Cuando salimos de clase, descubrí que aún nos quedaba una hora de estudios extracurriculares. Sin embargo, yo no tenía energía para aprender nada nuevo; mi cabeza ya estaba invirtiendo demasiados esfuerzos en procesar mi vida personal.
Así que me despedí de Dania y me escaqueé con la idea de irme un poco antes a casa. Ella me había dicho que su hermano iría a recogerla a la salida, así que podía irme tranquila sabiendo que no necesitaba transporte de vuelta ni se volvería sola.
Me descubrí a mí misma anhelando tener un hermano como Aaron, alguien que me cuidara como él cuidaba a Dani. En cambio, todo lo que tenía era una familia alocada y tres demonios a mi cargo.
Estaba guardando mis cosas en la mochila cuando escuché el eco de los tacones de Melina repiqueteando por el pasillo. Cuando alcé los ojos en su dirección, ella me lanzó una mirada cargada de significado y luego miró la puerta de la sala de delegados. Tuvo que hacerlo un par de veces más hasta que lo capté: quería que la siguiera.
Apresuré el paso y fui tras ella. No tenía ni idea de qué podía querer.
Una vez dentro, comprobó por el ventanuco de la puerta que no nos hubieran visto. El suspiro de alivio que soltó me tranquilizó hasta a mí.
Cuando se volvió, su forma de actuar cambió radicalmente. La confianza se convirtió en preocupación. Encendió las luces de la ordenada sala y me examinó de arriba abajo.
—¿Estás bien? —quiso saber—. Ya me enteré de lo que pasó contigo.
—Sí, supongo que sabes cómo va este tema mejor que yo. Así que no estoy muerta de felicidad, pero tampoco estoy muerta. Algo es algo.
Un silencio fugaz se instaló entre nosotras. Jugueteé con mis dedos antes de preguntar:
—Él, Asmodeo... —pronuncié su nombre con miedo—. ¿Tú sabes algo de él?
—Sé de todo un poco. —Apartó la silla de la mesa—. Quería ofrecerte algo a cambio de la amabilidad que demostraste conmigo el día del ritual. E imaginaba que debías de tener muchas dudas.
Aquel día en el bosque, yo la había ayudado de manera desinteresada, por una cuestión de empatía. Que quisiera devolverme el favor ahora fue una grata sorpresa.
Se sentó a la mesa de reuniones y, con un gesto, me invitó a sentarme frente a ella. Apoyó las palmas de las manos sobre la madera y me indicó que la imitara. Obedecí, ansiosa por oírla. Me dio la sensación de que la superficie plana temblaba ligeramente bajo mis dedos.
Meli fijó la vista en mi cabello por unos segundos y frunció el ceño. No me miraba a la cara.
—Dime qué quieres saber.
—Háblame de Asmodeo —pedí con timidez.
—Príncipe del infierno, pecado capital de la lujuria, de carácter tranquilo hasta hace unos años. Fiable para trabajos oscuros, digamos que no es problemático.
ESTÁS LEYENDO
Un templo encantador │YA EN LIBRERÍAS
Übernatürliches¿Qué harías si por error traes 3 atractivos demonios a la tierra? * 🕯️ * Val no cree en los demonios, y para probar su inexistencia decide seguir un tutorial de invocación. Hay puntos que ella debería haber tenido en cuenta an...