Capítulo 34: También te amo

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Aarón.

Mi cabeza cae de nuevo fuera de la silla, cansado de lastimar mi cuello dejo de intentar dormir. Miro el cuerpo de Diana en la camilla tapado por una sábana gruesa, tuve que empacar lo necesario para que no le faltara nada.

El sentimiento de culpa invade mi cuerpo, me acercó hasta ella para tocar su mejilla. Estaba profundamente dormida por los medicamentos, solo se fracturó el pie y se lastimó la cadera pero el dolor era tan fuerte que tuvieron que darle algo para dormir. Suspiró tocando su mejilla con sumo cuidado, sonrió un poco.

— Siempre que te dejo resulta que te lastimas o te lastiman.— bromeó para mi mismo, mi sonrisa se borra cuando recuerdo que yo mismo la lastime. — Se que soy un idiota por no decirte que estaba comprometido pero no debes seguir enojada, lo rompí el mismo día que mi familia llegó a la casa. Se quién te lo dijo, mi padre siempre a sido bastante egoísta pero ya no molestara.— dejo de hablar, de todos modos no me escucha.

Verla así me daba un poco de risa, al fin estaba callada. Pero aún así por más que disfrute del silencio, prefiero que este discutiendo sobre todo.

Recuerdo el primer día que la vi, tan tímida y pequeña. El pensar que la defendí de alguien que la acosaba y terminamos en una cama borrachos y desnudos me da gracia, jamás pude volver a verla por tener que  mudarme a Londres con mi padre.

Cuando la volví a ver, no pude evitar sorprenderme.

Aquella niña que invadió la fiesta de universitarios ahora era una y estaba jodidamente hermosa. Sus curvas, su cintura que hacía que cualquier hombre tuviera una fantasía con ella, sus pechos pequeños pero tentadores y su trasero que daban ganas de embestir la contra la pared más cercana.

Admito que el hacerme pasar por maestro fue algo innecesario pero aún así lo hice, y me arrepentí.

La niña tímida ya no estaba, ahora solo estaba una mujer salvaje que no se dejaba de nadie.

Lo desobediente que era, su forma de responder me hacía querer Dominarla y eso hice. Lo disfruté como jamas pude hasta que me di cuenta que no solo disfruto poseerla.

Si no que, también disfruto observarla... disfruto verla reír, enojarse, verla babear por un bolso o llorar por una película. Disfrutó que haga mi corazón latir desenfrenadamente, igual disfrutó el saber que.

— Estoy perdidamente enamorado de ti.— sonrió, dejo un beso en su frente para volver a agregar.  — No importa que pase después, Te cuidaré Diana. — me alejo de ella justo cuando la puerta se abre, una enfermera se acerca con una sonrisa. Mira a Diana con rareza.

— ¿Aún no despierta? Que raro.... debió despertar hace rato.— habla, me dice que debería dormir pero yo solo me quedo mirando a Diana. Cuando la enfermera se va, hablo.

— Ya puedes dejar de fingir.— digo, sus ojos se abren lentamente. Se sube un poco en la camilla haciendo una mueca por el dolor. Tomo asiento cruzando mis brazos, la veo con atención.

— Así que... enamorado de mí, eh?— se burla, hago una mueca sintiendo mis mejillas calentarse.

 enamorado de mí, eh?— se burla, hago una mueca sintiendo mis mejillas calentarse

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— Tranquilo, no te sonrojes. Yo también te amo.— me guiña un ojo, le tiro la almohada que tenía haciendo que estalle en risa.

Chica más difícil.

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