_ Olá menina. _pronuncio con exagerado acento portugués, ya que volvía de vacacionar en Brasil. _Salí de la cama y vení a abrazar a tu amiga_ el tono era alegre y despreocupado.
En cuanto Atenea la vio, se lanzo a los brazos de su amiga, quien en ese preciso momento adquirió una postura maternal.
_ ¿Cómo puede ser que no me hayas si quiera mandado un mensaje para contarme lo que pasó?, tú hermana sabia por tu papá que llegaba a la madrugada y me mando un mensaje... ¿Cómo lo llevás?
_No sé, creo que estoy mejor que el primer día, pero sinceramente no sé como estoy.
De apoco, Atenea salía de su etapa de negación y entraba en la del caos emocional, de momento odiaba a Pablo por provocarle semejante sufrimiento, por dejarla e irse con una mucho más joven y a su vez, sentía culpa, algo definitivamente había hecho mal, no entendía como no se había dado cuenta de que su relación se estaba yendo por la borda.
_Me dejó por una estudiante, la conoció en el curso que dio el año pasado sobre derecho de familia. ¿Te acordás?, irónico ¿no? _ Era la primera vez que hablaba de los detalles que le había dado él la noche que la dejó.
Ingrid, su amiga, quien la conocía desde hacía trece años cuando coincidieron en el mismo curso de ingreso a la facultad y nunca más se separaron, a pesar de que Ingrid a los tres años dejó la carrera porque necesitaba trabajar y ahí fue cuando Arturo Vionnet, padre de Atenea, la contrató para trabajar de secretaria en el estudio y que luego cuando Atenea se recibió, paso a ser su secretaria personal.
_Si, me acuerdo de ese curso... Infeliz-_ dejó escapar entre dientes.
Ingrid nunca había confiado del todo en Pablo, cuando Ati, como ella solía llamar a Atenea, lo conoció en una fiesta de la facultad, parecía un chico encantador, lindo, simpático y divertido. Tenía un carisma que atraía a cualquier chica, sin embargo, la atención de Pablo en Atenea, a pesar de la delicada figura de ella, el cabello largo y rubio, los ojos verdes y la piel siempre con un tono bronceado por los viajes que realizaba con su familia, estuvo puesta cuando se enteró que era hija de Arturo Vionnet, quien estaba a la cabeza de uno de los estudios más prestigiosos de la ciudad de Santa Fe. Ingrid suponía que su amiga estaba lo suficientemente embobada con Pablo como para percatarse de ese detalle. Cuando al año siguiente oficializaron la relación, Ingrid decidió dejar de lado los chismes que había recibido en los pasillos de la facultad sobre él, y confiar en que Atenea lo haría sentar cabeza.
_ ¿qué voy a hacer ahora?, no sé cómo arrancar de nuevo, no tengo fuerzas. _ dio un leve suspiro y continuó _No me animo a entrar al departamento._ dijo finalmente, sintiendo un gran desahogo.
_ Yo voy a ir con vos, pero tenés que enfrentarlo, no podés quedarte para siempre acá.
Luego de desayunar unos cuantos sorbos de Té y percatarse que era imposible que su cuerpo permitiera ingerir más cantidad de alimento que eso, le dijo a Ingrid que estaba lista para ir.
Al salir a la calle Ingrid miró de arriba abajo a su amiga y comento de forma imperativa.
_Por la tarde vamos a ir a la peluquería, yo necesito urgente una nutrición después de tantos días al sol, y vos_ y giró para mirar a su compañera _Necesitás hacerte nuevamente los reflejos.
Atenea sonrió levemente e Ingrid llegó a verlo por el rabillo de su ojo derecho. Su parlanchina amiga tenia eso, podía sacarle una sonrisa en los peores momentos, era una de las cosas que más valoraba de ella, sumado al optimismo que siempre tenía ante todo, la energía que emanaba y la infranqueable amistad que siempre le había brindado.
El edificio estaba a unas diez cuadras de la casa familiar, cuando llegaron, el guardia les abrió la puerta antes de que Atenea llegue a sacar las llaves de la cartera. Pasaron al lado del guardia, saludaron amablemente las dos y se dispusieron a esperar el ascensor.
_ ¿Qué día es hoy? Preguntó Atenea mientras subían en el ascensor.
_Sábado 31 de Enero del 2015 para ser exacta_ contestó velozmente su fiel amiga.
_ Ayer debe haber venido Mirta a limpiar y no le dejé plata_ comento preocupada, mientras empezaba a revisar en la billetera, no sabía si tenía plata en efectivo o tenía que pasar por un cajero a retirar.
Ingrid le tomo las manos notando que estas temblaban mientras buscaban dentro de la cartera la billetera y en una voz calma sin soltarle las manos dijo _Tu hermana ya se encargó de eso. _ en ese momento la puerta del ascensor se abrió.
Con las manos aun temblorosas se dispuso a insertar las llaves dentro de la cerradura para abrir la puerta de entrada del departamento.
Al terminar de girar las llaves, tomo aire, lentamente bajó el picaporte y empujó la puerta hacia adentro a medida que soltaba el aire inhalado.
Avanzó caminando hasta situarse en el medio del living comedor y contempló el panorama. No sabía si lo que veía era bueno o malo, los muebles estaban, pero prácticamente no había nada sobre ellos. El televisor de 50" full HD que habían comprado para el último mundial de futbol ya no estaba, al igual que el home theatre, y el equipo de música. La habitación se veía mucho más grande sin la mesa y las sillas, lo único voluminoso que había quedado era el juego de living. Cuando Ingrid terminó de observar la habitación semi vacía dijo _ Me encantaría escuchar que dice en sus cursos sobre los bienes gananciales...
Recorrieron todos los ambientes dejando al final la habitación matrimonial, el panorama era similar que el del living comedor... no estaba más el microondas, la cafetera, ni los tres aparatos de gimnasia que Atenea había comprado antes del casamiento para ponerse en forma.
_ Esos eran tuyos_ se quejó Ingrid cuando vio la habitación que era utilizada como gimnasio vacía.
_yo casi no los usaba_ argumentó.
_ No lo defiendas..._ se quejó Ingrid mientras levantaba del suelo algo que parecía haberse salido de una de las maquinas.
Atenea parecía estar soportando estoicamente el hecho de que prácticamente todas sus pertenencias habían desaparecido en el lapso de cinco días. Pero como se esperaba, lo más difícil fue la habitación... Ingrid apenas vio que faltaba el somier se alegró ya que su amiga no debería seguir utilizando la misma cama que usaba con él. Sin embargo al ver lo que había quedado de la habitación le pareció un panorama horroroso.
La cama no estaba, las puertas corredizas del ropero estaban abiertas y dejaban ver el vacio que quedaba luego de que Pablo sacara por completo su ropa, el televisor que antes colgaba de un soporte en la pared tampoco estaba y lo único que parecía haber dejado a propósito ya que resaltaba en la ahora vacía habitación era una foto mural en blanco y negro de la noche de boda.
Atenea parecía estar procesando lo que veían sus ojos, ya que estuvo casi dos minutos parada sin decir ni hacer nada. De un momento para otro, cruzó la habitación, descolgó el mural y lo estrelló contra la pared contraria. Las lágrimas empezaron a salir y el llanto se hizo cada vez más fuerte. Ingrid la abrazó, pero dejó que llorara todo lo que quisiera, necesitaba descargar toda la tensión que le había causado entrar y ver en lo que se había convertido lo que antes era su hogar.
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No hay edad
RomanceAtenea, una abogada de 32 años debe comenzar de nuevo su vida luego de un terrible divorcio, lo que no imaginaba es que sea de la mano de un joven de 18 años. Pero... ¿Hasta que punto uno debe guiarse por la pasión? ¿Es posible una relación con esta...