Capítulo Treinta y Cinco

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Isabela.

Despertar con él a lado aún sigue siendo algo irreal para mi, para muchas sería un privilegio estar en mi lugar, y más sabiendo lo que hicimos anoche.

Jamás creí que perdería mi virginidad con Julio Peña, mejor dicho, jamás creí perderla o al menos tam pronto, pero con él todo es diferente, él me hace sentir cosas que nunca había sentido por nadie y eso ya es suficiente para amarlo y entregarme a él sin sentir miedo a salir lastimada.

Estaba tan embobada mirándolo dormir que olvide un pequeño detalle, mis papás.

No les avisé que no llegaría a casa a dormir así que seguramente habían enloquecido, pero me sorprendí al encender mi celular y encontrarme con un mensaje de Agus y no mil de mis papás.

Le dije a tu mamá que te quedarías a dormir en mi casa, disfruta la noche con tu chico ;)
11:47 p.m

No pude evitar sonreír, tengo a las mejores amigas del mundo.

—Acaso me estás engañando con otro?—una voz detrás de mi me hace brincar.

—Me asustaste, no me di cuenta que estabas despierto.

—Y aprovechaste para chatear con tu novio secreto, que inteligente Souza.

Decido seguirle un juego con una sonrisa pícara y un tono burlón.

—Uy si, y me dijo que viene para acá así que mejor que te escondas porque no quiero que sepa que le soy infiel—Julio finge estar herido mientras yo estallo en risas—. Mentira, solo tengo ojos para ti.

Le doy un corto beso en los labios y me recuesto en su hombro, eso me recuerda a la primera vez que dormimos juntos en mi casa, la sensación de la piel de su pecho sobre mi mejilla me llena de plenitud.

—Me encanta estar así, solo tú y yo—entrelazo mi mano con la suya que está colgando en mi hombro—. Cuando estoy contigo me siento segura, el hecho de que conozcamos cada detalle del otro me hace poder confiar y entregarme a ti sin miedo, porque se que jamás me harías daño.

De nuevo, la misma expresión de temor y nerviosismo aparece en su rostro, él vacila, parece dudar entre hablar o no, pero al final lo hace.

—Isa, hay algo que debo decirte—me despego de su pecho y descanso mi cara sobre mi mano mirándolo a los ojos, atenta, preparándome para lo que tenga que decir—, no te lo dije antes porque no estaba seguro, y sigo sin estarlo, pero ni puedo seguir ocultándote esto.

—Me estás preocupando, habla.

Julio respira profundamente y suelta el aire frustrado, aún dudando de lo que va a decir.

—Yo... creo que tu padre te está mintiendo con todo el asunto de Julia y su madre.

—A que te refieres?—pregunto frunciendo el ceño.

—No creo que Mara Argüelles sea una mala persona, yo... creo que fue tu padre quien las alejó—él pronunciaba cada palabra con lentitud, como si eso hiciera que yo pudiera procesarlas mejor, pero es que nada lograría que yo lo entendiera, fruncí aún más mi ceño pero esta vez con molestia.

—¿Estás desconfiando de mi papá?—él solo asiente con la cabeza, yo me siento en la cama enojada—. No lo puedo creer, mi papá sería incapaz de mentirnos, se nota que no lo conoces para nada bien.

—Jamás lo acusaría sin pruebas.

—Ósea que buscaste pruebas, estuviste investigando a mi papá a mis espaldas cuando ni siquiera se te debió de haber pasado por la cabeza la idea de que fuera una mala persona.

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