129 Comienzo Kun

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KunYi

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KunYi

Hace un mes que han estado viviendo juntos, el ambiente se siente un poco incómodo ya que no saben ni de que hablar.

Esta vez era diferente hacia un frío horrible, Diciembre se dejó venir con todo y para acabarla tu regla llegó, el dolor era insoportable, tanto que las pastillas no hacían efecto, la cintura te dolía, el vientre, las piernas, la espalda, llorabas del dolor, los chicos no se encontraban, ellos fueron a practicar y tu pediste el día.

Cuando tu dolor se hizo mucho peor diste un grito que opaco el sonido de la puerta.

¿Ying, estas bien? —Kun entró muy preocupado a tu habitación.

—Me duele mucho. —llorabas del dolor mientras acariciabas tu vientre para tratar de callarte.

Espera.—dijo antes de salir por la puerta y dejarte sola de nuevo.

Solo fueron unos minutos cuando regreso con una charola en las manos.

Esto te deberá hacer sentir mejor, toma.-te dio una taza olía extraño y pero no sabía tan mal.—Es jengibre, canela y manzanilla, mi abuela siempre dijo que combinarlos estaba bien y a mi madre siempre la calmaban. Recuestate.-lo abodeciste.—Con permiso.—levanto un poco tu blusa y bajo un poco tu short, educado ante todo, puso un toalla pero esta estaba caliente y se sintió tan bien, la aseguró bien antes de pedirte que te dieras la vuelta, volvió a repetir lo mismo pero ahora sentiste una bolsa con algo en la espalda baja. —Con esto debe parar un poco, yo te ayudó con el té tranquila.

Y así durante unos minutos mientras te lo acababas él se quedó contigo aún cuando el líquido se acabó él no se fue, al contrario te acaricia la espalda.

Gracias, Kun.—le dijiste. —La única que me ayudaba con los dolores siempre fue mi abuela o YuQi pero ninguna de las dos están aquí y pense que podría manejarlo sola.

Nunca dudes en decirme que te sientes mal, Ying o a los chicos, ahora somos un grupo y para eso estamos, para apoyarnos.

No quería molestarlos.

—No nos molesta, Ying. Quiero que tengamos esa confianza para decir lo que nos gusta y no nos gusta o lo que nos incómoda, tu te sentias mal pero aún así pensabas en que si nos decías nos molestariamos cuando no es así, si en nuestras manos esta poder ayudarte lo haremos con todo gusto, pequeña.

Gracias, Kun.—por las hormonas estabas sensible y ahora estabas llorando.

Con el echo de ayudarte aquel día su relación creció más y de hizo más fuerte, ahora Kun sabía lo que te pasaba en aquellos días y no dudaba en ayudarte en todo momento.

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