Capítulo 46: Contando el pasado.

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Bruno comenzó a dar vueltas mientras miraba la imagen, en especial la cara de Natasha, su corazón se aceleraba cada segundo más y su respiración aumentaba, verla de niña a su lado lo estaba alterando y su mente se transformaba en un caos, porque en ese momento lo único que buscaba eran recuerdos de su infancia. 

Cuando sus lágrimas comenzaron a caer sin poder controlarlas y su cuerpo entero temblaba por lo que acababa de ver se dio cuenta de que efectivamente era Natasha y eso lo llevaba a una gran pregunta.

—¡¿Yo ya conocía a Natasha?!— se dijo y un gran dolor de cabeza lo invadió de repente. 

Sin poder controlarse Bruno cayó al suelo quedando sentado en este. Llevó sus manos  hacia su cabeza tratando de contrarrestar el dolor intenso que comenzaba a sentir y sus ojos se habían cerrado automáticamente. 

Después de unos minutos de aguantar el dolor, Bruno empezó a respirar hondo y a abrir sus ojos lentamente, cuando volvió a ver la foto el dolor comenzó a irse lentamente pero esta vez había algo nuevo en él. 

¿Qué es esto? pensó, en su mente estaba recibiendo una gran carga de recuerdos de repente que lo aturdían, no sabía qué era lo que estaba pasando por lo que solo dejaba fluir aquellas imágenes en su cabeza. 

¿Natasha y yo? pensó cuando se vio con ella de niños, durmiendo juntos, jugando, corriendo con grandes sonrisas en su rostro, tomándose de la mano de vez en cuando, saltando  y bailando con emoción. 

Aquellas imágenes lo inundaban de repente pero por más que era algo inesperado Bruno sonrió mientras los recuerdos seguían apareciendo y un sentimiento de alegría se instaló en su corazón, porque siempre había estado junto con esa niña, y esa persona tan especial era Natasha. 

La pequeña Natasha estaba sentada a su lado, dejó un libro sobre una mesa y miró a Bruno haciendo que él la mirara también, había terminado de oír una historia hermosa que Natasha le había contado y aunque tenía siete años ya sentía un gran amor por ella. 

—Y tú eres mi Sirio— dijo Natasha con una enorme sonrisa. 

Este último recuerdo hizo que Bruno se levantara del suelo manteniendo su sonrisa, dguardó la foto en el bolsillo de su jean y tomó la mochila, rápidamente salió de su habitación y luego de éste salió de su casa rumbo a la biblioteca donde aquella niña lo esperaba. 

Cuanto más caminaba más se sentía feliz porque aún no dejaban de aparecer hermosos recuerdos sobre ella en su infancia y cada vez sentía más que ella era especial. En aquel momento donde sus recuerdos apenas estaban apareciendo lo único que reinaba era la nostalgia y el amor pero aún no había recordado todo. 

A pocos metros de llegar a la biblioteca Bruno se detuvo al escuchar sonar su celular, rápidamente lo sacó del bolsillo de su jean y al ver que era Natasha llamándolo se emocionó. 

—¡Hola! ¿Dónde estás?— le preguntó Natasha al segundo de que contestara. 

—Estoy llegando— dijo mientras caminaba lo poco que le faltaba para llegar. 

—Aaah, pensé que había pasado algo, hace 20 minutos que estoy esperando— dijo con una pequeña risa. 

Cuando Bruno llegó a la parte de abajo de la entrada de la biblioteca y vio a Natasha parada en la cima de la escalera, se detuvo un minuto solo para verla mientras que el sentimiento de nostalgia crecía, en ese momento Bruno era aquel niño de siete años que no había visto a su persona especial por diez años. 

—¿Hola?— preguntó Natasha aún con el celular en su oído —¿Estás ahí?— caminaba de lado a lado mirando el suelo por lo que no había visto a Bruno. 

Sirio y CanopusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora