Capítulo 47: Seré egoísta.

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Quizás eran todos los árboles alrededor de la casa que hacía que ésta se viera pequeña por fuera, porque cuando Bruno entró en ella el interior era bastante espacioso. 

La casa era en su gran parte de madera y la apariencia gastada de la misma hacia notar que no estaba siendo muy bien cuidada o quizás que no hace mucho habían comenzado a ocupar el lugar.

Los dos caminaron por en frente de una escalera que llevaba a un pequeño piso arriba, Natasha guiaba a Bruno hacia el comedor de la casa, cuando pasaron el umbral de la puerta del comedor dejaron de tener vista hacia la entrada de la casa. Al llegar a destino Bruno vio una mesa de madera con cuatro sillas del mismo material a su alrededor, Natasha se acercó a ellas, la alejó un poco de la mesa y se sentó pero Bruno se quedó parado a la distancia de la mesa. 

—Nat ¿Qué es este lugar?— dijo con un poco de miedo por la tétrica imagen que daba la casa. 

—Quería contarte algo a solas y creí que este lugar sería el mejor— sonrió —es muy tranquilo aquí— dijo corriendo una silla para que Bruno se sentara. 

—Pero el bosque es peligroso— siguió parado —estamos muy lejos de casa— miró hacia atrás —y esta casa da miedo— la volvió a mirar. 

—Tranquilo, él me dijo que podía venir cuando quisiera, no pasará nada— puso el libro sobre la mesa y lo abrió. 

—"Él" ¿Quién?— preguntó con miedo y Natasha se quedó en silencio. 

—Te prometo que cuando termine de leer el cuento nos iremos— trató de calmarlo, Natasha no quería sólo leerle un cuento también quería decirle algo y por eso quería estar a solas con él. 

—Ok— aceptó luego de un suspiro. 

Bruno se acercó a la mesa y se sentó al lado de Natasha, al ver que Bruno estaba más calmado ella siguió pasando las páginas hasta llegar lo último que estaba escrito con el título "Sirio y Canopus". 

—Espero que te guste el cuento— dijo nerviosa. 

—Estoy seguro que me gustará— dijo con una sonrisa. 

Luego de unos segundos en silencio preparándose para leer Natasha suspiró, estaba ansiosa por contarlo pero a la vez nerviosa porque aquel cuento salía de los más profundo de su corazón. 

—Sirio es la estrella más brillante desde el cielo nocturno de la Tierra— comenzó  —se dice que cuando no era una estrella Sirio era una mujer hermosa, ningún lugar era libre de su luz haciendo que muchos hombres se enamoraran de ella y por más que Sirio era competencia para las demás mujeres, su amabilidad hacía que no la odiaran. 

Ni bien escuchó a Natasha contar la historia Bruno se envolvió en ella dejando de prestarle atención a la casa y concentrando su mirada en ella. 

—Por otro lado existía Canopus, estaba enamorado de ella no sólo por su hermosura, si no qué él tenía la habilidad de ver dentro de las personas, y aunque nunca había hablado con ella sabía que era la mejor persona en el mundo, sabía con sólo verla que era todo lo que él amaba. 

Bruno colocó su codo sobre la mesa y recostó su cabeza sobre su mano para mirar mejor a Natasha, ella no despegaba la vista del libro y él no dejaba de verla y escucharla. 

—El problema era que Canopus no brillaba, no era hermoso, no era reconocido, no era querido y estos pensamientos que tenía él de sí mismo entorpecía todos sus intentos de acercamiento hacia Sirio. Un día decidió con valor que iba a conseguir el brillo digno para estar a su lado , la hermosura y el reconocimiento que le faltaba para poder estar a la altura de Sirio, y así poder al menos hablarle una vez sin miedo a ser rechazado. Pasado el tiempo Canopus al fin pudo conseguir aquella luz que necesitaba para acercarse a Sirio y una noche aquel encuentro se efectuó. Canopus estaba caminando en la playa cuando de repente se encontró a Sirio mirando las estrellas allí, era su oportunidad de hablarle y con valentía se acercó a quien amaba. ¿Sabes lo que pasó?— lo miró.

Sirio y CanopusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora