¿Qué harías si por error traes 3 atractivos demonios a la tierra?
* 🕯️ *
Val no cree en los demonios, y para probar su inexistencia decide seguir un tutorial de invocación.
Hay puntos que ella debería haber tenido en cuenta an...
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As se acercó tanto a Amon que este tuvo que retroceder hacia el bosque, pero Mam los dejó solos a Leviatán y a él para alejarme del terreno peligroso. Luego regresó con sus compañeros.
Desde la distancia, contemplé la batalla y me pregunté cómo no notaban que ninguno de los golpes de su enemigo alcanzaba a Levi.
De las palmas de las manos de As brotaba una especie de fuego blanco que, a pesar del agua, no se apagaba; su llama luchaba contra todo como si fuera indestructible. Dibujó un círculo alrededor de los tres chicos.
Amon sacó sus garras y lo atravesó sin temor a quemarse. Los ataques que As le arrojó le golpearon en diferentes partes del cuerpo, pero él no parecía afectado. Sin duda, pelear era lo suyo. Mientras tanto, Levi trataba de destruir la barrera de llamas que Asmodeo había levantado, aunque quizá solo fuera una distracción.
Mam extendió sus alas doradas y se elevó en el aire entre la oscuridad de la noche, convirtiéndose en la única fuente de luz. Me resultó curioso que se pareciera tanto a la imagen mental que yo me había hecho de los ángeles, dado que era literalmente lo opuesto a ellos. Avanzó rápido y paró el puño de As con una mano justo cuando este lanzaba un ataque. Al verse en desventaja, Asmodeo usó su mano izquierda, pero Mam lo detuvo de nuevo. Avaricia no estaba jugando: parecía saberse los movimientos de su enemigo de memoria.
Lo arrojó unos metros hacia atrás, pero no buscó herirlo de gravedad. Se giró en dirección a Amon para comprobar que estuviera bien, y este le hizo una señal para indicarle que no se preocupara, que prosiguiera.
En ese instante, me di el lujo de albergar la esperanza de que la cosa no fuera a mayores. Observé cómo el pelirrojo aprovechaba para cubrir con la tela desgarrada de su ropa un par de cortes en su brazo.
Mientras tanto, Mam se aproximó a Asmodeo, que seguía tirado en el suelo. Antes de que todo explotara por los aires, As tuvo la desfachatez de volver el rostro para mirarme. Me guiñó un ojo y luego le devolvió toda su atención al demonio que tenía frente a sí.
—¿Tienes algo que argumentar? —se burló Mam—. Qué poco duraste, As; me sorprende.
—Oh, ¿te gustan las sorpresas?
Me pareció que transcurría una eternidad hasta que Mam se percataba de que debía mirar a Amon y comprendía que Levi estaba sosteniendo un cuchillo contra el cuello de su amigo. Vi desde lejos el cambio en su expresión al darse cuenta de quién era su nuevo rival.
En cuanto procesó la información, sus ojos se apagaron por completo. Otras veces se habían tornado blancos o brillantes, pero nunca los había visto así de oscuros. Retrocedió un solo paso, y eso bastó para que el filo de la espada de As quedase pegado a su espalda. Lo había perdido de vista por un tiempo precioso, y el desquiciado de Asmodeo lo había aprovechado al máximo.
—¿Y bien? ¿Mi sorpresa está al nivel de tu ego? —cuestionó en voz alta As. Sabía cómo sacar de quicio a cualquiera.