La futura madre trataba de hacer oídos sordos a las noticias que vinculaban a Facundo con la China Wells, sin embargo, se le hacía imposible no sentir celos de la joven. Lo analizaba una y otra vez y siempre llegaba a la misma conclusión... Facundo no tenía ningún motivo para no estar con la jugadora de hockey, era linda, joven, con una personalidad llamativa, extremadamente sexy y como broche de oro también era deportista como él, por lo que compartían el mismo mundo. Sin embargo, aun guardaba una pizca de esperanza, ya que el joven le había remarcado en numerables ocasiones que no existía nada de lo que los medios decían sobre él y Candelaria.
Todo el optimismo en cuanto al tema de la China se desmoronó completamente un mediodía de finales de junio, tan frio como nublado, en el que Ingrid la invitó a comer y pasear por el único shopping de la ciudad. Habían entrado y comprado en todos los negocios para niños, pero Atenea consideró que necesitaba un pantalón cómodo para asistir a sus clases de preparto. Decidieron ingresar en un reconocido local de ropa elegante sport pero pronto determinaron que no había sido una buena idea cuando en una de sus paredes se desplegaba una gigantografía de la China y Facundo, la joven se encontraba de espaldas, solo llevaba puesto un jean y su torso desnudo se encontraba pegado al pecho de Facundo, quien con su mano izquierda la abrazaba y la sujetaba desde el bolsillo del pantalón de la chica. Las bocas de ambos estaban tan juntas que parecían estar rozándose. La rubia abogada luego de analizar por unos segundos la imagen, se tomó su vientre y salió sin responderle a la vendedora que ya se había acercado para preguntarles en que las podía ayudar. Ingrid se encargó de pedir unas disculpas improvisadas y velozmente salió tras Atenea.
_ Es indiscutible la química que tienen juntos. No lo niegues.
_ No, no te lo voy a negar... pero él ya te dijo muchas veces que es una amiga y que estas fotos son pura y exclusivamente laborales.
_ Quiero hacer las fotos esas que me propusiste con tu amigo.
Luego del pedido de Atenea para que Ingrid se contacte con el fotógrafo no volvieron a tocar el tema. Y cuatro días después la cita ya estaba pactada para el próximo fin de semana. La sesión se concretaría en la casa de campo que tenían los Vionnet a unos setenta kilómetros al sur de la capital santafesina, hacia casi dos años que ella no iba, pero sabia por su padre, quien iba cada vez que podía, que estaba en perfectas condiciones.
Ingrid había preparado una valija con ropa y accesorios que podían ser útiles, además del maletín de maquillajes y algunos elementos para peinar a su amiga. El fotógrafo quedó maravillado con las vistas, la arquitectura de la casa estilo colonial y los juegos de luces que lograban los ventanales gigantes con que contaba la vivienda. Una hora después de llegar Atenea ya estaba preparada para comenzar. Comenzó un tanto cohibida, pero al pasar de los disparos y los flashes fue tomando valentía, hasta que decidió hacer tomas sin ropa, hecho que sorprendió enormemente a la secretaria y ahora asistente. Algunas fueran con una camisa blanca completamente abierta, permitiendo ver su panza y el canal que se forma entre los pechos, aprovecharon cada espacio que les permitía la hermosa propiedad, luego tomando una idea del artista gráfico, Ingrid rodeo con una tela blanca similar a una seda el cuerpo de su amiga y tirando suavemente, la silueta se dibujó a través de la tela. Las fotos logradas a contraluz en un gran ventanal de una de las habitaciones fueron magnificas, los tres quedaron sumamente conformes con los resultados obtenidos. Alrededor de las cinco de la tarde cada participante de la sesión ya se encontraba nuevamente en sus respectivos hogares.
La comunicación con Facundo continuaba siendo similar que cuando se enteró, le escribía al medio día y a la noche preguntándole como estaba. En algunas oportunidades el respondió a la pregunta de Atenea por como estaba el, pero no se explayaba en las respuestas. Ella le había comentado todo el procedimiento de la denuncia por violencia de género que había llevado a cabo hacia Pablo, en esa oportunidad. Él la llamó por teléfono apenas ella le contó que ese día había realizado el trámite. A la mujer le había costado disimular los nervios al teléfono, pero la parquedad del joven hizo que no tenga muchas esperanzas en que eso se vuelva algo habitual. A pesar de la falta de emoción en la voz de Facundo le pidió disculpas por hacerla pasar por esa situación, pero que de esa forma él se sentía más seguro.
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No hay edad
RomansaAtenea, una abogada de 32 años debe comenzar de nuevo su vida luego de un terrible divorcio, lo que no imaginaba es que sea de la mano de un joven de 18 años. Pero... ¿Hasta que punto uno debe guiarse por la pasión? ¿Es posible una relación con esta...