Volver a la vida

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Quince minutos más tarde de su repentino ataque de valor llegó al estudio tarareando una canción moderna que había escuchado cuando se subió a un taxi unos días atrás.

Ingrid que acababa de prepararse un café doble para poder despertarse de una buena vez, salía de la cocina justo cuando Atenea pasó como una bala hacia su despacho dejándola perpleja. Hacía meses que no veía a su amiga así, sonriente, caminando segura, portando un brillo que solo en contadas ocasiones le había visto en los últimos años.

Dudó unos instantes antes de ingresar al despacho, temiendo que cualquier ruido o persona pudiera sacarla del trance de felicidad en el que parecía estar. Cuando golpeó la puerta, no pasó ni medio segundo para que Atenea grite desde adentro dándole la indicación de pasar.

_ ¿Dónde estabas? No te vi cuando entré.

_Eso es porque pasaste como un rayo_ no se atrevía a hacerle ninguna pregunta, trataba de hacer memoria si le había comentado algo por lo que pudiera estar así. Tenía más color en la cara y no se debía al bronceado que aún le quedaba del último viaje. Atenea revisaba unas carpetas de legajos mientras continuaba tarareando Dios sabe que canción.

_ ¿Te traigo un café?

_No, ya desayuné.

En ese mismísimo instante en el que la rubia le contestó recordó que hoy era el día en el que iba a empezar natación, ¿sería esa la razón de tan buen humor?

_ ¡Ah claro! ¿Desayunaste antes de ir a nadar? Preguntó intentando sonar espontanea.

_ Sí, pero no empecé natación. ¿Cómo me quedará el castaño? Tanto respuesta como pregunta salieron de la boca de Atenea acompañadas de una mirada picara, provocando que la alegre secretaria se ahogara con el café.

En el perchero se podía ver el bolso de natación colgado por lo que Ingrid seguía sin entender absolutamente nada.

_ Bueno basta, ¿me podés contar que sucedió? Intenté contenerme lo más que pude, pero no me dejas alternativa, estas muy rara. El espíritu impulsivo de esta no permitió que contenga sus ansias por saber el motivo de tan grande cambio en su amiga.

Al fin Atenea dejó de tararear la canción y cerró el legajo que tenía en sus manos, miró a su amiga, respiró y dijo:

_No fui a natación porque me lo crucé a Pablo.

La cara de la rubia era indescifrable para Ingrid, no terminaba de entender si habérselo cruzado era algo bueno o algo malo para su amiga. Por el cambio de humor que se había evidenciado se podía pensar que era algo positivo, pero no imaginaba como podía ser algo bueno dicho encuentro.

_ ¿Entonces no fuiste a natación porque te quedaste hablando con Pablo?

_ ¿Estás loca? Me agarró una especie de ataque de histeria, sentía que el corazón se me iba a salir del pecho, no sé cómo hice para llegar, no me acuerdo si presté atención antes de cruzar las calles que me quedaban hasta el club.

_Cada vez entiendo menos... llegaste al club y no hiciste natación porque te sentías mal... ¿y cómo es que ahora estas sonriente, tarareando canciones que dudo que sepas de que bandas son y pensando en teñirte de castaño el cabello?

Atenea comprendió que no estaba teniendo muchas escapatorias y que a su amiga no se le escapaba ningún detalle, sin embargo, no estaba muy segura de querer dar los detalles de su pequeña escena romántica.

Eligiendo muy bien las palabras y evitando sonar cursi en su relato respondió:

_ Cuando entré al club bastante mal por lo de Pablo me choqué a alguien, me preguntó si estaba bien y me dijo que él se toma un submarino cuando estaba medio bajón. Así que le hice caso.

Ingrid estaba con los brazos en jarra tras apoyar la taza de café sobre el escritorio mientras escaneaba a su amiga con la mirada.

_ Así que "Él toma un submarino". Repitió Ingrid haciendo comillas con los dedos _Por lo tanto puedo deducir que es un masculino.

Atenea conocía el rumbo de la conversación que estaba iniciando su amiga y comenzó a sonrojarse esperando la pregunta final.

_ También puedo deducir que está lo suficientemente bueno como para que se te haya borrado de la cabeza el hecho de que te cruzaste a Pablo hoy a la mañana y llegues hecha una damisela sonriente.

_ No estaba mal..._ fue la simple respuesta de Atenea mientras comenzaba a ojear nuevamente unos legajos.

_ No, no, no y no... no me podés dejar así, con un simple: no estaba mal... ¡quiero detalles! Nombre, edad, a que se dedica, alto, bajo, ojos claros, ojos oscuros... ¡¡¡detalles!!!

Acorralada ante la curiosidad de Ingrid, Atenea comenzó un dilema interno el cual se batía entre decir la verdad acerca de Facundo o tal vez ocultar algunos detalles.

Finalmente decidió sólo comentarle las características físicas y no mencionar nada relativo a la edad.

_ Es alto, cabello castaño, ojos marrones y espalda muy ancha. No puedo darte más datos porque no los tengo... fue sólo un choque accidental.

Era evidente que para la rubia no era únicamente un choque accidental, pero desconocía la reacción que podría llegar a tener Ingrid al enterarse que Facundo apenas contaba con dieciocho años recién cumplidos.

Buscando distraer a su amiga, Atenea le pidió unos cuantos expedientes que se encontraban en el despacho de su padre y luego realizar unos trámites administrativos.

La mañana se le pasó más rápido de lo normal, la mayor parte del tiempo su mente divagaba en el choque con Facundo, luego analizaba si había sido correcto ir al colegio y buscarlo para devolverle la billetera. Se atormentaba pensando que tal vez al joven estudiante no le haya parecido una buena idea. Tal vez lo mejor hubiese sido dejarla en oficina de socios del club.

El resto del día transcurrió de igual manera, la única diferencia era que cada vez que se cruzaba a Ingrid en el estudio esta la miraba con cara de: "sé lo que hiciste hoy a la mañana".

A las siete de la tarde Atenea acomodó su escritorio y se dispuso a irse, pasó por el supermercado y a las ocho menos cuarto llegó al departamento. Por primera vez en mucho tiempo se sentía viva, guardó las cosas que había comprado, dejando la botella de vino blanco afuera para abrirla.

Con una pizza ya en el horno y una copa servida se sentó en el sofá y buscó en YouTube del televisor "música bolichera 2015". Mientras la alegre música sonaba tomó su notebook y escribió Facundo Arriola en el buscador de Google. Lo primero en aparecer fue el perfil de Facebook, luego aparecían publicaciones sobre competencias de natación de las que había participado teniendo en la mayoría muy buen desempeño, logrando los primeros lugares. Sus sospechas habían sido ciertas, facundo era nadador, una nota del diario de la ciudad lo definía como una de las promesas de la natación local y nacional. La nota era de hacia sólo unos días y se debía a que el veinticinco de Julio había competido en el campeonato mundial de natación que se había realizado en Kazán logrando clasificar para los juegos olímpicos del próximo año. El articulo describía como era su entrenamiento, como se organizaba para poder continuar con su educación y llevar una vida lo más normal posible para su edad. Facundo explicaba que no era fácil pero que era lo que a él le gustaba, y que, a pesar de continuar el mundial, él no había podido quedarse al cierre porque no podía perder tantos días en el colegio.

La publicación online de la nota iba acompañada de una foto de facundo con su medalla de bronce obtenida en el mundial unos días atrás.

Cuando Atenea terminó de leer la nota sentía más fascinación por Facundo de la que ya tenía anteriormente. No sabía bien cuál era el motivo, pero decidió que ya era tiempo de volver a abrir su cuenta de Facebook, se sentía lista para volver al mundo social.

No hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora