🐾Capítulo 14🐾

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+18/Capítulo corto

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Ernesto no tardó en llegar a la casa de Melissa después de enfrentar a su madre, en realidad no sabía que iba a pasar, tal vez enfrentar a su madre no había sido una idea sensata que digamos pero ya estaba hecho. Adriana De La Rosa no se iba a quedar de brazos cruzados y eso Ernesto lo sabía, se estacionó en frente de la casa de Melissa, se bajó del carro y cerró la puerta, caminó hasta la entrada y tocó el timbre. Mientras que esperaba a que Melissa abriera la puerta metió sus manos en las bolsas de su abrigo. 

La puerta se abrió mientras que Melissa lo veía con una sonrisa llevando a Príncipe en sus brazos, la chica no esperó y abrazó a Ernesto para después hacerse a un lado y dejar que pasara. Ernesto entró a la casa de Melissa, la chica bajó al gatito para volver a abrazarlo, él se inclinó un poco para poder besarla, ella respondió a los besos sin dudar. Ernesto la subió y ella se abrazó de su cintura con las piernas, ambos subieron la escalera de madera de la casa de Melissa para poder llegar a la habitación. 

Ernesto con una de sus manos abrió la puerta de la habitación y los dos entraron en ella. Ernesto cerró tras de él la puerta, puso a Melissa en la cama mientras que la ayudaba a desvestirse; ella era como su tabla de salvación, el gran amor de su vida, la persona con la que quería pasar el resto de su vida sin importar lo que digan. Por un momento se le olvidó lo que le había dicho su madre, se comenzó a concentrar en ella, en lo que Melissa Cruz significaba para él. La volvió a besar ya estando en bóxer, los besos eran cálidos, un poco exigentes, voraces aunque al mismo tiempo cariñosos, para ser honesto nunca le había hecho el amor a una mujer, para él solo había sido Sexo, pero en aquel momento quería que ella sintiera lo que él sentía por ella, quería trasmitirle cuanto la amaba. 

Él comenzó un camino de suaves besos como si fuesen los pétalos de una rosa delicada, comenzó en sus labios, bajó a su cuello como si no quisiera dejar ningún centímetro de la piel de Melissa sin estudiar, como si estuviera haciendo el más grande descubrimiento científico, hasta que llegó a sus pechos, tomó su pezón con sumo cuidado y lo comenzó a chupar, a morder como si se tratara de el néctar prohibido de los dioses griegos, siguió con el otro pecho y continuó bajando hasta su ombligo. Los besos de Ernesto en el cuerpo de Melissa hacían que ella reaccionara con un gemido, razón por la que Ernesto continuó con aquel paseo de besos, siguió sobre su vientre y bajó hasta llegar al monte de venus. 

Abrió suavemente las piernas de Melissa, ella cerraba los ojos disfrutando aquella sensación que él causaba en ella, hasta que sintió su aliento contra la zona más sensible de Melissa. Poco a poco se fue acercando hasta que ella sintió la lengua de Ernesto en aquella parte, Melissa sentía el fuerte calor que la golpeaba desde su vientre, lo que la hacía sonrojar debido al calor del momento. Ernesto seguía disfrutando del cuerpo de la chica que tenía a su merced en aquel momento, sus gemidos le ponían el miembro a Ernesto más duro mientras que absorbía el clítoris de Melissa lo que ella respondió con un gemido, Melissa jadeaba y gemía.

El Maullido Que Me Trajo A Ti© (En Corrección) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora