La ansiedad de ____ estaba por las nubes. Se había vestido con extremo cuidado porque no quería decepcionar a Harry frente a su familia. Había podido elegir multitud de conjuntos de entre los de su armario; muchos, tal como le había dicho a Harry, aún llevaban la etiqueta, sin estrenar todavía. Había elegido un vestido plateado de noche porque parecía festivo y apropiado para Nochebuena, y tras debatir y sentir una inmensa culpa por dentro, había ido a comprar unos zapatos con tacones plateados y brillantes para que hicieran juego con él.
Harry había sentido su ansiedad y la había intentado tranquilizar de muchísimas maneras. Mientras había estado en el cuarto de baño recogiéndose el pelo con una pinza plateada del mismo color que el vestido, él había entrado y le había colocado un precioso collar de diamantes alrededor del cuello antes de abrochárselo. ____ se quedó mirando al espejo con la boca abierta.
-¡Harry! -protestó-. ¡Esto es demasiado!
Él sonrió, le dio un pequeño beso en el cuello justo debajo de la oreja y luego le rodeó la cintura con los brazos con una cajita que contenía unos zarcillos a juego en la mano.
-Entonces pensarás que esto sí que es demasiado, pero acostúmbrate, nena. No puedo dejar que mi mujer vaya a la cena de Nochebuena con mi familia y que ellos piensen que no te mimo con locura. Perdería toda credibilidad. Así que póntelos. Me gusta verte con mis joyas puestas. Y estás preciosa sin ellas, pero quiero que te sientas tan guapa como yo te veo. No hay mujer en el mundo a la que no le gusten los diamantes. No puedes ser una excepción.
Visto de esa manera, no había mucho más que pudiera decir.
Harry la besó otra vez y luego le dio una palmadita llena de afecto en el trasero.
-Nos tenemos que ir en cinco minutos, así que termina de arreglarte.
Ella suspiró cuando él se fue y luego volvió a mirar su reflejo en el espejo mientras sujetaba torpemente la caja para poder ponerse los pendientes en las orejas. Estaba sonriendo. Feliz. Sus ojos brillaban llenos de cariño. Harry siempre sabía cómo hacerla sentir más cómoda. Aunque aún seguía hecha un manojo de nervios.
Las Navidades no eran fechas importantes en su calendario. Al principio, particularmente el primer año que Jack y ella habían vivido en la calle, Jack había intentado y dado lo mejor de sí mismo para hacer que las festividades tuvieran espíritu navideño. Había conseguido un arbusto, que decoró y colocó en la esquina de un parque desierto usando papel de regalo que había desechado una tienda cercana.
Habían creado arcos, pequeñas estrellas y otras pocas figuras que no podían clasificarse exactamente como símbolos navideños, pero ____ había querido a Jack por el esfuerzo que había hecho. También se las arregló para traer la cena, aunque nunca le dijo cómo y ella tampoco lo preguntó.
¿Dónde estaría hoy? Hacía frío y la nieve había comenzado a caer y a cubrir las aceras con un manto blanco. ¿Tendría algún lugar donde quedarse? ¿Estaría calentito? ¿Tendría algo de comer?
Se sintió extremadamente culpable mientras Harry la guiaba hasta el coche que los estaba esperando, calentito y cómodo, para llevarlos al apartamento de Gabe donde comerían, disfrutarían de la compañía de los seres queridos de Harry y celebrarían la Nochebuena. ____ estaba bien cuidada. Harry se había preocupado de cada detalle y necesidad que tuviera. Y Jack estaba por ahí, solo, por primera vez después de todos los años que él y ____ habían estado juntos.
Se llevó una mano al pelo por sexta vez desde que hubieron dejado el apartamento, preocupada de que el peinado se le fuera a caer en cualquier momento.
Harry le pasó un brazo por la cintura y la acercó a él para poder darle un beso en la sien.
-Estás preciosa -murmuró-. Deja de preocuparte. Te van a encantar, y a ellos les encantarás.
____ sonrió, o mejor dicho, intentó hacerlo. Ya era bastante malo conocer a su hermana, su prometido, que resultaba ser el otro mejor amigo de Harry y socio, y los padres de este último, como para saber que Ash iba a estar allí también. Esta sería la primera vez que lo viera desde la noche del trío y tenía un nudo enorme en el estómago.
¿Cuán raro sería saludar educadamente a un hombre con el que se había acostado junto a Harry? Harry no podía estar más cómodo que ella en ese aspecto. Le había dejado muy claros sus sentimientos sobre el tema. No quería siquiera hablar de ello, así que ____ evitaba el tema y adoptó la firme negación de que nunca había ocurrido.
Todo eso cambiaría esta noche.
Entonces otro pensamiento le cruzó la mente. Uno que la aterrorizó. ¿Qué pasaba si los otros sabían que se había acostado tanto con Harry como con Ash?
-Nena.
La voz suave de Harry se filtró entre sus pensamientos y ella se giró hacia él.
-Estás haciendo una montaña de un granito de arena.
Harry le dio un apretón en la mano y luego se la llevó a los labios para darle un beso. Besó todos y cada uno de los dedos para que se relajara y abriera el puño que había formado antes.
-Es Nochebuena. Quiero que disfrutes de la velada. Es nuestra primera celebración juntos -añadió con una sonrisa.
-Estoy aterrorizada -soltó de repente.
Harry suavizó su mirada y se deslizó por el asiento del coche para acercarse más a ella.
-No hay por qué estarlo. Te lo juro. Son excelentes personas. Son mi familia. No te pondría en ninguna situación que pensara que te va a hacer mal.
-Ash estará ahí.
Los ojos de Harry titilaron, pero se recuperó rápidamente. No obstante, ella había visto su reacción y sabía que no le hacía ni la más mínima gracia tener que verlos juntos, a Ash y a ella.
-Cariño, escúchame. Es inevitable que tú y Ash os relacionéis. Ambos sois importantes para mí. Lo que pasó, pasó. No podemos cambiarlo a pesar de lo mucho que me gustaría. Así que lo único que podemos hacer es enfrentarnos a ello y seguir hacia delante. Él no es un cabrón. No va a hacer que las cosas sean incómodas. Ash es el mejor amigo que tengo. Sabe lo que significas para mí. Por favor, ____, confía en mí cuando digo que todo va a ir bien.
____ bajó la mirada.
-Lo siento. Te estoy arruinando la Nochebuena antes de haberla empezado. Estoy asustada. No quiero decepcionarte. No quiero defraudarte. Y no quiero avergonzarte frente a la gente que quieres. En todo lo que puedo pensar es en que me van a mirar y lo van a saber todo. Sabrán que no soy lo bastante buena para ti. Sabrán que puedes encontrar a alguien mejor. Y no puedo soportar ver esas miradas en sus caras. Cómo te mirarán a ti, preguntándose que qué demonios estás haciendo.
El gruñido que soltó Harry fue instantáneo.
-Ahora me estás cabreando. Todo eso son tonterías, y te juro por Dios, ____, aunque sea lo último que haga, que voy a sacarte de la cabeza esos pensamientos estúpidos.
Ella cerró los ojos con fuerza, decidida a no hacer algo estúpido. Como llorar. Le estropearía el maquillaje que con tanto esmero se había aplicado. Maquillaje que Harry le había tenido que ayudar a elegir porque ella no tenía ni idea de lo que debía comprar o de cómo aplicárselo siquiera. Una maquilladora profesional muy paciente fue explicándole paso a paso y le mostró cómo y qué tenía que aplicarse y en qué orden. Luego se fue a casa con una bolsa entera de cosméticos, la mitad de los cuales ____ no recordaba siquiera para qué se usaban.
-Nena, mírame.
No era una petición. Era una orden perfectamente articulada. Una que obedeció al instante. Aunque Harry aún se estaba conteniendo para hacer que ella se ajustara a la relación, los días posteriores a su larga conversación emocional sobre el curso que iba a tomar su relación, comenzó a mostrarse más y más cómodo demostrando su dominancia.
De forma gradual se había vuelto más contundente, no solo en la cama, sino también en su día a día. Al principio se preguntaba de verdad si soportaría su autoridad, pero, sin embargo, la había recibido con los brazos abiertos. ____ se deleitaba en su existencia tan bien ordenada. Tan pronto como Harry hubo dado ese paso para demostrar su dominancia, una parte de ella había suspirado de alivio. Se había vuelto muy liberador pasarle toda la responsabilidad a alguien que se preocupaba de ella. Alguien que la cuidaba y que era increíblemente protector.
Le daba una sensación de seguridad que no había tenido el placer de disfrutar hasta ahora. La hacía sentirse... a salvo.
-No les estás haciendo ningún favor a Gabe, Mia y Ash pensando que van a sentirse así hacia ti. No son personas que juzguen, ni tampoco son unos esnobs. No les va a importar tu pasado o de dónde vengas. Todo lo que les preocupará será que me hagas feliz porque se preocupan por mí. Y por esa misma regla de tres, porque se preocupan por mí, te adorarán. Todo lo que te pido es que les des una oportunidad.
De repente se sintió avergonzada porque Harry tenía razón. No les estaba dando una oportunidad. Ya los había juzgado. Algo que era lo que más le asustaba que hicieran con ella.
-Estoy siendo una esnob a la inversa -dijo quedamente-. Tienes razón.