Triangle

Capítulo Treinta y Ocho

Isabela.

Abrí la puerta y no pude evitar soltar un suspiro de alivio al ver a Giulia y Agustina afuera, la angustia clara en sus rostros, así que con la poca felicidad que tenía esbocé una sonrisa.

—¿Como estas?—Agus preguntó cuidando sus palabras, como si temería romperme, lamentablemente eso era imposible en este momento.

Las empujé fuera de la casa y cerré la puerta detrás de mi con cuidado, después de soltar una bocanada de aire e intentar tragar el nudo de mi garganta, hablé.

—Mal—comencé ya con un hilo de voz, el nudo seguía ahí, impidiéndome hablar con normalidad—, siento como si mi mundo entero se hubiera hecho pedazos, estuve saliendo con un desconocido, todo este tiempo Julio resultó ser una persona totalmente diferente a la que aparentaba, me mintió.

Sin poder aguantar más me abalancé sobre mis amigas y lloré desconsoladamente, apoyándome en el hombro de Agus mientras Giu acariciaba mi cabello.

Necesitaba esto, necesitaba el apoyo de mis amigas y de las personas más cercanas a mi, no era nada fácil este momento, jamás en mi vida había sentido tanto dolor, ni siquiera la primera vez que pelee con Julio.

Después de unos minutos mis amigas me empujaron rompiendo el abrazo y me sorprendí al ver sus caras, ya no quedaba ni un rastro de angustia, incluso se podría decir que se veían molestas.

No entendí nada hasta que Giulia habló.

—Basta de llorar, no vale la pena, creo que tienes que distraerte un rato.

—Giulia tiene razón, ¿por qué no vamos a la feria?

—Ay si! Era súper divertido ir juntas cuando éramos niñas, seria increíble revivir esos momentos—exclamó Giu dando brinquitos.

Eso me hizo sonreír, pasar tiempo con mis amigas siempre me levantaba el ánimo, además, recordar mi infancia con ellas siempre me sacaba una sonrisa.

—Así me gusta, siempre sonriendo, nunca dejes que nadie te arrebate esa hermosa sonrisa que tienes, Isa—Agus acarició mi hombro.

—Gracias, no estoy en mi mejor momento, pero daré todo de mi para estar feliz.

(...)

La feria estaba repleta de gente, tuvimos que hacer una fila enorme para comprar las entradas pero finalmente lo logramos, al final terminamos siendo ocho personas, ya que a pesar de que mis amigas intentaron evitar a sus novios a toda costa, terminaron viniendo, incluidos Alan, Jandino y Andy.

Ellas me pidieron perdón mil veces y me dejaron en claro que si prefería ir a otro lado sin ellos no tendrían ningún problema, pero supongo que entre más gente sea habrá más diversión, por lo tanto, más probabilidades de olvidarlo.

La primera atracción a la que nos subimos fue a los carros chocones, como todos venían con sus parejas tuve que subirme con Alan, y debo admitir que eso no estuvo mal del todo, me entristeció la idea de no tener pareja pero estar con Alan me levanto mucho el ánimo, le es imposible pasar desapercibido debido a su gran sentido del humor.

En un momento perdimos a todos, solo quedamos Alan y yo, antes de que alguno pudiera decir algo quede deslumbrada por un gigante peluche de cerdito, mis ojos se abrieron como platos y abrí mi boca en forma de O.