Al día siguiente, Atenea se despertó dispuesta a recuperar su clase de natación. Hizo el mismo recorrido que había realizado el día previo sin sufrir ningún tipo de inconveniente. No estaba segura si sus ansias de llegar eran por comenzar con la nueva actividad o porque sabía que probablemente lo vería a Facundo.
Llegó al club cuando el reloj marcaba las 6:47, se cambió lo más rápido que pudo en el vestuario y salió envuelta en la toalla.
Cando llego a la pileta inmediatamente distinguió al encargado y se presentó, le comentó que se había inscripto para tomar clases de natación. El encargado, quien aparentaba ser un profesor de educación física, le preguntó si tenía conocimientos previos y si tenía alguna dolencia que le impidiera hacer algún tipo de movimiento. Atenea respondió ambas preguntas y se dispuso a dejar la toalla colgada en un perchero para poder ingresar al agua.
Cuando estaba colgando la toalla y dejando las ojotas debajo de la misma, sintió que alguien la observaba, disimuladamente giró la cabeza aparentando que la intención era hacerse un rodete en el cabello para luego colocarse el gorro de látex, sin embargo, su meta era mirara hacia el lugar en donde se encontraba el supuesto observador. Sentado en el borde de la pileta estaba Facundo, tenía las antiparras sobre la cabeza, lo cual permitió que Atenea logre identificarlo. Ante el cruce de miradas, el joven atinó a hacerse el distraído, pero evidentemente comprendió que no era la mejor idea y levantó la mano en señal de saludo para luego volver a zambullirse y retomar el nado.
El corazón de la rubia pasó de un ritmo normal a casi salirse de su lugar. Sentía que el color de su piel debía estar al rojo vivo. Para evitar que alguien note su afectación ingresó al agua e inició la rutina indicada por el entrenador.
Cuarenta y cinco minutos después sentía que no daba más, finalizada la última vuelta le comentó al profesor que ya sentía muy cansadas las piernas y este consideró que era suficiente para ser la primera clase.
Cuando salió del agua fue directo hasta donde había dejado las ojotas y la toalla y no pudo evitar relojear hacia el andarivel en donde había visto por última vez a Facundo. Éste iba nadando con un espectacular estilo mariposa, el cual permitía dejar a la vista la majestuosidad del cuerpo atlético del joven. También pudo descubrir unos cuantos tatuajes que cubrían su piel, pero por la velocidad en la que nadaba era imposible determinar que era cada uno.
Como aún tenía tiempo antes de tener que llegar al estudio, decidió tomar un café en el bar del club. Se sentó en una mesa alejada de la barra, simplemente porque fue la primera que vio, a pesar de que a esa hora la mayoría de las mesas se encontraban vacías. A los cinco minutos de hacer su pedido, el único mozo con el que contaba el bar le estaba llevando el café con las dos medias lunas que había encargado. Atenea sacó su celular de la cartera y mientras tomaba el café chequeaba los e-mails que tenía sin leer. Estaba tan concentrada respondiendo el correo de uno de sus clientes que no se percató cuando alguien se sentó en la mesa contigua. Recién cuando el mozo se acercó y depositó sobre la mesa una jarra de leche con una barra de chocolate apartó la vista del celular.
Facundo agradeció al mozo y comenzó a abrir el primer chocolate. Mientras contemplaba como el chocolate comenzaba a fundirse en la leche caliente dijo:
_ Qué bueno que hoy no necesites un submarino para sentirte mejor...
Atenea no podía creer que le esté hablando a ella, por eso antes de contestar se aseguró que no haya otro posible compañero de charla cerca.
_ Lamento no poder decir lo mismo por vos..._ Trató de sonar lo más tranquila posible a pesar de no estar segura de sí su comentario era el indicado.
El joven aun mirando su bebida, hizo una mueca que intentó ser una sonrisa.
_Una fecha difícil_ fue lo que dijo a continuación.

ESTÁS LEYENDO
No hay edad
RomansaAtenea, una abogada de 32 años debe comenzar de nuevo su vida luego de un terrible divorcio, lo que no imaginaba es que sea de la mano de un joven de 18 años. Pero... ¿Hasta que punto uno debe guiarse por la pasión? ¿Es posible una relación con esta...