueve y media de la mañana Atenea despertó rodeada por los brazos de Facundo, se sentía plena, el calor del cuerpo del joven le producía un bienestar tan extraño. Lentamente se fue desprendiendo de él para poder ir al baño y ducharse. A los quince minutos estaba nuevamente en la habitación con el cabello húmedo y envuelta en una bata de color blanca.
Facundo ya estaba cambiado cuando ella regresó y la quedó mirando obnubilado, pensando que le parecía la mujer más hermosa que había visto en su vida.
_ Buen día. ¿Como dormiste? Le preguntó Atenea para descontracturar el momento.
_ Mejor imposible. ¿Vos?
_ También. Querés que vayamos a desayunar a algún bar?
Facundo meditó unos segundos su respuesta.
_ Bueno, después me voy directo a mi casa porque a la tarde entreno y tengo que terminar algunas cosas para el lunes del colegio.
_ Perfecto, vamos en el auto y después te llevo hasta tu casa.
Una vez en el bar, pidieron un cortado cada uno, acompañados de dos porciones de tortas, lemon pie para Facundo y torta bombón para Atenea. Habían pasado cinco minutos que estaban sentados cuando al joven le llega un mensaje al celular dejándolo muy serio.
_ ¿Qué sucede?
_ Nada nada... están pasando las fotos de anoche.
Acto seguido le entrega el celular para que pueda verlas. Una serie de seis fotos, en las cuales se los podía ver a ellos dos en diferentes momentos de la noche. Atenea pasó varias veces por todas las fotos, hasta que le entregó nuevamente el celular.
_ ¿Te pueden traer algún problema las fotos?
_ No, para nada. Seguramente fueron mis compañeros para cargarme o algo por el estilo. Salimos lindos igualmente ¿no te parece?
Atenea rió con ganas después del comentario de él, y le pidió que le pasara una en donde se los veía a los dos riéndose abiertamente vaya uno a saber de qué, pues ni ellos se acordaban.
Tardaron alrededor de cuarenta minutos, el tiempo parecía pasar volando cada vez que estaban juntos. Salieron del bar y fueron hasta el auto, apenas estuvieron sentados los dos en el auto, Facundo la tomó de la cara y la besó lentamente, como intentando aprovechar los últimos minutos antes de despedirse.
Atenea manejó unos diez minutos hasta llegar a la casa del joven, la cual se ubicaba en el norte de la ciudad. Estuvieron otros diez minutos despidiéndose, hasta que finalmente Facundo bajó del auto. Luego de esperar a que entrara a la casa, la mujer tomó el celular y le escribió a Ingrid para encontrarse. Necesitaba compartir con alguien todo lo vivido. Además, quería ver como había amanecido Ingrid. Había bebido demás y no solía amanecer bien cundo lo hacía.
Encontró a Ingrid mejor de lo que esperaba, había tomado una pastilla para la resaca, la cual había resultado efectiva. Atenea le contó obviando algunos detalles íntimos, pero sin ocultar las sensaciones que había experimentado con Facundo. Mientras tanto la fiel amiga la escuchaba absorta...
_ ¿Entonces lo de ustedes va en serio? Preguntó Ingrid cuando la blonda terminó el relato.
_ ¿A qué te referís con "en serio"? Nos estamos conociendo, es un amigo. Yo no puedo pensar en otra cosa... tiene dieciocho años.
_ ¿Un amigo? ¿Vos te escuchás cuando hablás? La emoción que mostrás cada vez que hablás de él nunca te la sentí por Pablo... ni en sus inicios.
_ Quedate tranquila, yo sé muy bien que no puedo tener otra relación que no sea la de amigos con derechos...
Luego de un almuerzo liviano, Atenea volvió a su departamento para dormir una siesta y terminar cuestiones de trabajo, pero durante toda la tarde le costó concentrarse pensando en la última noche.
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No hay edad
RomantizmAtenea, una abogada de 32 años debe comenzar de nuevo su vida luego de un terrible divorcio, lo que no imaginaba es que sea de la mano de un joven de 18 años. Pero... ¿Hasta que punto uno debe guiarse por la pasión? ¿Es posible una relación con esta...