Capítulo Treinta y Nueve

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Julio.

Viernes.

Me sorprende haber sobrevivido después de lo qué pasó el Lunes.

Mis días eran oscuros desde mi pelea con Isabela, nada podía hacerme sentir mejor, lo único que me mantenía con ánimos era lo que me dijo Julia el Lunes.

Gracias a ella por fin podré desenmascarar a Mariano Souza y demostrarle a todos, principalmente a Isabela. que no es quien aparenta ser, espere este momento con ansias y por fin iba a suceder, mañana iría a casa de Julia y lo grabaría mientras su madre, Mara Argüelles, tenía una charla con Mariano, ella le sacaría información sin que se diera cuenta.

Julia no había aparecido en la escuela desde esa vez que hablamos, dijo que necesitaba un tiempo para pensar y perdonarse a sí misma para poder pedir perdón a quienes les hizo daño, pero prometió que volvería para mañana y así poder terminar con el juego de su padre de una vez por todas.

Las clases ya habían terminado así que estaba metiendo mis libros y cuadernos en mi locker.

—Hermano, este te lo tienes que llevar—André me saca de mis pensamientos tomando el cuaderno y poniéndolo en mi mano de nuevo—, tenemos tarea de física.

—Lo siento, no me he dado cuenta—digo agitando ligeramente mi cabeza y guardando los libros que me quedaban.

—Veo que sigues mal—cierro mi locker y André pasa su brazo por mis hombros dándome palmaditas en uno de ellos.

—Y, ¿como no estarlo?—comenzamos a caminar hacia la salida—Ella es el amor de mi vida, no puedo creer que la perdí.

—No digas eso, aún no la haz perdido, conozco a Isabela como la palma de mi mano y siente que la traicionaste y que nunca la amaste de verdad, lo que debes hacer es demostrarle que esta equivocada, haz algo para que se de cuenta de que la amas más cualquier otra chica con la que hayas estado, tiene que ser algo que le demuestre que por ella es que cambiaste.

—Creo que se que puedo hacer, pero necesito practicar antes, hoy me dedicaré a hacer eso, ¿mañana en mi casa a las cuatro?

—Okey, no se que estás por hacer pero espero que no falles.

—Te aseguro que no—dije sonriendo con seguridad.

Me despedí de André y cada quien caminó hacia sus casas.

Lo que haré por Isabela es algo que no haría por nadie, hay que tener mucha valentía para hacerlo, y sobretodo, hay que estar muy seguro de tus sentimientos.

Yo cumplía las dos.

(...)

No pude dormir en toda la noche, Julia me mando un mensaje de texto dándome todas las indicaciones para el plan hoy, estoy muy nervioso.

Me di una ducha rápida, me vestí con lo primero que encontré en mi armario y salí de mi habitación a tomar el desayuno.

El olor de los huevos con tocino llegó a mi nariz apenas abrí la puerta y mi estómago comenzó a protestar.

Bajé las escaleras y me encontré con mi padre sirviendo el desayuno.

—Buen día, hijo—saludó mientras yo me sentaba en la mesa de la cocina, casi nunca comíamos en la mesa del comedor, solo la usábamos en fechas importantes.

—Muero de hambre—mi padre se sentó en frente de mi y comenzamos a comer, yo devoré mi desayuno, en menos de cinco minutos ya había dejado el plato vacío.

—Tengo que salir, volveré tarde—me levanté y puse mi plato en el lavabo.

—Y a donde iras?

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