Harry se bajó del coche tras decirle a su chófer que diera la vuelta a la manzana y lo esperara. A continuación, se alzó el cuello del abrigo para evitar que la llovizna se colara por su cuello y espalda. Se metió rápidamente en un centro de acogida de mujeres que se encontraba entre una antigua iglesia católica y un comedor para indigentes en la periferia del barrio Hell's Kitchen.
Oscurecería pronto, un hecho que le deprimía no porque la noche se acercara, sino porque le había costado todo el día obtener la información que quería. Y esta le había llevado a encontrar la pista hasta ____.
La única información que el servicio de catering tenía en el archivo era su nombre completo y su dirección. ¿Habría puesto a otra empresa como información de contacto? Podría haber llamado al centro de acogida para conseguir más información, pero en el mismo momento en que había logrado obtener la más mínima pista sobre dónde podría encontrarse, había salido disparado de la oficina y había venido directamente hasta aquí.
Abrió la puerta y pasó dentro antes de sacudirse los restos de la lluvia. Una mujer mayor alzó la mirada desde donde se encontraba sentada delante de un escritorio a poca distancia de la puerta. Había alarma en sus ojos. Harry supuso que no era algo ordinario que un hombre entrara tan de repente en un centro de acogida de mujeres, y si sus empleados tenían algo a lo que atenerse era que había estado todo el día pensativo y de mal humor, así que estaba seguro de que no tenía una apariencia muy agradable tampoco.
-¿Puedo ayudarle? -le preguntó la mujer rápidamente.
Harry desvió la mirada hacia el interior y se percató de la pequeñez y la disposición del lugar, que no era más que una habitación. Había catres por toda la estancia y un área para sentarse al fondo, con un sofá desvencijado y unas cuantas sillas viejas situadas alrededor de una televisión.
Había más o menos diez mujeres a la vista, y Harry se quedó estupefacto al ver lo hundidas y sumisas que aparentaban. Las edades oscilaban entre muy jóvenes y bastante ancianas, y todas tenían una mirada cansada y sin esperanzas que hizo que el corazón le diera un vuelco.
¿Esto era lo que ____ hacía? ¿Era voluntaria aquí y luego cogía pequeños trabajos que le pudieran dar algún dinero extra? Sintió de repente una oleada de orgullo. Recordaba la reacción que había tenido cuando pensó que le estaban pagando de una forma u otra por tener sexo. Y tampoco se había quedado con ellos cuando supo claramente que tanto él como Ash tenían dinero. Ash había tenido razón en una cosa. Nunca antes una mujer los había dejado sin importarle el dinero que pudiera ganar.
Incluso con el abrigo puesto, Harry sentía el interior del refugio bastante frío.
Entrecerró los ojos cuando vio que la mayoría de las ocupantes no llevaban más que una simple capa de ropa. Incluso la mujer mayor que había frente a él solo llevaba puesta una chaqueta y unos guantes.
-¿Por qué narices no tiene la calefacción encendida? -exigió Harry.
La mujer pareció sorprenderse. Y luego se rio. Harry parpadeó, no se esperaba esa clase de respuesta.
-Tendrá que hablarlo con el ayuntamiento -dijo la mujer con el enfado patente en su voz-. Han recortado tanto las subvenciones que no nos podemos permitir arreglar la calefacción. Se estropeó la semana pasada. Todo lo que tenemos son unos pocos calefactores portátiles y los usamos por la noche para que las mujeres puedan al menos dormir calientes.
Harry soltó una maldición por lo bajo.
-¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle, señor...?
Él extendió su mano.
-Styles. Mi nombre es Harry Styles, y sí, hay algo en lo que puede ayudarme. Estoy buscando a alguien que trabaja aquí. Su nombre es ____ Willis.