Ya casi es hora

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  Imagen ilustrativa hecha por mi.

La fecha de la boda ya estaba determinada, los adornos y flores también se habían escogido, incluso el vestido que Hinata usaría estaba listo. Solo era esperar el momento en que ambos subirían al altar y dar el sí. Se unirían ambas vidas en una sola frente al señor y ya no cambiaría nada al respecto.

Serían Kakashi y Hinata para siempre.

Y la oji perla tenía miedo.

Hinata no quería casarse.

No estaba realmente enamorada de Kakashi como para casarse con él, y no ayudaba el hecho de que el embarazo la tuviese tan hormonal.

El abogado no sospechaba que su prometida estaba deprimida por la boda, él se encontraba en una burbuja últimamente que ni sus socios lo sacaban de ahí.

Kakashi parecía que acababa de sacarse la lotería.

Y aún así, Hinata lloraba cada vez que su prometido no se encontraba en casa. Su corazón parecía tener un hueco que la lastimaba sin importar su condición médica. Incluso su cuerpo le indicaba que no debía casarse, su bebé también se lo estaba diciendo.

Tampoco podía ocultar el hecho que quería estar con Naruto. Quería que él la consintiera, le dijera que todo estaria bien mientras le sobaba la cabeza después de llegar del trabajo.

Y una pequeña parte de ella quería estrangularlo por todo el drama que le había hecho pasar.

Pero no lo haría.

Ya había sellado su futuro.

Y no podía pensar más que tirarse de un puente por todas las decisiones que la llevaron a eso.





En otra parte de la ciudad, el único hijo de la familia Uzumaki acababa de meter las últimas cajas a su nueva casa. Si, por decisión propia vendió el ostentoso piso que tenía en el centro y se hizo de una cómoda casa en los suburbios.

Cuando terminó de desempacar todo se rió en lo más bajo. Al parecer tenía menos cosas de las que pensaba.

Estando en ese lugar se sintió solo.

Días después Naruto se enteró de la llegada de Jiraya a la ciudad. Tomo su billetera y fue a dónde el viejo lo había citado.

Para su sorpresa el viejo Lucía mejor de lo que lo había visto incluso cuando trabajaba en el despacho.

Se saludaron como viejos amigos y el mayor soltó la noticia como balde de agua.

— Me voy a casar.

—¿Qué?

El rubio no podía creerlo. Aquel viejo sentado frente a él juro que viviría en el libertinaje hasta el día que muriera.

Y ahora le estaba invitando a su boda.

Era una locura.

— Se que soy alguien grande. Pero amo demasiado a Tsunade como para dejarla ir. Ya quiero que sea mi mujer.

— Me alegro que hayas encontrado tu felicidad viejo.

Ambos se miraron un tiempo. Y como si se leyeran la mente, Jiraya le dio una mirada de tristeza. Apretó su mano en señal de apoyo y este no se quitó. Tal vez Naruto necesitaba esto.

Necesitaba consuelo.

— Lamento lo que ha pasado entre tú y esa chica.

— No es nada. Tal vez no estábamos destinados para estar juntos. Ella me odia con toda su alma.

— ¿Por qué crees eso?

— Está embarazada y el niño es mío. Y se casara con un tipo bonito solo para que no me acerque a el.


Jiraiya miró de manera triste al chico que tenía a su lado. Están presenciando la etapa madura de su vida, no hacía un berrinche como lo hubiese hecho antes, o armar un escándalo. No, todo lo estaba tomando con calma. No se daba por vencido, pero tampoco quería agobiar a la chica.

Mientras tanto, a estas alturas de la situación era un milagro.




¿Las cosas podrían ser peor?

Es lo que pensaba Hinata mientras respiraba con dificultad. La Hyuga que siempre había sido serena y alegre frente a la vida, la cuál solo había amado al chico de cabeza dura y la cuál le hizo la vida de cuadritos. Ahora estaba toda histérica y maldiciendo a Naruto en voz alta.

Llevaba un rato sintiendo contracciones y no podía hablarle a nadie. Kakashi se encontraba trabajando y su celular estaba perdido en casa. No podía moverse, el dolor era tan fuerte que le era imposible caminar e ir al hospital.

Tenía miedo, pues faltaban dos meses para que el bebé naciera. Pero Hinata sabía que algo estaba mal desde hace días, todo el embarazo la paso llorando y extrañando a Naruto en silencio.

— Si el maldito de Naruto no fuese orgulloso... — gritó Hinata con fuerza.

Pero no servía de nada. Tenía que irse al hospital o pondría en peligro su vida y la de su bebé.

Y como si el destino la oyera alguien tocó al timbre.

Sakura fue a visitar a Hinata después de su turno en el hospital. Sabía que su amiga se encontraba triste, y tal vez su compañía le ayudará en algo.

Paso un tiempo y nadie respondía, cosa que comenzaba a preocuparle. Hasta que escuchó un grito dentro.

— ¡Hinata!— gritó Sakura.

— ¡Ayuda! — escuchó la pelo rosado de respuesta.

Y sin más, tomó una piedra y rompió la ventana de tal residencia. Después le explicaría a Kakashi la situación.

La oji perla muy apenas pudo caminar hasta la sala de estar hasta que escuchó la ventana quebrarse.

Ambas chicas entraron en pánico entrando en una extraña y divertida situación. Entre balbuceos Hinata explico que sentía contracciones, y Sakura, a pesar de ser médico, estaba nerviosa por la situación. Tomó las llaves y torpemente se le cayeron al suelo. Y cuando las tomó ayudó a su amiga a subirse al carro.

Ya habría tiempo para acomodar todo de una buena vez.


Feliz año nuevo- San Valentín atrasado. Tuve un bloqueo mental estos meses más aparte la entrada a la universidad. Y no se desesperen. Si voy a seguir actualizando. También estuve escribiendo borradores para nuevas fanfics, pero eso ya sería después. ❤️









Dímelo dos veces |Naruhina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora