No Me Rendiré Ante Nada.

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Después del primer arreglo de girasoles Hinata comenzó a recibirlos diariamente en su departamento. La joven estaba tan feliz que ya no tenía lugar en donde ponerlos. Y en cada arreglo venia siempre con una nota. Desde un halaga hasta un simple chiste, no importaba lo que viniese, Siempre la hacía sonreír.

Al principio creía que se trataba de su jefe, pero él no conocía de su gusto culposo por los girasoles, ni por los rollos de canela. Tenía un admirador secreto y eso le emocionaba.

Jamás había pensado que era bonita, ya que sus amigas lo eran. Ino era la chica que tenía estilo y un cuerpo envidiable, Sakura tenía una seguridad y una inteligencia insuperable. En cambio ella, solo era torpe y poco agraciada, y un cuerpo gordo a su gusto. Trató de hacer dieta; pero le gustaba mucho lo dulce.

Así que decidió mejor estar sola el resto de su vida.

Cuando Hinata vio por primera vez a Shion con Naruto en la oficina, supo inmediatamente que no podía ser competencia para ella. Ella era delgada y muy bonita.

En cambio a ella, que tenía unas caderas enormes y muslos grandes. Si no fuese así tal vez no se hubiese tropezado con Naruto en la preparatoria aquel día. — y si no tuviera dos pies izquierdos claro está —

¿Qué tal si su admirador descubría que ella no era la modelo que él creía?

Automáticamente perdió las esperanzas, estaba harta de tener el corazón roto. No importaba quien fuese, ella solo tenía ojos para Naruto uzumaki.

En otra parte un rubio cambio por completo su carácter. Ya no se veía enojado todo el tiempo en la oficina, ordenó que decoraran con girasoles el lugar, pues quería sentir cerca a la Hyuga.

Estaba enviandole flores diariamente, incluso pagó un mes por adelantado. Quería hacerla feliz, y eso solo sería el comienzo. Ahora estaba buscando la forma para que ella volviera a su puesto en el trabajo, su mundo se vino abajo cuando la vio a ella con ojos cristalinos aventar los informes de aquel día y salir casi huyendo del lugar.

Estaba arrepentimiento, pudo ir tras ella y haberle pedido disculpas. Pero no lo hizo, en cambio solo se quedó helado observando la puerta que tiempo atrás la morena había cerrado.

Esa noche no durmió en lo absoluto. Se dedicó a recordar los días en preparatoria, donde él, era un prestigiado alumno con las más altas notas. Tenía la popularidad que todos deseaban, unos padres amorosos y exigentes, lo tenía todo. Menos al amor de su vida.

Cada vez que la veía en el salón de clases perdía la noción del tiempo, ella siempre se encontraba haciendo apuntes de todo todo el tiempo. Y en clase de gimnasia, era su hora favorita. Sabía del complejo de Hinata por su cuerpo.

Tenía unas caderas anchas junto a unas piernas anchas que hacia que él se volviera loco. Un trasero firme y un pecho voluptuoso. Su miembro siempre terminaba firme con solo verla, y eso que ella usaba el uniforme grande y se ocultaba detrás de sus amigas.

Tenían dieciocho años, ahora eran adultos ; si su cuerpo ya lo volvía loco ahora lo ponía demente. Es por eso que quería hacer todo esto lo más rápido posible, tenia miedo de perderla, si es que una vez la tuvo.

La oficina se encontraba tranquila. Desde que habian ganado el caso en seatle llegaban trabajos más simples, cosas que podían manejar simplemente. Kakashi era feliz con la presencia de su asistente, puntual y siempre cordial.

No lo había podido ocultarlo más pero se había enamorado de ella. Un viejo corazón que sentía el amor por primera vez, y estaba encantado. Si antes era él mejor en lo que hacía ahora era excelente. Sentía que podía manejar el mundo si quisiera.

Dímelo dos veces |Naruhina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora