Capítulo Cuarenta

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Isabela.

Cuando creí que las cosas no podían ir peor, empeoraron.

Hace una semana me enteré que mi papá me había mentido todo este tiempo, y no solo él, mi mamá, Mara y Julia fueron víctimas y me ocultaron la verdad.

Julia...

Ella se fue de la ciudad con su mamá, no se han comunicado con nadie hasta ahora así que no sabemos en donde están ni si van a volver.

Mi papá también se fue, cuando se enteró que sabía la verdad huyó de la casa, y yo aún no he podido arreglar las cosas con mi mamá, se que mi papá la obligó a mentir pero eso no quita el dolor que siento.

Ya estaba abrumada de tanta información en tan poco tiempo, así que decidí salir a tomar un poco de aire, simplemente caminar, respirar, observar, es simple y pareciera que todos los días lo hacemos pero no es así, y de alguna manera llega a ser curativo.

El cielo estaba nublado, se acoplaba perfecto a mi estado de ánimo, según la aplicación del clima iba a llover más tarde.

Por más que quiera concentrarme en solo caminar, mi mente no puede dejar de correr, han pasado tantas cosas en los últimos meses, aún recuerdo el primer día de clases cuando aún sufría por André, y cuando hablé con Julio la primera vez, jamás habría imaginado que terminaría enamorándome de él, ni mucho menos que me iba a romper el corazón, pero así sucedieron las cosas y así las tengo que aceptar y aprender a superar.

Así es la vida, no importa cuantas veces tropieces, tienes que levantarte y seguir adelante.

Por suerte, cuando siento que ya no puedo más y me es imposible seguir ese consejo, se que estarán todos mis seres queridos dándome el apoyo que necesito.

Me senté en una banca y descanse mi cabeza en mis manos, mis codos apoyados sobre mis rodillas, me quede viendo el suelo por un largo rato hasta que una persona se paró frente a mi.

Levante la mirada lentamente y me sorprendió la persona que tenía enfrente.

—Julia, ¿que haces aquí?

—Volví para hablar contigo—se sentó a mi lado con cautela, esperando a que me opusiera, pero no lo hice.

—¿Por qué te fuiste? ¿A donde te fuiste?—quería seguir preguntando pero ella me frenó.

—No vengo a hablar de eso, vine a disculparme.

Sinceramente no esperaba eso, tanto que tenía la boca abierta y ni siquiera me había dado cuenta, la cerré y esperé a que continuara.

—Quiero pedirte perdón por haberme comportado de esa manera contigo, no merecías eso y se que tú no tienes la culpa de que la familia esté destrozada, al final somos hermanas ¿no?, podemos pasar por esto juntas.

Me tendió la mano y yo la estreché con fuerza, desde el momento en el que tuve contacto con su piel sentí unas ganas inmensas de llorar, mi estómago se removió y mi corazón comenzó a latir desesperado, esa conexión que tenia con ella volvió y encendió algo dentro de mi, sentí la necesidad de desahogarme con ella, de decirle todo lo que tenía dentro, absolutamente todo.

Al levantar la mirada vi a Julia en el mismo estado que yo, me lancé hacia ella y la abracé con todas las fuerzas que tenía.

—Te extrañé mucho—dije sollozando.

—Y yo a ti.

Su abrazo me dio una fuerza y una valentía que nadie me había podido dar, esa que solo ciertas personas pueden darte.

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