Última Oportunidad

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Los hombres Uzumaki eran una bomba de tiempo en cada encuentro. Minato había firmado el documento de muy mala gana. Pero estaba tan enojado con su hijo que incluso quería revocarlo de su puesto. Tal vez llamar de nuevo a Jiraiya y ponerlo de nuevo en el puesto. Solo que el viejo fue imposible de localizar, luego de a verse escapado con su asistente Tsunade Senju.

La cereza del pastel fue que ya no era socio del hijo de Sakumo Hatake. Uno de los mejores bufetes a su cargo, y todo por un berrinche de Naruto.

Mientras tanto. Naruto estaba tratando de arreglar su vida. Fue a su piso de soltero y puso todo a la venta. No quería vivir en un lugar que le traía malos recuerdos, y que apestaba a Shion.

Vivió unos días más con su madre. Hasta que la prensa lo tomó por sorpresa.

— La boda ha sido cancelada. Shion y yo no vamos a casarnos.

Había declarado para los periodistas locales.

Minato se encargaría de arreglar el bufete. Así que en definitiva el ya no era el dueño de Uzumaki Inc. Lágrimas se deslizaba de los ojos al recordar el esfuerzo que había puesto para conseguir  todo lo que había trabajado. Y ahora estaba sin nada.

¿Por qué había caído tan bajo?


Esa tarde Kakashi estaba tan nervioso. Toda la mañana había estado de arriba y abajo para que todo fuese perfecto. Había adornado la terraza para que luciera espectacular, llamó al servicio de banquetes y ordenó lo que a su Hina le encantaría. Hasta compro un smokin nuevo.

No sabía por que se sentía así, eso era lo más sensato que estaba haciendo en toda su vida. Solo que estaba tan feliz, que nada lo estropeara.

Ni siquiera las nubes que se aproximaba.



Hinata había puesto en venta su pequeño departamento. Ya había conseguido comprador, lo único que tenía que hacer era recoger unos papeles que se encontraban en el lugar. Por otra parte, deseaba despedirse de su viejo hogar. Ahí mismo había pasado tantas cosas, incluso concedió a su hijo en su habitación.

Sus mejillas se enrojecieron al recordarlo.

¿Por qué Naruto fue un idiota? Si no fuese así ellos dos hubieran tenido un mejor final. En cambio terminaron más separados.

Shion había ganado después de todo.

Una lluvia cubrió a toda la ciudad. Comenzó tranquilamente, pero luego de unos minutos un trueno resonó fuertemente. Parecía un tormenta.

— No podré salir en un rato... No es necesario que vengas por mi. Termina de llover y voy para allá. Te quiero. — Llamó a su novio para decirle que todo estaba bien.


Había tenido otra pelea con su padre. Parecía que no le perdonaba al haber mandado al diablo el trabajo. Y harto de todo eso decidió dar un paseo. Pasado unos quince minutos maldijo desde sus adentros, pues una tormenta llegó sin avisar. Parecía que el destino o el universo le jugaba una broma, pues se había quedado sin gasolina.

Todas las tardes llenaba el tanque para el día siguiente ir a trabajar. Pero al no tener trabajo se le había olvidado completamente.

— ¡No puede ser! — gruño en el auto. Mientras daba unos golpes al volante.

Sin nada cerca a unos kilómetros, no tubo más remedio que salir a conseguir combustible.

Lo primero que visualizo fueron unos departamentos. Un nudo se le formó en el estómago al ver quien vivía ahí. Pero no tenía otra opción. Corrió lo más rápido que pudo hasta llegar al departamento, su sorpresa fue grande al ver la puerta abierta del lugar.

— ¿Hola?, ¿ahí alguien aquí? — preguntó el rubio al estar adentro.

No había nada de muebles en la sala, solo una vieja manta.

Hinata veía con melancolía su habitación. Quien sabría que mudarse traería tantos recuerdos. Pero tenía que avanzar y mirar hacia adelante.

Se sobre exaltó la Hyuga al escuchar a alguien en la entrada. ¿Quién podía ser? Pensó en un momento en Kakashi, pero él sabía que ella iría a casa cuando bajara la lluvia. Además, las calles se encontraban inundadas, ningún coche podía pasar.

Entonces, ¿quién?

— ¿Quién está aquí?, la puerta estaba abierta. — grito la persona en la entrada. Por su tono de voz se trataba de un hombre. Un hombre que se estaba enfermando gracias al agua.

Hinata en pasos lentos camino hasta la entrada, donde un Naruto todo mojado estaba quieto.

— ¿Naruto? — Hinata salió entre las sombras, sorprendiendo al rubio.

— H-Hi-nata. H-ola.

— ¿Qué te pasa?

— Me ha dado frío. Y comienzo a resfriar me.

— pero, ¿A quien se le ocurre correr bajo la lluvia?

— A mi. — Naruto estornudo.

Hinata no podía creer la tierna escena que tenía justo frente a ella. No era el ogro que había conocido. Sólo era un niño indefenso, en el cuerpo de un hombre sexy.

—  Oh Naruto, vas a resfriarte. Ven, te buscaré algo para secar te.

La ojos de perla tomó la mano de su ex jefe y lo condujo a su vieja habitación, donde tenía unas sábanas y una toalla, que uso él para secarse.

Naruto se quito la playera y los pantalones y quedó en ropa interior. Con la toalla se secó lo más que pudo, al menos así no se enfermaria más.

Con una de las sábanas, se la acomodó estilo griego, no quería andar por el lugar semi desnudo, y tenía que esperar a que su ropa secara.

Cuando Hinata lo vio, Naruto pensó que estallaria en carcajadas. Hasta en su interior lo deseo un poco, pero no sucedió. En cambio, Hinata estaba puesta tan roja como un tomate.

Hinata sabía perfectamente que Naruto era muy apuesto, incluso Kakashi lo era. Pero al verlo así, supo que el rubio era de otro planeta. Incluso maldijo desde sus adentros. ¿De todo eso se estaba perdiendo?

— Hinata, ¿Estas bien? — Preguntó Naruto luego de unos minutos al ver que ella no reaccionaba.

Naruto la observo y pudo ver como su abultado vientre crecía. Según sus cálculos el bebé debía de tener unos seis meses.

— Si estoy bien. Solo que yo también tengo algo de frío.

Naruto no lo pensó más y fue a la habitación dónde sacó dos sábanas más, y una se la colocó a Hinata, quien susurró un gracias.

¿Qué le había pasado a Naruto?





La lluvia había cesado, y Hinata había llegado a la casa de Kakashi. Su mente estaba en blanco por lo que había ocurrido momentos atrás. Su mente le decía que estaba mal, pero su corazón, su corazón estaba  regocijándose de alegría.

Cansada y a punto de llorar, entró a la enorme sala. Y un Kakashi muy guapo la recibió con los brazos abiertos.

— Bella, me alegro que estés bien. Estuve mil veces de ir por ti. Pero me habías dicho que no lo hiciera. Aunque no fue muy caballeroso de mi parte no hacerlo. Por eso te pido disculpas.

— Kakashi, yo te he dicho que no fueras por mi. No necesitas protegerme todo el tiempo. Además, ya estoy aquí, estoy bien. Estamos bien.

Una sonrisa salió del mayor y besó a Hinata en los labios.

— Hinata, por favor, ve a secarte, ponerte algo más cómoda. Y baja cuando termines, ¿De acuerdo?

Hinata obedeció sin imaginar lo que esa noche pasaría.

Dímelo dos veces |Naruhina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora