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Ir de compras con Harry fue una experiencia agotadora, excitante y completamente desconcertante. Él barría las tiendas y las boutiques como un hombre con una misión de vida o muerte y era preciso en sus requisitos. Se le pasó a ____ por la cabeza que tenía mucha experiencia en comprar ropa de mujer y no terminaron de gustarle los celos que la invadieron. Hasta que Harry comentó irónicamente que había acompañado a su hermana pequeña en incontables salidas de compras a lo largo de los años.

Cuando se hizo obvio que ____ no iba a elegir ninguno de esos artículos tan asquerosamente caros que Harry estaba convencido que necesitaba, este se adelantó y fue preguntándole a la vez que tomaba las riendas de la situación. Arrasaba en las tiendas, señalaba lo que quería en la talla adecuada para ella y hacía que la dependienta se lo buscara todo.

La equipó por completo con todo lo que necesitaba, desde ropa interior -que fue terriblemente incómodo- hasta sujetadores -igualmente incómodo- y vaqueros, camisas y vestidos que ____ no tenía ni idea de para qué los iba siquiera a necesitar alguna vez. Luego le compró sudaderas, dos abrigos -uno corto y otro largo- y tres pares de botas forradas en piel.

-No quiero que tengas los pies fríos -le dijo.

____ estaba absolutamente conmocionada pero a la misma vez el corazón se le derretía ante el cuidado que él ponía en elegir cada artículo en particular.

Cuando terminaron la maratón de cinco horas de compras, a ____ le daba vueltas la cabeza y el conductor de Harry tuvo que ayudarles a llevar todas las bolsas hasta el coche. Había una verdadera montaña de bolsas y cajas en el maletero y aún había más cosas metidas en el asiento delantero.

____ se hundió en el asiento, embotada por la intensidad del día. Sí, él le había dicho que la iba a llevar de compras, pero ella se había imaginado que le iba a comprar un abrigo -ya que estaba muy enfadado de que no tuviera uno- y quizás unas pocas cosas más. ¡Nunca se habría esperado que fuera a llenar un armario entero con ropa suficiente como para llevar cada día del mes sin repetir! No quería siquiera saber cuánto había costado todo. Se negaba a mirar las etiquetas después de haber cometido el error de mirar la primera. Casi se había desmayado, así que Harry, que había fruncido el ceño, la instó a que desviara la vista hacia otra cosa.

Harry la cogió de la mano y le dio un pequeño apretón.

-¿Todo bien?

Ella asintió.

-Nunca había hecho esto antes. Lo digo en serio, ni siquiera a menor escala. La mayoría de mis compras, si es que se pueden llamar así, han sido en tiendas de segunda mano y en Goodwill.

Él gruñó.

-Esos días se han acabado, ____. Quiero que los olvides.

Ella suspiró. Se habían terminado hasta que él pasara de ella y se le pasara esa... No estaba segura siquiera de cómo llamar a esa aparente atracción que tenía hacia ella. Fuera lo que fuese no iba a durar para siempre y volver a su antigua vida sería todavía más duro. Lo de antes había sido todo lo que había conocido, ¿pero ahora? Harry le estaba dando a probar lo diferentes que las cosas podían ser.

Se pararon frente a un elegante y moderno edificio en el Upper West Side y Harry salió del coche antes de ofrecerle a ella la mano para ayudarla a salir también. Tras ordenarle al conductor que se encargara de que subieran todas las bolsas al apartamento, él condujo a ____ hasta la entrada.

Una vez dentro le presentó al portero. Evidentemente, Harry ya le había notificado que se iba a quedar en el apartamento porque fue más un caso de formalidad que de una situación nueva.

Luego le enseñó todas las instalaciones y servicios que ofrecía el edificio. No se podía imaginar lo que sería usarlos. Tener un apartamento de verdad era un lujo que no podía siquiera llegar a concebir. Tener todas esas cosas extra hacía que la cabeza le diera vueltas.

Se sintió aliviada cuando por fin subieron al ascensor y se dirigieron al apartamento. Se sentía nerviosa a flor de piel. Estaba hecha polvo de todo el día de compras y necesitaba desesperadamente un lugar silencioso donde relajarse.

Harry abrió la puerta y luego la mantuvo abierta para que ella entrara.

-Ven a ver tu apartamento, nena.

Su apartamento. Aún no entendía cómo le podía estar ofreciendo un apartamento. Era una locura. Harry estaba loco. Pero bueno, eso ya lo habían dejado claro antes.

Cuando puso un pie dentro, la respiración se le cortó y se quedó petrificada justo en mitad de la entrada. Entonces se quedó mirando fijamente a su alrededor. Las lágrimas se le formaron en los ojos y un sollozo creció en su garganta.

Harry la rodeó con un brazo y le dio un pequeño apretujón.

-Nena.

Pronunció la palabra con una voz tan dolorida que hizo que le diera un vuelco el corazón.

-Es precioso, Harry -susurró.

-¿Sí?

-Es perfecto.

Él sonrió y la besó en la nariz.

-Y no lo has visto todo todavía.

Y ahí estaba. El salón y la cocina formaban una sola habitación grande con la idea de espacio abierto que a ella le encantaba. Pero la tonalidad de colores era lo que lo hacía absolutamente perfecto. Estaba todo diseñado con colores tierra; la habitación -todo el apartamento- tenía un ambiente hogareño y acogedor, un epítome de todo lo que ella había querido como un lugar en el que vivir.

La cocina era de última generación con electrodomésticos de acero inoxidable. La vitrocerámica era muy moderna y los armarios parecían estar completamente equipados con utensilios de cocina y cubertería. Las manos le dolían de ganas de entrar en esa cocina y comenzar a cocinar.

-Vamos -dijo-. Te enseñaré el resto mientras nos suben las bolsas.

Hicieron un breve recorrido por los dormitorios y los cuartos de baño y cuando volvieron se encontraron con que ya había una gran montaña de bolsas en el salón. Un momento después, un hombre alto y muy musculoso entró por la puerta seguido de otro más bajito y fornido. Ambos parecían sacados de una revista de culturismo. Tenían los brazos bien musculados. Aparentaban ser unos auténticos gorilas.

El hombre que parecía ser el líder llevaba unas gafas de sol que se subió a la cabeza y ____ instintivamente se pegó al costado de Harry, buscando su protección. Esos hombres le recordaban mucho el encuentro que había tenido con los tipos que querían el dinero que Jack les debía.

-No te harán daño -murmuró Harry.

La rodeó con un brazo y la pegó contra él. Al instante se sintió... mejor. Más segura. No importaba que los hombres la doblaran en tamaño. Eran auténticas montañas y parecían... cuestionables, como poco. Ella estaba junto a Harry y él no permitiría que nadie le hiciera daño.

Ante las palabras de Harry, el más alto se acercó lentamente y frunció el ceño. Levantó la otra mano para pedir al otro hombre que se acercara y ambos se quedaron a una corta distancia de ellos, cuidando de mantener un espacio entre sí.

-Señor Styles -dijo el más alto-. Soy Kaden Ginsberg y este es Trevor Dixon.

Harry extendió su brazo y dio un paso hacia delante para estrechar ambas manos.

-Gracias a ambos por venir.

Se giró y le hizo un gesto a ____ para que se acercara. Vacilante, ella dio un paso adelante y le echó una mirada de prevención a los dos recién llegados.

Harry alargó la mano hacia ella y ____ deslizó sus dedos sobre los de él.

Los entrelazó y tiró de ella para que estuviera nuevamente a su lado.

-Estos son tus guardaespaldas.

____ no podía formular una respuesta. ¿Guardaespaldas? ¿Por qué demonios necesitaba ella guardaespaldas? Lanzó una mirada llena de confusión a Harry.

-¿Por qué?

La palabra salió entrecortada y ronca.

Sus labios formaron una fina línea, gesto que demostraba su impaciencia. Luego se volvió hacia Kaden y Trevor.

-Sentémonos en el salón. Tenemos mucho de lo que hablar. Quiero vuestro absoluto compromiso de que ____ estará protegida bajo vuestro cuidado cuando yo no pueda estar con ella.

Kaden asintió.

-Por supuesto.

Harry posó una mano en la espalda de ____ y la urgió a acercarse al sofá. Él se sentó a su lado y volvió a entrelazar los dedos con los de ella. Estaban tan cerca que sus muslos se tocaban. ____ se apretujó a su lado mientras miraba precavida a Kaden y a Trevor. Ambos estaban sentados frente al sofá en dos sillas que parecían demasiado pequeñas para sus voluminosos cuerpos.

-Parecéis luchadores profesionales -soltó ella de repente. Luego se sintió como una auténtica idiota y bajó la mirada para mirar las manos entrelazadas de ambos.

Kaden se rio entre dientes, lo que la obligó a alzar la mirada de nuevo. Tenía una risa bastante alegre, no sonaba para nada borde. Era suave y vibraba en sus oídos. Era... agradable.

-Eso ayuda para la clase de trabajo que hago, señora.

-Oh, sí -murmuró la joven.

Harry le apretó la mano y luego redirigió su atención a los guardaespaldas. Se sentía ridícula llamándolos así. La situación entera parecía ser tan completamente rara y extraña que no podía siquiera llegar a comprenderla.

Harry volvió a mirar a ____ con los ojos serios.

-Kaden y Trevor te acompañarán a todas partes cuando yo no esté contigo. Escoltarán todos tus movimientos, y sí, me refiero a todos tus movimientos.


Cuando estés aquí, ellos estarán aquí. Y si sales fuera, ellos irán contigo.

____ lo miró consternada.

-¿Pero por qué? No lo pillo. Harry, esto es una locura. Yo soy una don nadie. Nadie se preocupa de mí. No tengo nada, así que nadie se fija en mí. No ganan nada secuestrándome o Dios sabe qué más has pensado.

Harry suspiró.

-¿Te olvidas de que hace un día esos cabrones te tenían en el suelo? ¿De que te pegaron y te amenazaron? Te dieron una semana para responder. ¿Qué crees que pasará cuando esa semana pase, _____? ¿Crees que simplemente se van a olvidar de ti porque de repente no pueden encontrarte donde solías estar? Me voy a asegurar de que no van a acercarse a ti y parte de eso significa que Kaden y Trevor van a estar contigo cuando yo no pueda. Lo que significa que no vas a ir a ningún sitio sin ellos. ¿Lo entiendes?

-¿De verdad crees que me pueden encontrar aquí? -susurró.

-Digamos que no estoy dejando nada a la suerte.

Kaden se aclaró la garganta.

-Señora -dijo educadamente-. Hombres como esos no se rinden tan fácilmente. Tienen que demostrar su poder, y si no lo hacen pierden credibilidad en la calle. Si los demás averiguaran que han fracasado en recuperar el dinero de una deuda, significaría que más gente decidiría no pagarles. Ellos trabajan con el miedo y la intimidación. Si la gente deja de tenerles miedo, entonces se considerarían inútiles y dejarían el negocio. Ellos no van a dejar que eso pase, así que harán lo imposible por encontrarla. Trevor y yo nos aseguraremos de que no lo logren.

Su boca formó una «O» silenciosa y se quedó mirando fijamente a Harry con asombro en los ojos.

-¿Lo entiendes ahora? -preguntó este quedamente.

Ella asintió pero aún estaba un poco impresionada por todos los cambios tan repentinos que había sufrido su vida.

El chófer de Harry trajo una pequeña bolsa y se la entregó a Harry. No era ninguna que ella reconociera, aunque había habido tantas que ya había perdido la cuenta hacía horas.

Harry sacó una caja y la abrió para mostrar un teléfono móvil nuevo. Le puso la batería, lo encendió y luego jugueteó con él durante largos minutos. Luego sacó su propio teléfono móvil y presionó botones antes de pasarle el teléfono a Kaden.

-Programad vuestros números de teléfono en el móvil. Quiero que os tenga en la marcación rápida en caso de que algo vaya mal.

____ alzó ambas cejas mientras Kaden y Trevor rápidamente presionaban los botones antes de devolverle el teléfono a Harry. Luego este se lo dio a ella.

-He programado mi número. Es el número uno de la marcación rápida. Kaden es el dos y Trevor el tres. Mi oficina es el cuatro y mi apartamento el cinco. Lleva este teléfono siempre contigo, y si no quieres que me dé un ataque al corazón pensando que estás muerta en un callejón de cualquier sitio, mejor que contestes cuando te llame. ¿Entendido?

Aturdida, asintió. Maldita sea, la cabeza le estaba dando vueltas. Apenas podía respirar y la cabeza le estaba empezando a doler horriblemente. Los cuentos de hadas no existían para chicas como ella y aun así había aterrizado en medio de uno. Pero este no tenía destinado un final feliz. Eso solo pasaba en la ficción, y ella estaba muy familiarizada con el funcionamiento de las cosas en la vida real. La vida real era un asco. Pero era real. Imperdonable. No ponía excusas, sino que era tal cual era.

Harry se inclinó hacia ella y le dio un beso en la frente.

-Tengo que irme a la oficina. Tengo una reunión a la que no puedo faltar, pero no tardaré mucho. Kaden y Trevor se quedarán contigo hasta que vuelva. La compra de la comida te llegará pronto también. Asegúrate de que uno de ellos dos abra la puerta y quédate donde no puedan verte hasta que ellos te confirmen que no hay nadie al acecho. Y hagas lo que hagas, escucha lo que tengan que decirte. Su trabajo es mantenerte a salvo. Pónselo lo más fácil posible cooperando, ¿de acuerdo?

-Está bien -murmuró.

-Si necesitas algo, llámame. Llevaré el móvil encima incluso en la reunión.

Ella asintió mecánicamente.

Harry la besó otra vez.

-Saldremos luego a cenar. Ponte uno de esos nuevos conjuntos y asegúrate de ponerte el abrigo. Por lo visto va a nevar esta noche. Luego pasaremos la noche aquí para que te puedas familiarizar con tu nuevo apartamento.

____ se asombró ante la arrogancia que había demostrado al asumir que se iba a quedar con ella esa noche. También se asombró ante el hecho de que ella no lo había corregido. No había opuesto resistencia. Y se asombró ante el alivio que sintió en las venas cuando supo que no estaría sola.

Perdida. Ya estaba perdida en él. Tan inmersa que no estaba segura de si volvería a encontrar la salida otra vez. Cuando Harry decidiera alejarse de ella, la rompería de una forma como nada antes lo hubiera hecho. Su vida. Su adicción. Sus miserias.

Harry tenía un poder sobre ella que nunca se hubiera imaginado que otro ser pudiera tener. Y eso la asustaba más que el volver a pensar en drogas, sexo o en los hombres que la habían amenazado.


Mi Fervor (02)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora