La peor de todas

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A mediados de marzo, cuando Atenea entraba a las doce semanas de embarazo, decidió contárselo a Ingrid quien al principio parecía que iba a colapsar con la noticia, pero luego al ver que su amiga no estaba igual de feliz se percató que de lo que había hecho la abogada.

_ Vos dejaste a Facundo cuando te enteraste de que estabas embarazada, para que el no tenga que cargar con esto y dejar todas sus responsabilidades ¿no?

La rubia sin mirar a su amiga y acariciándose la panza afirmó con un movimiento de cabeza.

_ ¿Y no se te ocurrió pensar que tal vez él no tenia que dejar nada, podía seguir nadando y haciendo sus cosas?

_ Yo lo conozco, el no iba a querer irse, el se hubiese quedado y yo no puedo cargar con eso. Por favor, no me juzgues por mi decisión. Eugenia tenía razón, no tendría que haber estado con alguien tan chico.

_ Eugenia no tiene razón, nadie te dice de quien enamorarte... y tampoco te voy a juzgar, sólo que creo que en algún momento él lo tiene que saber.

_ Lo va a saber, pero no ahora y prometeme que no vas a decir nada por el momento.

_ Yo no voy a decir nada, pero en un par de semanas se te va a empezar a notar la panza.

_ Ya sé, por suerte no estuve tan descompuesta, solo algunas mañanas, pero me agarraba a la hora de natación, cuando iba a la oficina ya se me pasaba.

A partir de ese momento, Ingrid se volvió la sombra de Atenea. Cada media hora entraba a su oficina para preguntarle si estaba bien, le compraba comida saludable para la hora del almuerzo y le agregaba leche al café que le preparaba todas las mañanas. También fue la primera en comprarle algo al bebé, Atenea se emocionó hasta las lagrimas cuando de adentro de una bolsa sacó un par de medias diminutas y un gorrito de algodón.

También fue Íngrid la que la obligó a festejar su cumpleaños, la convenció diciéndole que este era muy especial porque era su primer cumpleaños como mamá, además que para el anterior no quiso ningún tipo de festejo dado que aun estaba recuperándose de la separación de Pablo.

La noche anterior a su cumpleaños estaba recostada mientras leía un libro que se había comprado sobre maternidad, cuando su celular empezó a sonar casi sin parar, era un mensaje atrás de otro.

Facu Arriola

22:33

Pensar que hace unos meses ya imaginaba que regalarte para tu cumpleaños y hoy ni siquiera puedo verte.

Facundo Arriola

22:33

Perdoname por mandarte, pero no me puedo dormir de lo mucho que te extraño.

Facundo Arriola

22:33

Bueno, no quiero cansarte, sólo quiero que sepas que te quiero y quiero que me des una oportunidad para demostrártelo.

Facundo Arriola

22:34

Todo lo que vivo acá es genial, pero me faltas vos.

Facundo Arriola

22:34

Perdón de nuevo. Espero que tengas un lindo cumple. Te amo.

Atenea, con las manos temblorosas y luego de leer por lo menos tres veces cada mensaje, escribió una respuesta no del todo convencida.

Atenea Vionnet

No hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora