____ esperó, sin aliento debido a la anticipación. Al nerviosismo. Su estómago estaba lleno de mariposas. Harry volvería a casa en cualquier momento. Le había mandado un mensaje para hacerle saber que estaba saliendo de la oficina. Nada más. Ninguna instrucción. Nada que le dijera los planes que tendrían para esa noche. Aunque de acuerdo con la larga charla a pecho abierto que tuvieron la noche anterior, seguro que sabía que ella estaba esperando con ansia que llegara.
Una señal de su aceptación. De su obediencia. De su voluntad y deseo de someterse a él. De seguir hacia delante en esa clase de relación que ambos querían. No solo lo que quería Harry. Significaba el mundo entero para ella, la hacía derretirse el saber que él había estado completamente dispuesto a suprimir sus propios deseos y necesidades si ella mostraba una mínima vacilación dentro de los parámetros de la relación que habían forjado.
Y quizás esa era una razón enorme por la que ella estaba tan dispuesta a aceptar sin reservas las cosas que le había pedido. Porque no las había pedido. No le había dado ningún ultimátum. Le había dicho cómo él quería las cosas pero justo después le había hecho saber que si no podía o quería seguir con ese estilo de vida que entonces sería él quien se comprometería y aceptaría lo que fuera con lo que ella estuviera cómoda.
Todo. Ella le iba a dar todo. Quería hacerlo feliz porque eso es lo que la haría a ella feliz también.
Se quitó la ropa y la guardó en uno de los cajones que le había dejado para su uso. Había insistido en comprar muebles para ella que fueran exclusivamente de ella. Pero por ahora, usar su espacio iba bien. Aún mantenían residencias separadas aunque cada vez más sus pertenencias se habían ido acumulando en el apartamento de Harry.
Controló la hora y supo que podría estar subiendo en el ascensor en ese mismo momento. Aceleró el paso hasta el salón y se arrodilló en la afelpada alfombra en una posición que le permitiera ver las puertas del ascensor. Lo vería tan pronto como saliera, pero lo más importante, lo primero que él vería cuando entrara en el apartamento sería a ella. Esperándolo. Sometida. Dándole lo que él más quería.
Los minutos pasaban con agonizante lentitud. El silencio se instaló en el apartamento y solo se podía oír su suave respiración. Entonces se oyó el sonido del ascensor llegando a la planta. Su pulso se aceleró mientras las puertas se abrían y ella miraba al frente, ansiosa de ver su rostro, su reacción cuando la viera.
Harry entró en el apartamento con un maletín en la mano. Su mirada se posó
en ella de inmediato y el maletín se le escapó de entre los dedos y cayó al suelo con un golpe suave.
-Nena -susurró.
Solo una palabra, pero expresaba una gran riqueza de significados. Sorpresa. Felicidad. Alivio. El cariño inundó sus ojos e inmediatamente se oscurecieron de deseo. Las facciones del rostro se suavizaron donde antes había habido arrugas en la frente y la mandíbula tensa. Había aparecido distraído, como si hubiera tenido un día frenético en el trabajo.
Todo se esfumó cuando avanzó, con la mirada únicamente centrada en ella y sin apartarla en ningún momento.
Se paró justo frente a ella y hundió la mano en su cabello. Le acarició la cabeza entre los mechones antes de rodear su mejilla y acariciarle la línea del mentón.
-¿Cuánto tiempo has estado esperando así? -preguntó suavemente.
Ella sonrió y se apoyó contra su mano, buscando su contacto. Estaba hambrienta de él. Un día entero esperando y esperando. Desesperada de necesidad. Queriendo reafirmar lo que ya habían decidido la noche anterior.
-No mucho. Me mandaste un mensaje cuando saliste de la oficina. Esperé un poco y luego vine al salón, aquí, para poder verte cuando salieras del ascensor. Para que me pudieras ver -terminó quedamente.
-Nunca he visto una imagen más preciosa al volver a casa del trabajo, nena. Nunca pensé que volvería para encontrarme con esto. A ti. Así. Tan dulce y cariñosa. Haces que me olvide de todo lo demás, excepto tú y yo y el mundo que hemos creado.
-Bien -dijo ella con voz ronca-. Quiero eso para ti. Has hecho muchísimo por mí. Y quiero hacer lo mismo por ti.
Él sonrió y le rozó los labios con los dedos.
-Lo haces. Ya me has alegrado el día entero. Verte así... no puedo siquiera recordar la mierda de día o lo que ha pasado en el trabajo. No me importa nada. Porque ahora estoy aquí contigo y nada más importa.
-Ordéname lo que quieras -murmuró-. Dime lo que quieres, Harry.
Él vaciló ahí de pie, con los ojos tan expresivos, pero se quedó en silencio, como si tuviera miedo de dar voz a sus pensamientos. Luego finalmente habló, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
-Sé que hablamos de esto anoche, nena. Sé que tú aceptaste. Sé que lo saqué todo. Pero no quiero ir demasiado deprisa. Quiero darte tiempo a que te amoldes a mis expectativas. Quiero que estés segura de que esto es lo que quieres. Lo último que quiero es abrumarte. Quiero llevar las cosas despacio. Empezar de cero y luego ir avanzando poco a poco. No dudo de ti. No quiero que pienses eso. Voy a tener cuidado contigo porque me preocupo por ti. Me preocupo por nosotros. Quiero que duremos.
Su corazón se derritió, y el dolor se intensificó. Un nudo se le formó en la garganta y le resultó difícil hablar debido a la creciente emoción.
-¿No lo sabes ya, Harry? Cuando dices cosas como esas solo haces que quiera complacerte más. No tenemos que hacerlo todo el primer día de nuestra relación. Pero quiero mostrarte lo que puedo ser. Lo que quiero ser. Por ti. Pero no solo por ti. Por mí también. Quiero esto. Tú quieres esto. Los dos queremos esto. Así que dime cómo complacerte. Dime las palabras y empecemos algo nuevo y especial.
-Quiero follarte -dijo abruptamente-. Justo aquí, en el salón. Quiero que me chupes la polla estando de rodillas, tan guapa y dulce y con los ojos brillantes y sumisos. Y luego quiero inclinarte sobre el sofá, atarte las manos en la espalda y poseerte con fuerza tanto tiempo como quiera. Y luego, cuando me haya corrido, quiero tumbarte y hacerte el amor como nunca antes te lo hayan hecho. Quiero comerte ese coñito y quiero chuparte los pechos hasta que estés preparada para explotar con fuerza.
-¿Eso es todo? -lo tentó ella.
Harry sonrió y parte de su preocupación abandonó su rostro.
-Todo, por ahora. Hay muchísimas más cosas que quiero hacerte y que te haré. Pero tenemos todo el tiempo del mundo y no quiero hacerlo todo el primer día. Nos lo tomaremos con calma y cuando esté seguro de que estás conmigo en la misma onda, llegaremos ahí, nena. No lo dudes. Voy a azotarte ese culito, a atarte y a follarte de todas las formas posibles que un hombre pueda follar a una mujer. Pero, por ahora, solo quiero esos labios tuyos alrededor de mi polla y luego voy a hundirme en tu caliente y estrecho interior.
Ella se estremeció, su clítoris se hinchó hasta que ella se retorció para aliviar el dolor.
Harry le envió una sonrisa cómplice y luego se llevó las manos a los pantalones. Se desabrochó el botón y luego bajó la cremallera. El chirrido sonó alto y claro en sus oídos. Jace se sacó el pene mientras se masturbaba con movimientos firmes, y seguidamente le levantó a ____ el mentón con la otra mano.
-Abre la boca, nena. Acógeme entero y chúpame. Llévame al límite, pero no me voy a correr hasta no estar hundido hasta el fondo dentro de ti, hasta que no estés doblada por encima del brazo del sofá, con el culo en pompa y las manos atadas a la espalda. Entonces será cuando te llene entera de semen y se deslizará por el interior de tus piernas. Te voy a dejar tal cual para así poder alejarme y verte sabiendo que eres mía y que acabo de poseer lo que es mío.
Ella cerró los ojos mientras él se deslizaba dentro de su boca; las imágenes que había descrito bombardeaban su mente. Sus manos eran suaves al tocarle el rostro, pero sus movimientos no lo eran. Era una contradicción impresionante. Su contacto frente a la fuerza con la que poseía su boca.
-Así sí es como un hombre quiere volver a casa -susurró-. Con su mujer esperándolo de rodillas, queriendo únicamente complacerlo. Esperando sus órdenes. Aceptando cualquier cosa que él le diga que tenga que hacer. Joder, no se puede tener nada mejor, nena.
Ella sonrió alrededor de su verga; la satisfacción la asoló y se le encogió el corazón hasta que se quedó sin aliento. Le encantaba estar dominada por él de esa manera. Que estuviera tan ansioso por ella y que ella lo complaciera como ninguna otra mujer lo hubiera hecho.
Harry se movió rápido y luego ralentizó el ritmo, deslizándose más suavemente sobre su lengua y rozando la punta de su miembro por encima de sus labios antes de volver a introducirse en la humedad de su boca.
-Tan preciosa -murmuró-. Y mía. Solo mía. Me perteneces. Solo a mí. Nadie más tendrá nunca esto, lo que yo tengo. A ti, de rodillas, esperándome a que salga del ascensor. Si otros hombres supieran lo que tengo, serían unos malditos celosos hijos de perra. Eres una mujer por la que merece la pena luchar, ____. Los hombres matarían por poseer lo que yo tengo, incluso aunque fuera solo una hora.
Sus palabras calaron dentro de ella y las mantuvo en lo más hondo de su alma. Su pecho se tensó y en su garganta se formó un nudo que hizo que fuera complicado el acomodar toda su longitud.
Harry frunció el ceño y luego se retiró, dejó solo la punta de su miembro sobre el labio inferior de ____.
-¿Estás bien?
Ella asintió, incapaz de formular una respuesta coherente. ¿Cómo podía cuando estaba peligrosamente cerca de ponerse a llorar? De felicidad. Estaba abrumada y no en el mal sentido. Sino en el mejor. Estaba vencida. No tenía ni idea de qué decir, de cómo responder. Solo podía demostrarle lo que esas palabras significaban para ella.
Echándose hacia delante, tomó la iniciativa y lo envolvió por completo, pero luego inmediatamente levantó la mirada y midió su reacción para ver si su valentía lo había enfurecido. Él le pasó una mano por la mejilla y sonrió tiernamente, casi como si pudiera leer cada pensamiento y supiera exactamente cuán afectada estaba por todo lo que había dicho.
Le sujetó la cabeza, embistió una última vez más profundamente y empujó hasta lo más hondo de su garganta hasta que esta se convulsionó a su alrededor. Harry soltó un gemido y luego la soltó al mismo tiempo que sacaba su erección de la boca de ____. Entonces entrelazó los dedos con los de ella. La sujetó cuidadosamente hasta ponerla de pie y se quedaron así durante un rato mientras él se aseguraba de que podía mantenerse firmemente en pie.
-Al sofá -le dijo. Su orden sonó más fuerte y tensa que antes-. Quiero que te inclines sobre el brazo bocabajo y con la frente tocando la tela. El culo al aire y los pies sin tocar el suelo.
____ tragó saliva e hizo tal como él le dictaba para colocarse de acuerdo con sus indicaciones. Él se alejó, sus pasos se dirigieron hasta el dormitorio mientras ella esperaba ansiosamente a que volviera. Cuando volvió, tenía en las manos una cuerda larga de lino. ____ puso los brazos a la espalda y apoyó las manos sobre el culo.