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Harry soltó un discernible suspiro de alivio tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron detrás de ellos en el apartamento. Se había asegurado de que ella no se acercara lo más mínimo al ascensor. Y así sería durante bastante tiempo.

La llevó al cuarto de baño y después de sentarla en el retrete, se volvió para abrir el grifo de la ducha. Luego comenzó a quitarle la ropa mojada de inmediato. Sus manos temblaban, no de frío, y se sentía incapaz de hacerlas parar. Estaba completamente destrozado por la magnitud de lo que casi había conseguido. De lo que realmente había conseguido.

-Harry, por favor, solo deja que me vaya -dijo con voz suave y ahogada por la emoción-. No hay necesidad de prolongar esto. Solo deja que vuelva a mi vida y tú vuelve a la tuya.

Él le sujetó el rostro con las manos y la miró ferozmente a los ojos.

-No voy a dejar que te vayas. Nunca. No va a suceder. ¿Cómo se supone que voy a volver a mi vida cuando tú eres mi vida? Como si mi vida significara algo si tú no estuvieras en ella. Ahora nos vamos a meter en la ducha y a entrar en calor. Ambos estamos helados. Tú más que yo. Has estado fuera con este tiempo durante horas. Tendré suerte si no tienes hipotermia.

Ella abrió los ojos atemorizada y luego Harry la soltó y la puso de pie. Entonces se quitó su propia ropa y la empujó para que entrara en la ducha.

No podía controlar el temblor que había invadido a sus extremidades. Apenas podía mantenerla a ella de pie en la ducha, pero la ancló firmemente contra su cuerpo y usó el calor del agua y el de su propio cuerpo para hacerla entrar en calor.

Estaba como un bloque de hielo. El frío se le había metido tanto en los huesos que había incluso enfriado su sangre. Lo mataba que hubiera estado tanto tiempo bajo la lluvia, desolada, consternada, porque no había sabido lidiar bien con la situación. Le había hecho creer que no era nada. Que no tenía nada. Cuando ella lo era todo para él.

La amaba. Si antes había habido alguna duda al respecto, ahora ya no. Y uno no trataba a la persona que amaba tal como él la había tratado. No le había mostrado ningún tipo de comprensión. No la había escuchado, no había esperado a que le explicara nada. Durante todo este tiempo había sido paciente y había esperado a que ella fuera la que le explicara su pasado y compartiera esa parte con él. Y cuando había tenido su oportunidad, la había fastidiado.

Eso no volvería a pasar otra vez. Y no iba a permitir que se marchara de su vida cuando había esperado treinta y ocho años para que entrara en ella.

El calor se incrementó y los invadió. Harry por fin sintió cómo los temblores que se habían apoderado del cuerpo de ____ remitían mientras se relajaba entre sus brazos, calentita y maleable. Tan preciosa. Todo lo que había querido alguna vez lo tenía entre sus brazos en este instante. Y no lo iba a dejar marchar. Nunca había perdido una batalla en la que estuviera realmente interesado y esta era la más importante de su vida.

La besó en la sien y dejó que su boca se deslizara por su suave mejilla hasta llegar a la barbilla. Suya. Su mujer. Su amante. Su esposa, si por él fuera. La iba a atar a él tan fuerte que iba a respirar el mismo aire que él.

-¿Has entrado en calor? -murmuró en su oreja.

Ella asintió y Harry de mala gana la soltó de su abrazo y cerró el grifo. La sacó rápidamente de la ducha y le pasó una toalla por encima vigorosamente para que no cogiera frío otra vez. Cuando llegó al pelo se lo levantó y se quedó mirando la gargantilla que le había regalado por Navidad. No se la había quitado. Ni siquiera después de haberle herido los sentimientos. Dibujó su contorno con un dedo y luego se inclinó hacia delante para besarla en el hueco entre la oreja y la gargantilla, donde el pulso se aceleró bajo sus labios.

Ella retrocedió un paso con los ojos aún torturados y cautelosos.

-Harry...

-Shhh, ____. Solo dame un poco de tiempo. Necesitas estar seca y calentita y luego hablaremos. De todo. Y no me vas a dejar. Ni siquiera lo pienses. Te ataré a la cama sin sentir ni una pizca de remordimiento si es lo que tengo que hacer para mantenerte aquí.

Ella se mordió el labio, pero se quedó en silencio y dejó que le envolviera el pelo con una toalla. Luego cogió el albornoz que colgaba en la puerta y la ayudó a ponérselo antes de atárselo alrededor de la cintura.

Se tomó unos momentos para secarse él mismo y ponerse ropa seca antes de urgirla a salir al salón.

Encendió la chimenea y luego la sentó en el sofá.

-Dame un momento para que te prepare una taza de chocolate caliente y vengo.

Harry estaba vacilante y reacio a dejarla aunque fuera unos instantes, pero el hecho de que solo tuviera puesto el albornoz -algo que había hecho a propósito - lo tranquilizaba y le aseguraba que no iba a salir corriendo de su apartamento.

Aun así, esperó a que ella aceptara y cuando finalmente asintió, volvió a respirar aliviado.

Parecía que la leche estaba tardando una eternidad en calentarse en el microondas. Precipitadamente le echó la mezcla y lo endulzó justo como a ella le gustaba y luego volvió al salón donde ____ estaba acurrucada en el sofá.

Tenía los pies escondidos debajo del cuerpo como si estuviera buscando más calidez y había cogido el fular que estaba en uno de los brazos del sofá y se lo puso en el regazo. Harry no estaba seguro de si necesitaba calor extra o de si estaba añadiendo capas encima como medida de protección... contra él.

No iba a permitir ninguna barrera entre ellos. No más. Pero primero tenían que sacarlo todo a la palestra.

Le tendió la taza y ella la cogió con ambas manos para absorber el calor con las palmas. Harry se sentó en el sofá junto a ella y se giró para quedar frente a frente. Levantó una rodilla hacia atrás de manera que tocara la de ella. ____ no se movió, algo que tomó como una señal positiva, pero sabía que tenía aún mucho camino por recorrer.

-Te debo una disculpa -dijo en voz baja-. Lo siento, ____. Perdí los papeles. Cuando pensé en todas las cosas que podrían haberte sucedido, me volví un poco loco y dije cosas que no quería. Nunca quise hacerte sentir como si no fueras nada o no tuvieras nada. Si no te crees nada más, de acuerdo, pero eso sí, créetelo.

La taza tembló entre sus manos mientras se la apartaba de la boca.

-Lo entiendo. De verdad. Pero, Harry, te he contado lo que casi hice.

Su rostro estaba inundado de dolor y vergüenza. Era casi su perdición. Sin ser capaz de poder mantener una distancia entre ellos, le cogió la taza de las manos y la dejó en la mesita antes de volver a acercarse a ella. Pasó un brazo por encima del sofá de manera que sus dedos tocaran el hombro de ella y luego le cogió la mano y le acarició la palma con el dedo pulgar.

-«Casi» es la palabra clave, nena. Casi te tomaste la pastilla. Pero no lo hiciste. Paraste. No lo hiciste.

Ella cerró los ojos y a Harry se le encogió el corazón cuando vio una lágrima caer por su mejilla.

-He recorrido un largo camino -susurró-. Hasta hoy. Hasta que he vuelto a ver esas pastillas. No pienso en ellas. Lo que quiero decir es que no había pensado en ellas. No las había querido. No desde que las dejé y logré mantenerme limpia. Sin embargo, hoy las quería más que a nada. Fue una reacción incontrolable.

Le entró un escalofrío y bajó la cabeza. Harry deslizó los dedos por debajo de su mentón y suavemente se lo levantó hasta que se vio obligada a mirarlo a los ojos una vez más.

-Nena, pero lo importante es que no lo hiciste -dijo con voz queda y enfatizando cada palabra-. No importa lo que querías ni lo que pensaste. No te la tomaste. Eso conlleva fuerza de voluntad. La venciste y ya no te tiene atada. ¿No te ha quedado claro hoy?

La esperanza que se reflejaba en sus ojos era tan conmovedora que casi lo partió en dos.

-¿De verdad piensas eso?

-Sí. No quiero que te sigas castigando por esto. Y de ahora en adelante, voy a estar aquí para ayudarte. No tienes que estar sola. No estarás sola. Te vas a venir a vivir conmigo. He esperado. No quería presionarte demasiado pronto. Esa es la razón por la que te instalé en el antiguo apartamento de mi hermana. Pero ya se ha acabado. Vas a vivir aquí conmigo.

Ella abrió los ojos con sorpresa. Abrió la boca para protestar, pero él la calló con un beso.

-Eres mía, ____. Me perteneces. Yo te pertenezco. Tu sitio está aquí. Eso no es negociable.

-Pero Jack...

Harry se separó y parte de su buen humor se deterioró.

-Tenemos que hablar de Jack. Es peligroso para ti, ____. No voy a tolerar eso. No toleraré ninguna amenaza contra ti.

Su respiración salió de forma irregular y era obvio que estaba esforzándose por contener las lágrimas que amenazaban con derramarse.

-No puedo darle la espalda, Harry. No espero que lo comprendas.

-Haz que lo entienda, por favor. Dime por qué. Dime qué es lo que te ata a Jack.

Ella cerró los ojos y las lágrimas contra las que tanto había luchado se escaparon y deslizaron sobre sus mejillas en silencio, dejando un rastro plateado.

-Soportó mucho por mí. Me protegió. No te puedes ni imaginar lo que tuvo que soportar por mí, Harry.

Su pecho ardió y se le formó un nudo en la garganta. Sabía con seguridad que no le iba a gustar lo que estaba a punto de contarle, pero se quedaría sentado y la escucharía aunque sus palabras lo mataran por dentro. Este era su pasado y ella por fin se lo estaba contando todo. Le estaba confiando secretos que se había guardado para ella y el oscuro dolor que llevaba en sus ojos.

-Entrábamos y salíamos de nuestros hogares de acogida. No tenemos un lazo de sangre. Eso lo sabes. Pero congeniamos y nos unimos mucho y los servicios sociales intentaban no separarnos cuando era posible. Que no era siempre. Pero sabían que si íbamos juntos era más probable que no causáramos problemas, así que cuando podían intentaban encajar nuestra necesidad de estar juntos. Nosotros éramos nuestra única familia, solo nos teníamos el uno al otro.

____ hizo una larga pausa e inspiró hondo varias veces.

-Continúa, nena -dijo amablemente-. Te escucho. Nada puede hacerte daño ahora.

-Cuando tenía doce años, Jack tenía quince. Era grande para su edad. Sé que ahora no lo parece. Está demasiado delgado, pero cuando está sano y bien nutrido, es un tío corpulento y grande. Alto y con anchos hombros. En fin, estábamos en una casa juntos y el padre...

Harry se tensó y el cuerpo entero le hirvió de ira. No le gustaba la dirección que estaba tomando esto.

-El padre solía mirarme y eso preocupaba a Jack. Jack nunca me dejaba fuera de su vista ni me dejaba sola con nuestro padre de acogida. Al final resultó que al padre no le importaba mucho si eran chicas o chicos.

____ sintió un escalofrío que había provocado la repulsión. Su rostro empalideció. La angustia radiaba de ella como si se tratara de ondas. Harry la estrechó entre sus brazos y la abrazó con fuerza pidiéndole que continuara hablando. Le acarició el pelo en un intento de ofrecerle consuelo de cualquier forma que pudiera.

-Él lo soportó por mí -susurró-. Se puso en medio cada vez que el padre vino a por mí. Jack permitió que ese hombre abusara de él para que no pudiera hacerlo conmigo y, Dios, Harry, yo no puedo olvidarme de eso. No puedo. Estuvo aguantando eso durante meses hasta que por fin pudimos huir.

-Oh, nena. Lo siento mucho.

-Jack siempre ha cuidado de mí. Cuando me vi implicada en el accidente de coche. Antes de eso. Después. Siempre ha sido él el que se aseguraba de que tuviéramos comida y ropa. Cuando yo no pude conseguir más recetas médicas para los analgésicos, y por entonces aún sentía mucho dolor, Jack los conseguía para mí. Y luego, cuando me volví adicta, se arriesgó a que lo arrestaran y Dios sabe qué más para asegurarse de que tuviera lo que necesitaba.

Harry suspiró. Era una situación compleja, sin duda. Miraba a Jack con una luz nueva, pero eso no significaba que estuviera todo arreglado con el hombre que le estaba jodiendo la vida a ____ ahora. Jack estaba metido en algo más grande que simplemente seguir con su hábito de conseguir recetas médicas. Estaba comprando, si no traficando con drogas duras. El tipo de droga que podía hacer que una persona terminara muerta o en prisión durante mucho tiempo. Ni de lejos iba a dejar que ____ estuviera expuesta a eso.

-Entiendo por qué te sientes como te sientes, nena, pero escúchame. Jack ya ha ido más allá. Está metido hasta el fondo y te está poniendo en serio peligro. No puedo permitir eso. No lo permitiré. Nunca aceptaré nada que pueda terminar haciéndote daño. ¿Lo entiendes?

Ella se movió y levantó la cabeza para poderle mirar a los ojos.

-Lo entiendo, Harry. De verdad. No estoy excusándolo. No me gusta lo que está haciendo, pero la idea de que esté hambriento y con frío y que se esté exponiendo a esos peligros... me parte el corazón. No puedo evitar preguntarme si su vida sería así si yo no hubiera estado en medio.

Mi Fervor (02)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora