Capítulo 1: Castigó

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Entro a la escuela ignorando al director que hablaba con algunos maestros, varios me miran con reproche mientras que otros me miran babeando.

— Señorita Diana, ya lleva todo el año escolar llegando tarde. Eso amerita un castigo y llamada a sus padres.— lo miro a través de mis gafas.

— Sabía que dejarse la barba tan larga hace que las mujeres pierdan el interés sexual en usted? Si, creo que lo sabe. ¿Por eso su divorcio, no?— su cara se enrojece de la rabia, yo sonrió para seguir caminando hasta mi lindo y aburrido salón.  Justo cuando estoy por entrar veo a alguien en la puerta, detrás de ella se pueden escuchar gritos y risas.


— Si no vas a pasar quítate del medio, estorbas.— le doy una mirada seria, el me da la misma mirada para pasar después de mi. Llegó a mi asiento que está al frente del maestro, hago una mueca cuando veo quien se sienta ahí.

— Soy el señor Clark, seré su maestro por un corto tiempo a lo que la maestra se recupera. Espero que sean trabajadores por que mi intensión es que aprendan algo, no regalar notas.— Blah blah blah....

Cada vez que habla solo puedo sentir el sueño venir a mí, eso hasta que siento como alguien da pequeños golpes en mi espalda. Subo mi cabeza sacando la mano de mala forma, vuelvo a mi posición haciendo que muchos  se rían.

— Señorita... podría ser tan amable de levantarse.— con toda la fuerza del mundo me levanto, muevo mi cabello de mi rostro para luego quitarme las gafas. Hago una mueca por la luz pero me le quedo viendo al profesor.

— Viejo... podría ser tan amable de dejarme.— blanqueó los ojos cuando todos se ríen, no les hice ningún chiste. Me mantengo despierta nada más para poder observar sin ningún tapujo al viejo.

Esta realmente comestible.

Cuando su mirada choca con la mía puedo sentir cada parte de mi  cuerpo temblar, miro a mi alrededor viendo como todos empiezan a salir ya. Me coloco mis gafas de nuevo para tomar mi mochila y salir, mi falda queda alzada así que la bajo mientras bajo las escaleras.

— Ten, espero que hacerte la divertida te allá gustado.— alzo una ceja cuando el papel rosado da en mi pecho, el no parece arrepentido. Miro el papel con burla.

— Si pasar tres horas con usted, es un castigo. Deberé portarme peor.— soltando una risa me voy de su salón, puedo escuchar un gruñido enojado de su parte pero eso solo provoca más diversión.

Esto será muy interesante.

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