Con el teléfono celular en mano se puso de pie. Se había quedado sin celular, estaba mojada y llena de lodo para el colmo, así tenía que caminar hasta su casa y el frío que hacía no era favorable. Buscó en su bolso un pañuelo para poder secar su celular tan siquiera un poco, volvió a intentar prenderlo pero ni aun así encendió. Sí que el destino le estaba jugando una broma. Cuando decidió continuar caminando paso un híbrido de color negro con los vidrios polarizados levantó el agua hasta donde estaba ella bañando la por completo
— ¡Tenga cuidado imbécil! — le grito Melissa al conductor cuando freno en seco.
Melissa notó como el auto volvía en reversa hasta quedar frente a ella. La puerta del conductor se abrió dejando ver quién era el conductor de aquel auto. Se sorprendió al ver a Ernesto bajándose del lado del conductor, el joven millonario cerró la puerta de auto tras de él y caminó hasta Melissa.
— ¿Así que soy un imbécil? — preguntó Ernesto en un tono divertido mientras que Melissa no sabía dónde esconderse por la vergüenza, había llamado imbécil a su jefe.
Ernesto miró a Melissa de arriba abajo, estaba mojada, llena de lodo y en parte había sido su culpa por no prestar atención a su camino ya que iba pensando en miles de cosas y la velocidad que iba no era tan aceptable. Melissa estaba decidida a irse así que comenzó a caminar hasta que vio a Ernesto frente a ella para no dejar que avanzara aún más. La chica se cruzó de brazos como si estuviera enojada pero en realidad estaba ocultando que temblaba por el frío, además de que ella ya sabía quién en realidad era él.
— Yo lamento no decírtelo antes Mel, pero estaba muy cómodo contigo sin ser el gran Señor De La Rosa, el joven heredero. — le dijo Ernesto en un tono amargo. — Tampoco quería que tú te sintieras presionada al estar conmigo.
Ernesto se llevó las manos a su cabeza haciéndose el pelo hacia atrás en una clara señal de desesperación, como si no pudiese pensar con claridad por un instante. A Melissa le pareció ver a Ernesto en sus propios pensamientos, parecía que por unos cortos instantes a se le había olvidado que tenía compañía, hasta que escucho la voz de Melissa.
— Y no debí conducir así... yo solo ya no que hacer... Yo solo... ¿Quieres que te lleve? — dijo Ernesto decidiendo cambiar de tema, terminando por fin una oración o en este caso pregunta.
Melissa se lo pensó por unos minutos debido a que comenzó a sentirse a punto de convertirse en una paleta de hielo, asintió con la cabeza. Ernesto se quitó el sacó que llevaba puesto y se lo puso a Melissa en los hombros, la tomó del brazo y la ayudó a caminar los pasos que faltaban para llegar al auto. Cuando ya estuvieron frente a él Ernesto le abrió la puerta, ayudó a Melissa a subir y cerró la puerta detrás de ella.
Una vez los dos en el auto, Ernesto puso la calefacción para que Melissa pudiera entrar un poco en calor preocupado por si la chica llegaba a enfermar. Ernesto puso el auto en marcha para poder llevar a Melissa a su casa. El camino fue en silencio ya que se sentía incómoda con su jefe al lado. Melissa se quedó dormida debido al cansancio y al frío que tenía. Ernesto la despertó ya frente a su casa, la chica se iba a bajar cuando vio las manos de Ernesto muy pegadas al volante, los nudillos estaban blancos lo que no había notado al subir sin preguntar nada volvió a cerrar la puerta y vio a un gran empresario desbordarse, su cabeza calló en el centro del volante y sonó del muy conocido ¡BEEEEEPPP! del claxon, Melissa estaba sorprendida. Puso su mano sobre el hombro de Ernesto nunca había visto a un hombre actuar así y menos frente a alguien, sabía que aquel chico rico debía de llevar un gran peso en sus hombros.
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El Maullido Que Me Trajo A Ti© (En Corrección)
RomanceMelissa Cruz no quiere volver a enamorarse, después de haber perdido a su esposo. Años después conoce a Ernesto de la Rosa, quien se encarga de voltear su vida en un giro inesperado de 360 grados (radical) (Cambio Completo) . Juntos enfrentarán obst...