Verdad y consecuencia

607 35 4
                                    


El mes de junio llegó con más frio de lo habitual, y las veinte y dos semanas de embarazo de Atenea ya eran plenamente visibles. Había comenzado yoga de preparto ya que sufría de dolores de espalda frecuentes. En el mismo lugar en donde hacia yoga, el próximo mes debía comenzar los cursos de preparación para el parto. Esto último era algo que la tenía sumamente nerviosa, en principio porque no quería exponerse a preguntas incomodas y en segundo lugar porque tendría que ir sola, cuando en general las futuras mamás van acompañadas de sus parejas.

En cambio, los momentos en los que asistía a yoga, lograba relajarse y abandonar toda preocupación que se le cruzase por la cabeza. El clima era de total armonía, con música acorde a la actividad, el salón estaba completamente iluminado de forma natural y entre las participantes no había mucho tiempo de intercambio de palabras, para poder estar concentradas, lo que a la rubia primeriza la favorecía para sentirse relajada.

El único lugar en el que últimamente se sentía cómoda era en la soledad y silencio de su hogar. Había comenzado a preparar la habitación del bebe, que aún seguía sin nombre. Para esta tarea se volvió a contactar con Pilar, la decoradora que la había ayudado a armonizar su hogar cuando estaba recién divorciada de Pablo. Al principio dudó que sea una buena idea temiendo que la mujer le preguntara sobre cómo había seguido su vida, pero luego recordó cómo era la mujer y se convenció de que no era el estilo de Pilar inmiscuirse en temas personales.

El encuentro con la mujer fue igual de reconfortante que el que había tenido hacía más de un año, para esta ocasión la diseñadora confeccionó los bocetos en solo unos días, y para mediados de mes la habitación estaba totalmente terminada. Había quedado aún más hermosa de lo que Atenea la soñaba, con una de las paredes con vinilos que en distintos tonos de una misma gama de colores formaban un paisaje de montañas, cuatro cuadros de unos hermosos animalitos, la cuna y el resto de los muebles blancos en perfecta combinación, un sillón hamaca y estanterías con adornos que volvían al ambiente ideal para un recién nacido y su mamá. El armario de la habitación ya contaba con numerosas prendas en su mayoría regaladas por Ingrid. Y la cuna ya estaba totalmente equipada con sábanas y mantas haciendo juego con la decoración. Atenea pasaba largas horas sentada ahí adentro, muchas veces lo hacía mientras leía los libros de maternidad, pero en otras ocasiones lo hacía abstraída pensando únicamente en Facundo y decidiendo si debía contarle antes de que pase más tiempo.

En Buenos Aires, Facundo continuaba con su doble jornada de entrenamiento y algún que otro descanso, que utilizaba para salir a comer con la China o verse con Julia, pero con menos frecuencia que antes. En una de las salidas con la jugadora de Hockey esta le echó en cara que no la haya invitado a la "fiesta" que había tenido con Julia y su amiga.

_Ok... hicieron un trio y no me incluyeron... ¿así me agradeces ser tu única amiga en esta ciudad?

_ No fue planeado, se dio... salimos de ese evento y bueno... surgió...

_ ¿Y cómo la pasaron? ¿Estuvo bueno?

_Si, la verdad que si... Contestó el joven nadador sin mucha emoción.

_ ¿Es lo único que me vas a decir? Preguntó la China exasperada.

Facundo que jugaba en su plato casi lleno con el tenedor, levantó la cabeza para mirar a su amiga.

_Perdón China, no tengo muchas ganas de hablar de eso...

_Otra vez mal por la abogada.

El chico solo asintió con la cabeza sintiendo que le caía sobre él todo el peso de estos meses sin novedades de la mujer. Instintivamente la joven le tomó la mano que no jugaba con el tenedor. Y apretándosela le dijo que todo iba a estar bien, que todo pasaría luego de los Juegos, que estaba segura de que así seria.

No hay edadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora