19. Dulces

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¿Acaso aún podía salvar mi alma? ¿Por eso me habían enviado un ángel? Creía que la había perdido para siempre

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¿Acaso aún podía salvar mi alma? ¿Por eso me habían enviado un ángel? Creía que la había perdido para siempre.

—No te preocupes por lo que pueda a pasar. Estoy de tu lado —me dijo Agus.

—¿Qué significa todo esto? ¿Por qué? —Me pasé las manos por la cabeza—. Esto no puede estar pasándome...

—Significa que tus plegarias fueron escuchadas. Vamos a librarte de ellos, Val, vas a volver a tu vida normal, aunque sea lo último que haga —aseguró—. Solo tienes que ayudarme a hacerlo.

—Espera, espera. —Comencé a hiperventilar—. No estaba preparada para tener que asumir la existencia de otra criatura mágica este semestre. Necesito respirar, necesito...

—Necesitas saber que todo estará bien. —Posó su mano en mi brazo—. Estoy aquí para ti, siempre lo he estado y siempre lo estaré. Si en algún momento sientes que ya no puedes más, solo tienes que llamarme.

—¿Por qué haría eso por mí un ángel?

—No soy un ángel cualquiera —explicó arrugando las cejas—. Guau, realmente debería haber hecho que prestaras un poco más de atención en la iglesia.

—¿Cómo podrías haber hecho tú eso?

—Porque es la clase de cosa que hace un ángel de la guarda. —Me guiñó un ojo—. Bien, ahora... Creo que nadie nos ha seguido. Perfecto.

Se acercó a mí, y, cuanto más se aproximaba, más se aceleraba mi corazón. Estaba congelada en el sitio.

—Lo primero que debes descubrir —continuó— es con quiénes estás lidiando. Luego tenemos que quitarles su poder para dejarlos fuera de juego. No te preocupes, no eres la primera chica que ha tenido que lidiar con este tipo de encuentros paranormales. Y tampoco serás la última.

—«Mi ángel» —repetí confundida—. ¿Por qué no interferiste antes? ¿Cómo...? ¿Cómo sabes qué hacer? Ellos son tres, nosotros somos dos. Y yo no tengo ninguna ventaja.

—Debes tener fe —exigió—. ¿Acaso has oído alguna historia donde los malos ganen?

—Fe es justo lo que me falta ahora mismo.

—Lo entiendo. —Me envolvió en un abrazo para consolarme—. Pero debemos ponernos en marcha. Averigua lo que puedas sobre ellos: necesitamos saber a qué nos enfrentamos y qué armas tenemos. Pero ten mucho cuidado... Y ya sabes dónde encontrarme si las cosas se ponen feas.

Ladeó la cabeza en dirección a la puerta, contando en silencio con los dedos hasta diez. Se escuchó el sonido de unos tacones repiqueteando contra el hierro de la escalera; quien fuese que estuviera subiendo tenía una agilidad envidiable.

Me quedé inmóvil viendo cómo Agus contraía sus alas y estas desaparecían bajo su piel. Pronto no quedó ni rastro de aquellas majestuosas plumas.

Estaba asegurándome de que mi vestido estuviera en su sitio cuando la puerta se abrió y la luz azul proveniente del interior de la casa iluminó mis pies. Levanté la mirada. Dania se aferraba al picaporte para mantener el equilibrio. La forma con la que me ojeó me obligó a tragar saliva.

Un templo encantador │YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora