Capítulo 28: Club

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Zack

Cuando me levanto tardó un tiempo en acostumbrarme al dolor que tengo en mi parte trasera, mi mente se queda vacía cuando intento recordar algo de anoche. Con cuidado me levanto de la cama caminando hasta el baño, miro mi reflejo viendo mi cuerpo marcado. Tenía chupetones y incluso mordidas pequeñas.

— ¿Qué diablos?— la pregunta queda al aire cuando mi miembro se alza con tan solo recordar un poco de la noche anterior.

El hermano del señor Clark...

Me doy una ducha rápido poniéndome la ropa que puse extra, salgo de la habitación tomándome con una Eva desganada.

Bajamos las escaleras viendo a Diana y el Señor Clark besarse con cariño, miro a Diana con miedo. Ella me mira separándose de él, toma mi brazo jalandome a otra parte.

— Necesito qué me digas dónde está el hermano del Señor Clark... y tu auto.— hago una mueca, ella asiente un poco confundida.

Tomo las llaves de su auto buscando el lugar en donde me indicó, mientras conduzco puedo recordar varias cosas.

Ni siquiera se por que estoy buscándolo, de todos mis recuerdos en ninguno me quejo. 

Cuando llegó al lugar veo que no hay nadie en la puerta, cuando entro no puedo evitar abrir mis ojos con fuerza. Camino tratando de ignorar a las pocas personas que habían ahí, cuando veo como un hombre le mete algo extraño a un chico retrocedo.

— ¿Zack?— miro a otro lado con lentitud, miro al dueño de la voz encontrandolo con unos jeans y una camisa de botones. Me mira con detenimiento, toma mi mano jalandome hasta unas escaleras. Las subo tratando de no tropesarme, camina rápido.

— Entiendes qué eres menor de edad? Si te ven aquí definitivamente estaré en la cárcel o con una demanda — me hace sentar en el sillón de cuero, trago nervioso cuando la luz de la habitación cambia de color.

— No quería causar problemas, sólo quiero saber el por qué te aprovechaste de mi.— el deja sus papeles para verme alzando una ceja, mi cuerpo se tensa cuando camina hasta mí.

Pestañeo varias veces al ver como empieza a desabotonar su camisa haciéndome temblar en el asiento, abre su camisa dejando ver su torso desnudo.

Pestañeo varias veces al ver como empieza a desabotonar su camisa haciéndome temblar en el asiento, abre su camisa dejando ver su torso desnudo

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— ¿Estás seguro que eres la víctima aquí?— bajo mi mirada nervioso, el  toma mi rostro haciéndome mirar de nuevo a su torso. Tenía chupetones, una que otra mordida y otra marca de rasguño.

— Lo lamento...— me suelta con suavidad, se inclina a mi sin ningún miedo. Mi pecho sube de arriba abajo agitado. Intento pararme pero el me lo impide, su rostro está cerca del mío.  — Yo... me encargaré de que nadie lo sepa y de no volver a verte.

— Es una lástima por que yo no lamento absolutamente nada. — sus ojos me escanean, su cercanía me provoca una sensación extraña. Intento mantener mi mente relajada hasta que siento sus labios ser presionados contra los míos.

Mi cuerpo se relaja cuando me hace acostarme en el sillón, puedo sentir su mano viajar hasta mi pantalón. Cuando soy consiente de como acaricia mi nuevo bulto lo alejo de mi, tragó seco levantandome del sillón. Me acomodó mi ropa viendo como el sonríe ladino, su labio sangraba un poco.

— No se que es lo que piensas pero te aseguro que no soy...— me corta acercándose a mí, me acorrala contra la pared.

Una de sus manos viaja a mi entrepierna haciéndome removerme incómodo, suelto un suspiro cuando su mano logra acariciar mi entrepierna.

— ¿ Qué no eres gay? Cariño... te aseguro que tal vez no te gusten las chicas del todo. Tu cuerpo reacciona ante mí, tu erección me lo confirma.— saca su mano haciéndome sentir vacío. Me sonríe mientras cierra mi pantalón, se aleja un poco para acercarse a la puerta. Cuando la abre es cuando me atrevo a salir de la esquina.

— Ahora mismo estoy ocupado pero te aseguro Zack, que me volverás a ver. De eso me encargo yo.— sonríe, salgo de su despacho rápido. Bajo las escaleras ignorando cualquier escena extraña, salgo del club caminando hasta el auto de Diana.

— MIERDA. — golpeo la goma del auto intentando calmar mi ira, abro la puerta entrando a el. Lo enciendo y arranco saliendo de ese lugar.

Mi mente se negaba a admitir cualquier cosa de lo que el dijo.

Pero mi cuerpo ahora mismo quiere repetir todo lo de aquella noche pero sin alcohol.

Yes, Daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora