Llevarla Lejos

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Si alguien le hubiera dicho lo que ocurriría en estos meses se hubiera reído mientras tomaba wisky. Pero la sensación que sentía en el cuerpo le decía todo lo contrario.

Su mejor amigo casi lo saca a rastras del hospital, dejándolo en la entrada para que pudiera tomar aire.

El amor de su vida se encontraba embarazada, y de otro hombre. Esto realmente era una pesadilla.

Quiso gritar y llorar a los cuatro cielos, que alguien le dijera que era una mala broma y sacaran una cámara escondida.

Pero al pasar los minutos nadie le aclaraba que demonios pasaba, hasta sentía el sudor bajar por su frente gracias a la ansiedad que estaba enfrentando.

Si fuese menos orgullo, y más listo.

Hinata se encontraba haciéndose ultrasonido sola y sin el padre. ¿Quién demonios dejaría a su mujer sola en un momento así?

Quería patear al desgraciado.

Pareciera que su corazón se detendría en cualquier momento, ya que al verla y saber sobre su embarazo era motivo aparente para ya no seguir.

Su bufete estaba casi en la ruina, su prometida no tenía control alguno, y el amor de su vida iba a ser madre, tener a un bebé que no era de él. Toda su vida era un desastre.

El rubio retrocedió unos pasos y se dirigió a la puerta. Ya no tenía nada que hacer ahí. Incluso había visto lo que no era de su importancia, si Sasuke lo quería de taxi personal que se jodiera.

— Espera Naruto, ¿A dónde vas? -— preguntó Sasuke confundido.

Tenía que hablar con su amigo, y este se marchaba como si su cuerpo no le perteneciera.

— Voy a casa, a dónde más.

— Necesito hablar contigo. No puedes irte.

— ¿Quieres ver cómo me marcho? — dijo Naruto sarcástica mente.

Quería hundirse en su cama y un buen tequila. Ya nada tenía sentido. Además no quería que lo vieran llorar. Su padre le dijo que llorar era de débiles, y nunca debía serlo ante los demás.

Hinata salió de la consulta y se despidió de Shizune. Ninguno de sus amigos estaba ya a la vista así que se fue lo más pronto posible hacia el estacionamiento donde tomaría un taxi.

Caminaba lentamente, como si quisiera pasar desapercibida. Solo le bastaba dejar de respirar y nadie la notaría. Solo deseaba volver a la casa de Kakashi y podría fingir incluso que no había visto a Naruto, y que no sabía sobre su embarazo.

Podría fingir que nada pasó y se arroparia en los brazos de su jefe.

Todo ese pensamiento se esfumó cuando unos brazos la sostuvieron y la presionaron fuertemente. Su primer instinto fue gritar y patalear, pero al oler esa colonia que tanto le gustaba supo que no era necesario.

Se dejó guiar hasta que terminó en el convertible de Naruto Uzumaki.

— ¿Me puedes decir por qué me arrastras te hasta tu coche? — pregunto luego de unos momentos de silencio incómodo.

Naruto Lucía pálido, y sus ojos irritados y aguados.

Había llorado. Naruto Uzumaki había llorado.

El rubio trató de tranquilizarse por una vez en su vida y respiró hondo. Si quería respuestas ya no perdería el control y muchos menos con Hinata.

— Escucha. Estás aquí por que quiero hablar contigo. Eso es todo, no te haré daño.

Hinata rió sin ganas.

Dímelo dos veces |Naruhina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora