- Yo en tu lugar, me quedaría varios días fuera de casa.- comentó Yaku cuando Atsumi terminó de hablar.
Aún faltaban unos metros para llegar a la preparatoria, pero en el camino se encontraron con Taketora y Yaku, quienes hoy caminaban no por la ruta que solían tomar desde sus casas hasta la escuela. Atsumi contó todo lo que estaba sucediendo con su padre y por que estaba quedándose en casa de Kuroo, logrando que un pequeño Yaku lanzara miradas juguetonas al azabache mientras la castaña contaba la historia.
- No tengo donde quedarme y tampoco quiero aprovecharme de la amabilidad de la familia de Tetsu.- sonrió al darse cuenta que lo había llamado con el apodo que usaba su abuela.
- Atsumi, todos sabemos que TETSU.- recalcó burlón el apodo con el que lo había llamado Atsumi.- haría de todo por que estés bien, incluso ofrecerte vivir con él.
- Omitiré que te acabas de burlar del hermoso apodo con el que me llamó mi novia y diré que tienes razón.- ahora fue el azabache quien habló.
- Tetsu está enamorado.- comenzó a canturrear Taketora.
Y un entusiasmado Morisuke le siguió el jugueteo.
- Ya era suficiente con que Atsumi y tu abuela te llamaran así. Ahora los chicos también, no quiero vivir más.- Kenma dijo al mismo tiempo en el que se empezó a acercarse a la calle.
- ¡Kenma!- levantó la voz Atsumi tomando al peliteñido y acercándolo a si misma.
- Hola.- saludó Atsumi al entrar al gimnasio con su uniforme de manager.
- ¿Kuroo no viene contigo?- preguntó Kai.
- No de nuevo, por favor.- gruñó Yaku.
- ¡Hola!- se escuchó la voz del desaparecido.
Los tres chicos que estaban preocupados por él se giraron sobre sus talones para mirar a la entrada, donde el azabache se encontraba. Kenma venía con él, pero escapó en el momento en el que los tres chicos prestaron atención a donde él estaba.
- Podrías, no sé, ¡avisar si llegarás tarde!- lo regañó Yaku.
- Lo siento, tenía que ir por algo antes.- habló con una sonrisa.
Se notaba agitado, traía su uniforme de práctica, pero nadie lo había visto en el cuarto del club, había algo raro aquí.
- ¿Recuerdas la florería que abrieron a una cuadra de aquí? ¿esa que vimos en la mañana?- le habló a la castaña.
- Sí, la que tenía una mesita de café fuera y un gato blanco sobre ella.- habló con emoción Atsumi.
- Fui ahí y te traje algo.- y por fin quitó su mano de su espalda.
Mostró el gran girasol que traía escondido, la flor favorita de ambos.
- ¡Dios! Kuroo me vas a dar diabetes.- se quejó fuertemente Yaku.
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No puedo contigo. |Kuroo Tetsurō|
أدب الهواةACTUALIZACIÓN LENTA. A veces, no puedo contigo ¿Sabes, Atsumi? Una mirada bastó para que dos almas se entrelazaran, podrían llamarle amor a primera vista, aunque ella se ha esforzado en refutar tal concepto, y él se ha esforzado en no volver a caer...