Malteadas de fresa para todos 1.

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La habitación se encontraba tensa, se podía cortar incluso con un simple alfiler y todo explotaría para dejar de lado a los dos amantes en el lugar.

Kakashi había hecho gimnasio para distraerse de la situación en la que se encontraba, pero aún así no fue suficiente. Se encontraba agotado de una manera que jamás había experimentado, siempre se había caracterizado por ser una persona paciente, sensato. Pero hoy, solo quería llorar.

Era su segunda copa de vino, no deseaba beber tanto. Quería hablar con la chica que se encontraba en su despacho. Incluso en la situación, no podía dejar de pensar en lo hermosa que se veía. El descanso le había sentado bien.

- Kakashi. - Susurró Hinata más para si misma.

Los músculos de su jefe se tensaron.

- Hinata, ¿Cómo te encuentras?

- Bien, gracias por preguntar.

El aroma de Kakashi estaba por todo el lugar, una fragancia que a Hinata le comenzaba a encantar. Si pudiera llenarse por completo sería muy feliz.

Los ojos del mayor se cristalizaron un momento, trató de ponerse en calma y suspiró. Solo Dios y él sabían lo que sentía por Hinata.

- Kakashi ... lo siento...

- Hinata.

- Te he fallado de una manera que no pensé que lo haría. Y me duele de todo corazón. Tu has sido muy bueno conmigo y te lo agradezco... pero si no quieres verme otra vez lo entiendo.

El mayor se acercó a la joven y la estrechó entre sus brazos. Se estaba disculpando con él por el bebé que habitaba en su vientre, cuando su miedo era que ella lo rechazara de una vez por todas por el padre del niño.

- Hinata, no me has fallado. No es un error el bebé que esperas. No quiero que te vayas de mi vida y nunca te pediría que lo hicieras. Lo eres todo para mi y solo quiero que estés bien sea la decisión que tomes.

Hinata había pensado que la odiaría por tener un bebé que no era suyo, y que incluso sería despedida. Pero si lo hacía no se sentiría enojada, pues Kakashi también tiene el derecho de sentir y rechazarla.

Pero fue todo lo contrario.

- Hinata si me lo permites, desearía que estuvieses en mi familia, tu y ese bebé que viene en camino.

Hinata se separó de él al escuchar tal declaración. Estaba pidiendo ser el padre del niño que esperaba, sin importar de quien fuese,eso era mucho más de lo que ella esperaba.

- Permíteme pensarlo por favor.

- Será un placer cariño.









Desde que sacó a Hinata Hyuga de su vida todo le estaba saliendo mal.

Se había alejado de la oji perla para poder recompensar todo el daño que le había ocasionado desde que llegó nuevamente a su vida, que buscara al hombre que pudiera hacerla feliz y no como él, que desde adolescentes le hacía la vida añicos.

Pero no era como había pensado.

Días después de marcharse de su vida, Shion se entero de lo ocurrido y trato de convencerlo de que ella la haría olvidarla, pero la codicia de esa mujer no tenía límites. Ahora, meses después, se encontraba comprometido con una de las mujeres que incluso llevaría el buffete a la ruina.

Comenzó a odiarla.

En las noches de melancolía pensaba en Hinata. Su última vez haciéndole el amor, una condición muy cruel pero necesaria. Necesitaba sentirla una vez en su miserable vida, aunque no la mereciera en lo más mínimo.

En el trabajo nadie se le acercaba, ya que siempre se encontraba de muy mal humor. A todo mundo le gritaba o contestaba de mal manera. Trabajar con Naruto Uzumaki se había vuelto una pesadilla.

Pero es que sin Hinata cerca, ya nada tenía sentido.

Los miembros del buffet se juntaron gracias a la mala administración del Uzumaki. Entre ellos Kakashi Hatake, quien lucía radiante, incluso más feliz que de costumbre. Naruto al verlo deseaba darle un puñetazo en su viejo rostro.

- Naruto, felicidades por lo de tu boda. Espero y seas feliz con tu esposa. - Dijo Kakashi en forma de saludo.

En cambio el rubio le gruñó en respuesta. No le agradaba Kakashi y mucho menos que hablara de su boda, a la cual no quería invitarlo. Pero por convenio era una obligación.

La junta comenzó y muchos señalaron inmediatamente el despilfarro que el Uzumaki tenía hace meses. En ese momento Naruto sintió vergüenza, ni siquiera él había sido, si no su costosa prometida diciendo que tenía que lucir lo mejor.

- Naruto, no podemos seguir en la alianza si no controlas tus finanzas. - Dijo Gaara, amigo e inversionista.

- En unos pocos meses a este ritmo quebraras el despacho, y el dinero que está invertido a la bolsa. - Comentó Rock lee, inversionista de años.

- Sabemos que estás emocionado por lo de tu boda, pero no es motivo para que tengas un descontrol sobre eso.

Todos mostraban datos y gráficas sobre las finanzas de los últimos meses. Incluso Shikamaru, su mano derecha, estaba consciente de lo que se hablaba, cosa que no le había informado por sus problemas personales.

Su despacho se encontraba en crisis y él no podía quitarle la mirada de encima a Kakashi.

El mayor era él único que no había comentado nada respecto al problema mencionado. Y realmente a él no le importaba. Kakashi sabía que Naruto era muy impulsivo y que tarde o temprano algo parecido ocurriría. Jiraiya antes de dejarle todo en manos de su ahijado le había comentado que Naruto aún no maduraba en ciertos aspectos, y que cometería un error tarde o temprano.











Dímelo dos veces |Naruhina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora