Capítulo 5: Pelea

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Al día siguiente cada parte de mi cuerpo ruega por quedarme en la cama pero lo ignoró,necesitaba saber que diablos tenía el Señor Clark.

— Buenos días señorita Diana, sus padres dijeron que no estarán aquí este año.— veo a la mujer que mis padres contratan para tener la casa impecable.

— Wow, eso me parece tan sorprendente.– blanqueo mis ojos pasando por su lado, llegó a la cocina viendo a las de servicio. Les doy una sonrisa a todas para empezar a hacerme una batida de vegetales, la pongo en una botella grande para ir por unas pastillas para el dolor de cabeza.

— Hoy luce de humor señorita.— les sonrió a todas.

En realidad lo estoy.

Subo a mi habitación para ducharme y arreglarme para la escuela, tomo mi mochila y las llaves de mi auto. Cuando le marcó a Eva su teléfono aparece apagado, el pánico empieza a correr por mis venas pensando lo peor.

Aparcó en el lugar de siempre pasando de largo a las porristas y a los que se la pasan alardeando por ser estudiantes universitarios de la mejor escuela de deporte.

Paro de la nada cuando escucho un grito, me volteo viendo a Eva siendo acosada por los chicos y chicas de aquel grupo. Camino para empujar a la porrista que le estaba impidiendo el pasó.

— Gracias.— le doy la batida que tenía al ver que la suya estaba en el suelo toda derramada. Ella la toma echándose a un lado, literalmente dejándome a mi enfrente de ellos.

— Pero mira a quien tenemos aquí, tu amiga no se puede defender sola?— pasó una mano por mi cabello soltando un suspiro.

— ¿Qué tan bajo caíste, eh? Molestar a alguien que no te hace nada, suena a que caíste demasiado bajo. Cuidado y el lodo no te dañe el cutis. — ella me mira  con odio mientras que sus mejillas se pintan de rojo, la miro arqueado una ceja.

— Te crees mucho, no? Te recuerdo que aquí no eres nada.— me burló, ahora todos nos miran incluyendo a algunos maestros que dudan entre sí intervenir o ver que sucede.

— Chicas... ¿aún tienen mi uniforme?— ellas asienten rápido, sonrió mirando a la rubia oxigenada enfrente de mi. — Al medio día haré mi presentación para el puesto de capitana de las porristas, tengo entendido que cada año eligen a una nueva. Ahí te demostraré que una nada puede ser más que tu.— le guiño un ojo viendo como todos empiezan a hablar, Eva me mira con orgullo mientras avanzamos.

Miro por el rabillo del ojo al Señor Clark, me mira mientras camina al lado de los demás profesores. Sonrió para seguir mi caminó.

— Eso fue fantástico, debes calentar. Por suerte los maestros de por la mañana estarán recibiendo a los nuevos estudiantes.— ella me habla emocionada mientras que una chica de las de antes me entrega el uniforme ahora rojo.

Eva y yo pasamos toda la mañana entrenando, cuando era hora de almorzar ella toma su comida y yo solo una botella de agua junto con una fruta. Cuando terminamos todos nos observan hasta que salimos, vamos rápidos a las duchas en donde me cambio de ropa.

— Te queda... perfecto.— la miro detrás del espejo mientras me miro, acomodo mi cabello un poco.

— la miro detrás del espejo mientras me miro, acomodo mi cabello un poco

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— Bien... ya es hora.— sonrió satisfecha, cuando salimos de las duchas pasamos a las canchas. Algunos maestros estaban ahí junto con sus estudiantes.

El chisme le gana a la profesión.

Cuando llegó hasta el centro veo a la rubia oxigenada, me pongo a su lado viendo como Eva pasa por al lado del profesor de arte y del Señor Clark sin mirar.

Problemas en el paraíso.

— Bien, te deseo suerte. La necesitarás.— ella pasa de largo mi mano chocando mi hombro, le sonrió falso para alejarme y ver como presenta.

Al inicio se presenta con gritando el hombre de la universidad, observo todos sus movimientos practicandolos en mi lugar. Volteo mi cabeza a un lado encontrando la mirada del Señor Clark, su intensa mirada me hace recordar el encuentro de anoche. Muevo mi cabeza para mirar al frente, la chica termina con una estrella y con los pies estirados en el suelo.

Todos aplauden, paso por su lado recibiendo un golpe con su cabello. Resisto las ganas de pegarle con una sonrisa marcada, voy al centro.

Cuando hago el grito que siempre usan las porristas algunos aplauden, empiezo hacer la rutina que pude aprender. Muevo mi cuerpo al ritmo con diversión, cuando el final está cerca simplemente dejo ir mi cuerpo hacia adelante haciendo una vuelta hacia adelante. Igual que ella termino en el suelo pero con los dos pompones estirados en el aire y moviendolos con una sonrisa.

Me levanto sacudiendo mi ropa, luego de eso algunos maestros empiezan a retirarse con sus estudiantes. Los pocos que quedan silban cuando empiezan a coordinar quien ganó.

— Sigo diciendo que tu, debes estudiar gimnasia no algo  de empresas.— sonrió hasta que veo la cara de Eva cambiar a una de asombro. Me empieza a mover con diversión señalandome el pizarrón.

Vaya, le gané por tres votos.

— ESO ES IMPOSIBLE.— le hago una seña a Eva para irnos, los dos profesores hacen lo mismo alertando cada parte de mi.

¿A poco estarán vigilando?

Dejo de pensar en eso cuando siento como algo frío es tirado a mi cara, hago una mueca viendo como la oxigenada me mira con odio.

— Wow, estoy tan indignada por que me tires agua. Mira como me quejo.— alzo un poco la camisa limpiando mi rostro, lo bueno es que no me puse maquillaje. Sigo mi camino con Eva quien se burla de mi comentario.

— Ven... como pueden votar por ella, no le importa nada que no sea ella. Me pregunto si eso tiene que ver con que tus padres nunca están contigo o por que tus padres son unos infieles mentirosos.— me detengo con fuerza, los estudiantes que quedan sueltan un "uhhhh"

— No le hagas caso... solo quiere provocarte.— ignoro a Eva para acercarme a la oxigenada, cuando estoy cerca de ella le doy un puñetazo con todas mis fuerzas.

Ella se lanza sobre mi intentando golpearme, la alejo de mi para subirme sobre ella y empezar a golpearla. Siento como alguien me toma de la cintura y me empuja lejos de ella, la chica se queda en el suelo chillando por su rostro.

— Cálmate.— me ordenan, me tenso cuando reconozco la voz. Me suelta cuando dejo de respirar agitada, el calor de sus manos me hace sentir un cosquilleo en mi entrepierna.

Y por primera vez en lo que nos conocimos, le obedezco. Y eso, parece gustarle.

Yes, Daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora