🌌 Capítulo XXIII. Blue, perder el control 🌋

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Al llegar a Dru desde el arco de piedra, Blue salió disparado hacia el despacho de Ezio.

- Necesito hablar contigo.

Ezio le indicó que se sentase en uno de los múltiples sofás y se sentó a su lado. Luego le indicó que continuase.

- Debo pedirte que me sustituyas, manda a alguien en mi lugar con Jen.

Ezio lo miró, confundido.

- ¿Y a qué se debe ese cambio? Acordamos que eras la mejor opción, contigo, pase lo que pase estará segura.

Blue no quería decirle los motivos reales de su petición, no debía. No podía decirle que ver a Jen con David lo volvía loco, que se le hacía insoportable.

- Ezio... no ha habido ningún tipo de problema, no nos han atacado. Me dedico a corretear detrás de una niñita. Estoy desperdiciando mi potencial, ayudaría más a Dru si estuviese aquí, entrenando a soldados, vigilando el perímetro, ayudando a recuperar terreno, cualquier cosa sería más provechosa que esto.

Ezio respiró profundamente.

- Blue... ¿crees que he llegado a ser regente simplemente por ser hijo de quién soy? - Blue lo miró, pero no respondió - tengo buena mano con la gente, sé leer sus motivos, puedo notar sus intenciones, por mucho que quieran ocultármelas... - Blue se mantuvo firme, no quería mostrar sus cartas - Sientes algo por ella ¿no es así?.

- No, no se trata de eso - contestó de forma cortante.

- Como quieras - dijo Ezio con desinterés - pero, recuerda una cosa, sabes las consecuencias que habría para ti y para ella si intentas algo.

Hubo una pequeña pausa.

- Debes ser inteligente - continuó Ezio - no debes cegarte por la relación que tenga con ese chico, David, tendrá que alejarse en poco tiempo de él e, incluso cuando muera, para nosotros no habrá pasado apenas tiempo. Aún así, no olvides a quién pertenecerá después.

Esa última frase atormentó la mente de Blue. La idea de que Ezio hubiese sugerido que Jen sería de su propiedad, la posesión que había mostrado... hizo tambalear el autocontrol de Blue.

Ezio lo sabía, pero quería dejar clara la situación.

- Es mi prometida, Blue - continuó - no permitiré que te acerques a ella más de lo necesario. Serás su guardián, pero nada más, nunca.

Blue, sin ser capaz de controlarlo, se levantó y agarró a Ezio por las solapas de su camisa, levantándolo del suelo y aplastando su espalda contra una pared cercana. Al darse cuenta de lo que había hecho, lo soltó de inmediato.

Ezio se colocó la ropa.

- Olvidaré esto por respeto a tu padre y como agradecimiento por todo lo que has hecho por Dru, pero, si se vuelve a repetir, lo pagarás. Tienes una semana terrestre para pensar, desconectar y hacer lo que consideres. Respira, viaja, haz lo que quieras, pero después de esa semana volverás a viajar y cuidar a Jen, y no se hable más.

Blue asintió, sabiendo que no podía hacer nada más. Se disponía a salir por la puerta cuando Ezio añadió.

- No olvides que es mi prometida, Blue.

Blue asintió y salió del despacho, furioso. Cerró la puerta y salió disparado, en su marcha se tropezó con Lis, golpeándola de lado y se marchó sin decir nada.

Lis, confusa, lo miró irse y, preocupada, decidió seguirlo.

Blue salió volando. Descendió en un claro, allí estaba Luis, el hermano de Lis y mejor amigo de Blue. Solían entrenar allí, juntos. Lis lo siguió y se ocultó, viendo lo que pasaba.

- Llegas tarde - dijo sonriendo Luis, pero, al ver la expresión de Blue, añadió - ¿va todo bien?

- Nada va bien - dijo Blue, dándole un puñetazo a un árbol cercano y creando un gran cráter en el centro.

Su garganta ardía. Había estado luchando demasiado tiempo contra el Flove, jamás había sentido nada por nadie y, ahora, ni siquiera era capaz de controlar sus emociones. No poder estar con Jen lo destruía pero, verla con alguien más, lo volvía loco. Sabía que no estaba bien, que ella era libre para hacer lo que quisiese, por eso quería alejarse.

Blue siempre había destacado por su autocontrol, su paz mental y ahora todo parecía desmoronarse.

Jen era algo prohibido. Pero, aún así, notaba como ella lo miraba, veía deseo en sus ojos y eso hacía más difícil no dejarse llevar. Era más fácil ignorar el Flove cuando la otra persona no estaba interesada, pero notar que la otra persona desea lo mismo... aumentaba el deseo, la necesidad, la desesperación.

Blue necesitaba tocarla, sentirla, hacerla suya. Pero no podía, no debía.

Y ahí estaba él, luchando contra sus sentimientos, contra su deseo e intentando mantener esa persona que solía ser, un buen soldado, un buen ciudadano. Era demasiado. Por eso necesitaba estar lejos de Jen, cuanto más cerca estaba, más difícil era contener la necesidad de abrazarla, de besarla, de poseerla. No paraba de pensar en los pequeños acercamientos que habían tenido y todo lo que estos habían despertado en él.

Esa noche, en el balcón, al ver su cuerpo y su rostro bajo la luz de la luna, con el cabello volando... se podía advertir cada parte de su cuerpo. Había consumido Drin y estaba seguro de que era su mente, regalándole ese momento. Al fin y al cabo, Jen usaba ropa humana y, estaba claro que esa era ropa de Dru. Su imagen no hizo más que aumentar el deseo, la necesidad, necesitaba tocarla, aún sabiendo que, justo en ese momento, la visión se esfumaría. Pero no fue así, tocó su hombro y, una chispa eléctrica recorrió su mano y luego todo su cuerpo. Descendió su mano por el brazo de Jen y vió caer el tirante de su vestido. El pecho de la princesa se había descubierto un poco más, sus pezones estaban aún más erectos, marcándose en la tela y su cuerpo, casi imperceptiblemente, se había curvado, conteniendo el deseo, anticipándose. El cuerpo de Blue se había endurecido con este simple contacto, todo su cuerpo.

Pero, la estaba tocando, no era una visión producida por las hierbas de drin, era real. Tenía dos opciones, dar rienda suelta a sus deseos, poseerla allí y condenarlos a ambos, o alejarse.

Su sentido común apareció, se alejó, y se fue.

Voló, lejos, hasta su lugar secreto, su lugar de paz. Era un acantilado al final de las posesiones del reino de Dru. Desde allí se veía el fin. Donde acababa la vida, toda la naturaleza de Dru y comenzaba un mar, inmenso, peligroso y agresivo. Se lanzó al mar, sumergiéndose y permaneció en el fondo del mar hasta que sus pulmones se lo permitieron y hasta que su cuerpo se calmó. Salió empapado del mar y voló hacia el acantilado. Se acostó en el suelo.

Dru no valoraba el mar, amaban los ríos, los lagos, pero no el mar. El río era calmado, predecible, traía paz, al iguall que las hadas blancas. En cambio, el mar era agresivo, inestable, por ello sus tierras acababan donde comenzaba el mar. Blue, al igual que sus similares, prefería el río al mar, pero le gustaba observar el mar desde allí. Hasta hoy, jamás se había sumergido en él.

Ahora, empapado, bajo la luz de las estrellas y la luna, pensaba en el curioso parecido que, para él, tenía el mar con Jen.

Ella, al igual que el mar, era impredecible. Era peligrosa, o, al menos, para él. Podía verla de lejos y no supondría problema pero, si se sumergía, corría el riesgo de que la corriente lo llevase, alejándolo de Dru, de su paz, de su tranquilidad. Luego se fijó en la erosión del acantilado en el que estaba, aún estando lejos, el mar no había dejado de intentar coger parte de la tierra, seguía intentando entrar y, aunque necesitase millones de años, al final conseguiría superar a la tierra y llegar a donde estaba Blue, se preguntaba si eso mismo le pasaría con Jen, por mucho que él permaneciese en la distancia, ¿al final lo alcanzaría?.

Fairy Queen: Un mundo mágico [COMPLETA ⭕✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora